viernes, 6 de noviembre de 2009

Palermo, agosto del 2008

(Harvest me enseña una postal que le envié hace quince meses, y que hoy tengo a bien transcribiros)



-Hay una hora en la que las calles de Palermo despiden a los muchos paseantes y dan la bienvenida con sus brazos barrocos a otros que ya empiezan a poblarlas.

-En agosto, esto coincide con las ocho y media o las nueve, podría decirse que con el ocaso o -como sentencian ciertas guías-, “el mejor momento para ver Piazza Pretoria”.

-Sucede entonces un fenómeno curioso, antiguo, casi imperceptible. La ciudad reparte entre los viandantes un regalo de pobreza y de dignidad, de luz y sal en verano.

-Y de este sutil modo, aquellos que transitan por sus calles, los de hace un momentito, ya no serán los mismos.

4 comentarios:

  1. Quiero ir a Sicilia! Quiero ir a Siciliaaaaa!!!! ERASMUS quiza? a mi ya se me pasó el arroz!
    Mua

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  2. Tres hurras por el arte postálico, disciplina en franco declinamiento.

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  3. Joder, lo que está en franco declive es mi dominio del castellano. (En mi defensa diré que tengo mucho cambio de idiomas últimamente).

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