Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

jueves, 4 de octubre de 2012

La commedia è finita


Woody Allen: Exceso de tragedia? Ja, ja, ja, ja, ja, jajota. Woody Allen… habría tanto que decir… el cultureta, el denostado, estuvo de moda, ahora no, a todo el mundo le gustó Match Point (2005)… ahora resulta que es un genio, ahora resulta que es un mierda… este debate me aburre, de modo que zanjémoslo de una vez por todas: Woody Allen es un genio. De nada.

Que Woody Allen es uno de mis G.R.A.N.D.E.S. es algo que ya he contado en varias ocasiones (me da hasta pereza buscar los links donde he hablado de él). Como director de cine será así o asao, pero para mí va más allá, es un crack como creador de historias, de personajes, como pensador, como agitador cultural, como bufón… me encantan sus discos de monólogos y sus relatos y obras de teatro, además de sus películas. Cada año hace una, está claro que no todas puede ser maravillosas ni obras maestras pero es necesario verlas porque como mínimo suelen estar entretenidas.


A mí Midnight In Paris (2011) me pareció un prodigio, a la altura de sus grandes obras, sinceramente qué puede tener de malo una película tan maravillosa y vitalista. Que es una fantasía? Que no es real? Señora…usted se ha dado cuenta de que estaba viendo figuras de colores en movimiento sobre una sábana blanca? Se llama ficción cinematográfica, gracias. Ahora nos llega A Roma con amor (2012), la última del G.R.A.N.D.E., rodada en… precisamente (aquí otra salva de críticas: que si Allen es un pesetero, que si se va a rodar a donde le dan dinero, sea Oviedo, París, Roma o Londres… Exacto. Y…?) Lo que si debiera ponernos en guardia acerca de esta película es que en ella participa el siempre chocante Roberto Benigni, algo que sin duda es motivo de que muchos nos llevemos la mano a la cartuchera. Y Penélope Cruz, otra que tampoco es santo de la devoción de muchos de vosotros.

La buena noticia es que tanto uno como otra están correctos en la peli, es más, están cómicos, que es lo que se pretendía, de modo que por ahí, genial. Sabido es que Allen siempre utiliza para sus producciones a los anti-actores (desde el respeto): por ejemplo Owen Wilson, el Bardem, el nota de American Pie, Leonardo Di Caprio, Will Ferrell, Scarlett Johansson, etc… Aquí, además de los citados aparecen el propio Allen, Alec Baldwin o el nota de La red social, amén de decenas de actores italianos que nadie conoce (A excepción de Ornella Muti, en su mejor papel desde Flash Gordon, 1980).


La historia es simple: se trata de cuatro historias diferentes no entrecruzadas, mira por dónde una novedad. No existe ninguna absurda maleta ni habitación de hotel que proporcione la débil excusa para entrelazar los cuentos. Son cuatro historias de amor cómicas con el único denominador común de desarrollarse en Roma. No quiero desvelar demasiado de la trama, digamos que en las cuatro historias, enmarcadas por una especie de narradores absurdos, aparecen elementos inexplicables o fantásticos (onda Cortázar, no onda Tolkien). Estos elementos, que por pueriles u obvios no dejan de funcionar, proporcionan la fuerza cómica detrás de la película, al servir de estímulo para que se desarrollen unas tramas que de otro modo no tendrían interés.

Tampoco faltan los chistes ateos y macabros, el palotismo sexual y los comentarios culturetas de rigor: sus citas de Rilke, Ezra Pound, W.B. Yeats y lo que se ponga por delante, pero imbricados en la trama de una de las historias de manera muy graciosa y eficaz.  Si no, no es una peli de Woody Allen, eso se sabe.


De las cuatro historias quisiera destacar especialmente dos: la de Roberto Benigni (dejad de gritarme), una fábula sobre la fama que nos recuerda mucho al experimento que realizó hace poco un pavo anónimo que se hizo seguir por unas cámaras en Times Square (es un caricato y se llama Brett Cohen, ved la cosa en YouTube: merece la pena) y la del propio Allen, quien hace de suegro de una chica americana que se promete con un italiano y ambas familias deciden conocerse. Esta última historia me hizo reír tanto que no me podía creer lo que estaba viendo en pantalla, no voy a contaros por qué para no fastidiaros, pero baste decir que son las mejores escenas de ducha desde Psicosis (1960), y las mejores versiones del Pagliacci (1892) de Leoncavallo desde Queen…


Con estos mimbres no podéis dejar de ir a ver A Roma con amor, no os voy a mentir, no se trata de una de las mejores películas de Woody Allen, ni es una obra maestra, pero es entretenidísima, a ratos graciosísima. A mí eso me basta, y me sirve para conjurar todas esas críticas de mal rollo que me estaban llegando sobre esta peli. Si os da coraje Woody Allen, lo que digo siempre: no la toquéis ni con un palo. Pero si sois personas normales, acercaos a verla, hombre, y no os arrepentiréis.

3 comentarios:

Kike dijo...

Que alegria me das, porerror!

Yo esta era una de las que pensaba ver, pero por irla dejando al final me la han quitado de cartelera... El hecho de que la hayas recordado aqui hace que en cuanto salga en dvd me la alquile!!

Anónimo dijo...

DE LA PELI ME QUEDO CON ALESSANDRA MASTRONARDIA....

Anónimo dijo...

A mí la historia que más me gustó fue la narrada por Alec Baldwin, las demás son meros divertimentos poco sustanciales, al estilo de la comedia italiana de los sesenta. Echamos un ratillo bueno, en definitiva.
Un simple mojaquero

 
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