Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

lunes, 4 de junio de 2012

Pop nutritivo con Ken Stringfellow


En ocasiones se alinean los planetas, y lo que parece que va a ser una mierda resulta ser una experiencia maravillosa, un diamante salido del carbón, como en aquella escena de Superman III (1983). Planetas? Diamantes? No irás a hablar de Ken Stringfellow, no, Porerror? Shshshshshsh! Usted limítese a atender, señora. Me entero por Twitter de que el domingo 3 de junio va a haber un concierto “privado” de Ken Stringfellow en el restorán cordobés El Astronauta. El evento incluye un gastro-menú de moderneo y el conciertito vespertino para un reducido grupo de personas. Quiero ir.

Ken Stringfellow, ustedes lo conocéis mejor que yo: uno de los dos cerebros de los Posies (
junto a Jon Auer), afamado miembro de la reconstrucción de Big Star y ocasional militante de R.E.M., entre otros varios grupos en que ha colaborado. También tiene varias cosas en solitario, y este octubre saca nuevo álbum solo: Danzig In the Moonlight, que esperamos con ansia. En principio no iba a ir porque aunque juré que sería capaz de ir hasta solo, no sería capaz, pero afortunadamente tenía muy cerca a una bella y encantadora acompañante que al final se mojó, lo que posibilitó la excursión.


En la puerta del local se daba cita lo mejor del poperismo cordobés: gafas de pasta, vestiditos estampados, chapas, barbas, camisas de cuadros de H&M… todo muy acertado. Ayudaba al tono del evento la decoración de El Astronauta, mentiría si dijera que en Miciudad no hay locales así, pero no cuando digo que me da envidia que no haya este en concreto. La comida muy bien: su sorbete de gin & tonic con gelatinita, su sopa fría de melón y yogur, su pollito tailandés, su cuajado de chocolate con sopa de frutos rojos, todo riquísimo, divertido y muy bien presentado, lo cual se agradece en un acto que está diseñado exclusivamente para el deleite de los sentidos. Cuando el dueño nos dio la entrada (una llamativa cartulina amarilla con los datos del almuerzo-concierto) nos advirtió: “No sirve para nada, pero es bonita”.

Creo que a día de hoy no se me ocurre mejor definición del pop
indie: “No sirve para nada pero es precioso”. Tras la comida y los digestivos (“A las 5 de la tarde, una hora que en mi país es casi la de la cena pero aquí vosotros estáis terminando de almorzar”) venía el turrón de almendra: la música de Ken Stringfellow. El pavo (de 43 años) se presentaba solo, alternando guitarra eléctrica sin distorsión y órgano, sobre una tarima que abandonó en media docena de canciones para ponerse más cerca de su público, nosotros, que tuvimos ocasión de tocar el borde de su manto y de sanar así de todas las enfermedades del mal rollo. Curiosamente, Ken tenía a su disposición un par de micrófonos pero apenas hizo uso de ellos, prefirió cantar a pelo e incluso susurrar sus letras cargadas de imágenes sobre planetas y diamantes.


El sonido era bueno, estábamos muy cerca del artista y eso proporciona una calidez que yo no conocía salvo cuando he ido a ver actuar a mis colegas en bares. Allí Ken Stringfellow era el colega de todos, habló bastante, ponderó la historia de Córdoba y su riqueza arqueológica, reflexionó sobre el papel insignificante del ser humano en las grandes ciudades, habló de la crisis y lanzó mensajes de optimismo contra los agoreros que nos amargan la vida… Uno de los momentos más chulos fue tras una introducción acerca de las trampas de las historias y de cómo cada historia tiene siempre varias versiones. Pidió para la siguiente canción la colaboración de una joven del público, “con que no esté muerta me vale” y salió una chica que cantó con él un dueto muy simpático, aunque se trataba de una trágica canción de amor onda Pimpinela indie.

Para el resto del repertorio, Ken advirtió que iba a centrarse en su futuro álbum
Danzig In the Moonlight, y las piezas que allí desgranó desde luego que fueron absolutamente impresionantes. También tocó algo de The Disciplines (“Mi banda noruega”) y del último disco de los Posies, como el precioso tema “Licenses to Hide”. En un momento dado (cuando llevaba casi dos horas de una actuación que duró dos y media, con 5 minutos de descanso), el cantante anunció que estaba fácil y que tocaría las peticiones que se le hiciesen. Así tocó su mini hit “Down Like Me” (de Touched, 2001) y “Solar Sister” (de Frosting On the Beater, 1993). A mí se me ocurrió pedirle “Chainsmoking In the USA” de los Posies, y me dijo que NO. Dio la razón de que esa era de Jon Auer (“el otro”) y que solo tocaría las de su parte del repertorio. Uno, en su fraudulencia indie, no sabe distinguir cuál es de quién de entre las de los Posies y me llevé un planchazo del copino.


En conjunto, la experiencia, el concierto, el viajecito a Córdoba, -la compañía…- se aliaron para configurar un domingo inolvidable. La música era esto, amigos! Un señor al que admiras desde hace 16 años cantándote casi al oído. Un popero cuarentón reencarnado en cantautor americano, cóctel de Todd Rundgren, Jonathan Richman, Neil Young y James Taylor. Cóctel de ginebra con gelatina, etc.

1 comentario:

Mariolaprofe dijo...

¡Qué bien te lo montas, Porerror! ¡Y cómo te enteras de todo!

 
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