Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Wilco: Will Comply



Es apenas dos semanas después que mis cansados ojos y oídos (y mi infectada faringe) me dan tregua para permitirme testificar sobre lo MÁS GRANDE, que me fue dado presenciar el pasado 18 de octubre en Sevilla, a cuyo Auditorio Rocío Jurado me desplacé hace casi dos semanas. Lo MÁS GRANDE? Id est: un concierto de Wilco, señora. Mi aparente mutismo y/o desidia a la hora de actualizar Estatuas Verdes no me impedirá –ahora que se acerca el 5º aniversario de un blog que al que solo los más fieles seguís atentos- contaros que el pasado jueves 18 en Sevilla conocí la canela.

Un concierto de Wilco es como si todos los planetas se alinearan, como si los edificios altos temblaran, como si yo fuera el hombre que te quiere. Ya tuve la suerte de verlos en el Territorios 2009, un set mucho más corto aunque igualmente edificante, pero miento: este concierto último ha sido infinitamente mejor. Es que Wilco son mejores ahora? Puede que sí, señora, aparte de que desde entonces han sacado un discazo nuevo (The Whole Love, 2011), el curioso fenómeno personal que se ha producido en estos años es que yo me he dedicado a escuchar su música como si la fuesen a prohibir (ya sabéis lo que puse aquí del Yankee Hotel Foxtrot, 2002).


“Wilco? No los conoce nadie!” –me decían varias personas cuando les contaba acerca de una ilusión que me duraba desde que compré la entrada en el mes de julio. “Ya ya ya ya: shshshshsh!!!” –era siempre mi respuesta, de nada valía que yo explicara que cada vez que vienen a España salen en el telediario de TVE 1 (y lo que dice Ana Blanco es importante, verdad?). O que tratara de describir su estatus de critic darlings como probablemente la banda alternativa más respetada del mundo (con permiso de Radiohead). A mí me daba igual porque Wilco son, han sido y serán “Nº1 en mi casa”, por rescatar esa expresión que acuñé en la adolescencia para hablar de aquellos grupos musicales que me flipan pero que a la peña parecen no importarles.

Pues así aconteció que, teniendo en mi poder toda la discografía del grupo de Chicago, habiéndola escuchado intensivamente, habiendo petado mi perfil de Facebook de fotos de Jeff Tweedy en traje Nudie y con los arañazos todavía de envidia a los que disfrutaron de su triunfante actuación en el pasado Primavera Sound de Barcelona, acudí a ver a Wilco. Ah, y también me había estudiado sus más recientes setlists de los conciertos de Barcelona, Madrid, Bilbao, y dos en Italia, por ver si averiguaba por dónde irían los tiros del repertorio sevillano (no llego a los niveles del buen Mojaquero, que se estudia las letras antes de los conciertos, pero esta vez quería ir preparado). 


Difícil, porque los setlists varían mucho en composición y extensión, cada concierto es una sorpresa.
El concierto en sí: en inmejorable compañía (bueno, solo me faltó saludar al buen Fritanga, que andaba por allí también, amén de no menos de seis miembros del afamado blog literario Estado Crítico), Wilco aparecieron puntuales a las 22:15. Lo que ofrecieron a continuación durante dos horas fueron 25 bofetadas para la conciencia o 25 cucharadas de jarabe para el alma, según se prefiera. Al decir de los mayores wilcólogos que conozco (con permiso del buen Malatesta, de quien confieso me acordé durante todo el concierto), la banda lo bordó, tocaron cojonudamente, todos dimos gracias por haber coincidido en el espacio/tiempo con Nels Cline -el Guitarrista que bajó de los Cielos- y el repertorio nos satisfizo por completo (mejor que el de Madrid, Barcelona y Bilbao).

El sonido no fue de 10, también hay que decirlo, hubo un pelín de saturación o no sé si es que yo me encontraba demasiado cerca de los altavoces, pero la voz de Jeff Tweedy se escuchaba perfectamente, y cuando tocaban con tres guitarras me parecía estar viendo a Buffalo Springfield después de ir al gimnasio (en palabras del buen Fran G. Matute, quien también estaba allí, “Suenan cojonudos!”). Todos hicieron su gracia, no solo Tweedy y Cline: Glenn Kotche se puso de pie tocando la batería, Pat Sansone tocó hasta las maracas y Jorgensen y Stirratt también estuvieron estupendos a los teclados y el bajo, respectivamente. Mi recuerdo del concierto es un frenesí detrás de otro (para diversión y asombro de mi novia), y el mejor recuerdo con el que puedo dejaros es plantificar aquí el setlist.


Nunca lo hago (nunca lo he hecho, en verdad), pero nada de lo que diga o las pinceladas que dé sobre tal o cuál canción podrán ni empezar a transmitir mis sentimientos al escuchar esta música. Mmmmmmm….. Parafraseando a vuestro admirado Lopico de Vega, ¡esto es Wilco! Quien lo probó lo sabe...

1. Dawned On Me
2. War On War
3. I Might
4. Ashes of American Flags
5. Born Alone
6. Spiders (Kidsmoke)
7. Misunderstood
8. Art of Almost
9. Standing O
10. Via Chicago
11. Impossible Germany
12. Jesus, Etc.
13. Hate It Here
14. Handshake Drugs
15. Shouldn’t Be Ashamed
16. Whole Love
17. Heavy Metal Drummer
18. I’m the Man Who Loves You
BISES:
19: California Stars
20: You and I (a dúo con “my good friend Elena”, según Jeff)
21: The Late Greats
22: Monday
23: Outtasite (Outta Mind)
24: Hummingbird
25: A Shot In the Arm

(Fuente: wilco.net … que servidor no es tan freak!!!)

jueves, 4 de octubre de 2012

La commedia è finita


Woody Allen: Exceso de tragedia? Ja, ja, ja, ja, ja, jajota. Woody Allen… habría tanto que decir… el cultureta, el denostado, estuvo de moda, ahora no, a todo el mundo le gustó Match Point (2005)… ahora resulta que es un genio, ahora resulta que es un mierda… este debate me aburre, de modo que zanjémoslo de una vez por todas: Woody Allen es un genio. De nada.

Que Woody Allen es uno de mis G.R.A.N.D.E.S. es algo que ya he contado en varias ocasiones (me da hasta pereza buscar los links donde he hablado de él). Como director de cine será así o asao, pero para mí va más allá, es un crack como creador de historias, de personajes, como pensador, como agitador cultural, como bufón… me encantan sus discos de monólogos y sus relatos y obras de teatro, además de sus películas. Cada año hace una, está claro que no todas puede ser maravillosas ni obras maestras pero es necesario verlas porque como mínimo suelen estar entretenidas.


A mí Midnight In Paris (2011) me pareció un prodigio, a la altura de sus grandes obras, sinceramente qué puede tener de malo una película tan maravillosa y vitalista. Que es una fantasía? Que no es real? Señora…usted se ha dado cuenta de que estaba viendo figuras de colores en movimiento sobre una sábana blanca? Se llama ficción cinematográfica, gracias. Ahora nos llega A Roma con amor (2012), la última del G.R.A.N.D.E., rodada en… precisamente (aquí otra salva de críticas: que si Allen es un pesetero, que si se va a rodar a donde le dan dinero, sea Oviedo, París, Roma o Londres… Exacto. Y…?) Lo que si debiera ponernos en guardia acerca de esta película es que en ella participa el siempre chocante Roberto Benigni, algo que sin duda es motivo de que muchos nos llevemos la mano a la cartuchera. Y Penélope Cruz, otra que tampoco es santo de la devoción de muchos de vosotros.

La buena noticia es que tanto uno como otra están correctos en la peli, es más, están cómicos, que es lo que se pretendía, de modo que por ahí, genial. Sabido es que Allen siempre utiliza para sus producciones a los anti-actores (desde el respeto): por ejemplo Owen Wilson, el Bardem, el nota de American Pie, Leonardo Di Caprio, Will Ferrell, Scarlett Johansson, etc… Aquí, además de los citados aparecen el propio Allen, Alec Baldwin o el nota de La red social, amén de decenas de actores italianos que nadie conoce (A excepción de Ornella Muti, en su mejor papel desde Flash Gordon, 1980).


La historia es simple: se trata de cuatro historias diferentes no entrecruzadas, mira por dónde una novedad. No existe ninguna absurda maleta ni habitación de hotel que proporcione la débil excusa para entrelazar los cuentos. Son cuatro historias de amor cómicas con el único denominador común de desarrollarse en Roma. No quiero desvelar demasiado de la trama, digamos que en las cuatro historias, enmarcadas por una especie de narradores absurdos, aparecen elementos inexplicables o fantásticos (onda Cortázar, no onda Tolkien). Estos elementos, que por pueriles u obvios no dejan de funcionar, proporcionan la fuerza cómica detrás de la película, al servir de estímulo para que se desarrollen unas tramas que de otro modo no tendrían interés.

Tampoco faltan los chistes ateos y macabros, el palotismo sexual y los comentarios culturetas de rigor: sus citas de Rilke, Ezra Pound, W.B. Yeats y lo que se ponga por delante, pero imbricados en la trama de una de las historias de manera muy graciosa y eficaz.  Si no, no es una peli de Woody Allen, eso se sabe.


De las cuatro historias quisiera destacar especialmente dos: la de Roberto Benigni (dejad de gritarme), una fábula sobre la fama que nos recuerda mucho al experimento que realizó hace poco un pavo anónimo que se hizo seguir por unas cámaras en Times Square (es un caricato y se llama Brett Cohen, ved la cosa en YouTube: merece la pena) y la del propio Allen, quien hace de suegro de una chica americana que se promete con un italiano y ambas familias deciden conocerse. Esta última historia me hizo reír tanto que no me podía creer lo que estaba viendo en pantalla, no voy a contaros por qué para no fastidiaros, pero baste decir que son las mejores escenas de ducha desde Psicosis (1960), y las mejores versiones del Pagliacci (1892) de Leoncavallo desde Queen…


Con estos mimbres no podéis dejar de ir a ver A Roma con amor, no os voy a mentir, no se trata de una de las mejores películas de Woody Allen, ni es una obra maestra, pero es entretenidísima, a ratos graciosísima. A mí eso me basta, y me sirve para conjurar todas esas críticas de mal rollo que me estaban llegando sobre esta peli. Si os da coraje Woody Allen, lo que digo siempre: no la toquéis ni con un palo. Pero si sois personas normales, acercaos a verla, hombre, y no os arrepentiréis.
 
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