Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

¿Qué fue de Jorge Sanz?


Sé que todos estáis esperando con el mismo interés que yo (o más) la nueva película de David Trueba: Madrid, 1987. De aquí a que se estrene, se hace imprescindible saciar la ansiedad con alguna obra del Trueba bueno (“el Trueba no jazz”, para entendernos), Personaje Oro de Estatuas Verdes. En estas estábamos cuando han editado en DVD la serie de televisión que hizo en 2010 para Canal Plus: ¿Qué fue de Jorge Sanz? Su visionado se hace imprescindible pues fue saludada como la gran novedad televisiva en España, y aunque en otros países haya habido cosas parecidas (Larry David, 2000- , se me ocurre, o muchos mockumentaries), lo cierto es que aquí no existía nada tan real, cómico pero aparentemente descuidado y pseudoconfesional desde los “Testimonios” de La Hora Chanante.

Si hubiera que incluir ¿Qué fue de Jorge Sanz? dentro de un género este sería la comedia, sin lugar a dudas. Pero no es una sitcom al uso, la serie consta de seis episodios de entre 30 y 40 minutos, cada uno con sentido completo, hilvanados por la evolución de Jorge Sanz, el niño prodigio trocado en galán bajito trocado en –nos quieren hacer creer- juguete roto. En realidad Jorge Sanz en todos estos años no ha dejado de trabajar, y no ha caído –que se sepa- en ningún horror sin fondo de alcoholismo, droga, ruina o cárcel. Es solo que desde que fracasara estrepitosamente con la serie El inquilino (2004) “su carrera ha ido un poco lenta” (por decirlo en términos de El gran Lebowski).


El gran chiste sobre Jorge Sanz, sobre el que toda la serie descansa, es que una persona pueda sentirse acabada a los 40 años: su mejor época queda lejos… los premios, el acoso de las fans, los grandes proyectos de la A List, su físico incluso, que lo convirtió en un imán para no pocas jamelgas. ¿Qué fue de Jorge Sanz? muestra a un actor desmejorado físicamente, a ratos desmoralizado pero sin perder la ilusión por plantar batalla. Algo pícaro (sospecho que este rasgo la ficción lo exagera), nos encontramos con un Jorge Sanz que ante todo sabe reírse de sí mismo (cosa que resulta palmaria desde el punto y hora en que la serie existe).

En el periplo basado en la cotidianeidad de Sanz fabulada nos encontramos abundantes cameos de otros grandes del cine español de las últimas décadas: Antonio Resines, Santiago Segura, Juan Luis Galiardo… y menciones a otros como Almodóvar, Quique San Francisco o Fernando León de Aranoa. También hay ficción: por ejemplo, Vicente Haro hace de padre de Sanz y Ayanta Barilli (la imposible hija de Sánchez Dragó) de una cachonda directora de banco.


Preludiados por clips de pelis clásicas de Sanz (Crónicas del Alba. Valentina, 1982, El año de las luces, 1986, Amantes, 1991…), los episodios de la serie están plagados de bromas recurrentes, todas a costa del actor. Que si de chico era más guapo, que si como galán resultaba corto de talla, su agria polémica con Almodóvar, el batacazo de El inquilino… mortificando al desmejorado actor, a quien además de pícaro se retrata como juerguista, pero siempre con buen corazón y amante de su profesión.

El tratamiento -ya se ha dicho- es realista, cuasi objetivo, la vida de Jorge Sanz pasa ante nuestros ojos como si de un documental se tratase, subrayada tan solo por el uso obsesivo de una canción de Eels y la sintonía “Civic Pride” del enorme Darren Hayman (que abría su disco Pram Town, 2009, se acordáis?).


Dejando aparte el hecho de que soy un incondicional de David Trueba y bastante fan de Sanz, mi veredicto sobre la serie es de un notable alto. No la considero obra maestra, pues aunque la idea de partida es magnífica, su desarrollo no alcanza todo lo que parece prometer. No sé si lo bueno si breve etcétera, pero a mí que solo hayan hecho seis episodios me ha sabido a poco. Además, en ocasiones, los ultrarrealistas diálogos me han parecido un poco insustanciales, aunque entiendo que estarán pulidos al máximo (precisamente por eso no quiero ver ni un minuto “de relleno”).

El 80% de los diálogos y el guión de Trueba sí me parecen cojonudos, y el otro hallazgo de la serie lo dejo para el final. Se trata de Eduardo Antuña, en el papel de Amadeo Gabarrón, ex vendedor de quesos metido a representante de Jorge Sanz sin tener ni puta idea del negocio. Entre losers anda el juego, ya que parece que tanto Trueba como Sanz iniciaron el proyecto cuando estaban sin trabajo y sin un duro, y es que, si queréis una de las claves de la serie, según su director no solo se trata de ¿Qué fue de Jorge Sanz? después de tantos años sino también de qué ha sido de nosotros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siento disentir. Jorge Sanz me parece el peor actor de España. Cuando era chico tenía un pase, pero es que los niños lo hacen siempre bien. Si no, mira tú los odiosos niñitos de canal sur, que más parecen jívaros que niños, odiosos pero absolutamente actores. Sí, sí, esos que salen con Juan y medio. Yo le dí su oportunidad, pero después de ver su lamentable actuación en aquella preciosa peli de Amantes, le perdí el cariño o el respeto para siempre. Me cae bien, más aún desde que le ví siguiendo al paso de Cristo del Dulce Nombre (La Bofetá). La que yo le daba. No me digáis que es bueno, por fa. Me desmoralizo.

Anónimo dijo...

Sinceridad??? no me atrae el Jorgito....

 
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