Como veo que el buen Fran G Matute no trata el tema en su Almanaque de otoño, siento que ha llegado el momento de que se aborde de una vez en la blogosfera la nueva película de Iron Man. No ha mucho que hablé aquí de superhéroes y cine, me remito a lo que dije entonces sobre el universo Marvel: todo es relevante aquí, puesto que Iron Man también es una creación de Stan Lee (igual que La Patrulla X, Spider-Man, el Increíble Hulk, Los 4 Fantásticos o Daredevil).
Acudí a la peli con muchísima ilusión, me bastó saber que era la historia de Iron Man, y ver en el trailer dos detalles fundamentales: 1) Que en la banda sonora salía la canción “Iron Man” de Black Sabbath y 2) Que el traje de Iron Man era rojo y amarillo (esto no último no es una tontería: hay que ver el vertiginoso proceso de aggiornamento textil al que constantemente se somete a los superhéroes, véase Superman, Batman o los X-Men). Me bastó saber eso, como digo, y no me metí en más averiguaciones. Tanto es así que a la puerta del cine hablaba por teléfono con un amigo y lector:
“Voy a ver Iron Man”. “Pues Robert Downey, Jr. debe estar para sacar a pasear a los nietos”. “No lo pongo en duda pero, ¿qué tiene eso que ver con esta conversación?”. Yo ni siquiera sabía cuál era el elenco. Una vez sabido, la presencia de Gwyneth Paltrow y de Jeff Bridges ya me aseguraba un festival para los ojos pero claro, las pelis de superhéroes tampoco es que se caractericen por sus memorables interpretaciones. Salvo esta. Frases fantoches aparte (los diálogos, ya se sabe: ¡qué mala es la transposición de la viñeta al celuloide!), me pareció que había en Iron Man una presentación y una interacción entre personajes poco frecuente en este tipo de cine.
Pero claro, el que roba el espectáculo (como dicen en inglés) es el señorito Robert Downey, Jr. Dejando a un lado el asunto de los nietecillos, me atrevo a decir que la actuación de este hombre en Iron Man es la mejor desde… el videoclip “I Want Love” de Elton John. Otro plus del asunto es el hecho bien sabido de que Robert Downey, Jr. sea un redomado politoxicómano, cuya vida no se me antoja ejemplo de virtudes. De ahí que verle interpretar al disoluto Tony Stark (mujeriego, jugador, irresponsable, borrachuzo y más) tenga un puntito de morbo insoslayable. Sería como ver a Ernesto de Hannover en un remake de Días sin huella, para que me entendáis.
El pavo luce también una musculatura importante (eso sin la armadura de acero) y el decoro de Estatuas Verdes me impide comentar aquí la musculatura que luce Gwyneth Paltrow en el papel de la abnegada secretaria Virginia “Pepper” Potts. Otro factor que contribuye a que la peli me gustara es el papel de villano que hace Mr. Jeff Bridges. ¡Madre mía, qué miedo! Verlo ahí calvorota con su barba blanca… y además es un traidor y un hipócrita, lo que lo hace más guay porque no es un malo maloso de los que se ven venir.
La trama es lo de menos. Es la historia de Iron Man, os remito al cómic, pero puesta al día con el trasfondo de la actual paranoia por la inseguridad mundial y la “Guerra contra el Terror” (eficaz correlato de aquella Guerra Fría que hizo necesarios a tantos superhéroes). De hecho, una importante sección de la peli se desarrolla en el Afganistán post 11-S de la ministra Chacón, de tal modo que durante el primer tercio me temí lo peor: una turraza infumable y encima ideológica. Pero nada de eso, amigos, esto es acción pura y dura. Mamporros, explosiones, canciones de rock duro, y con sus toques de humor, no creáis. Sí, ya lo sé: he definido lo que viene a ser un cómic de superhéroes. En palabras (sacadas de contexto) de uno de los personajes, “una obra maestra de la muerte”.
Acudí a la peli con muchísima ilusión, me bastó saber que era la historia de Iron Man, y ver en el trailer dos detalles fundamentales: 1) Que en la banda sonora salía la canción “Iron Man” de Black Sabbath y 2) Que el traje de Iron Man era rojo y amarillo (esto no último no es una tontería: hay que ver el vertiginoso proceso de aggiornamento textil al que constantemente se somete a los superhéroes, véase Superman, Batman o los X-Men). Me bastó saber eso, como digo, y no me metí en más averiguaciones. Tanto es así que a la puerta del cine hablaba por teléfono con un amigo y lector:
“Voy a ver Iron Man”. “Pues Robert Downey, Jr. debe estar para sacar a pasear a los nietos”. “No lo pongo en duda pero, ¿qué tiene eso que ver con esta conversación?”. Yo ni siquiera sabía cuál era el elenco. Una vez sabido, la presencia de Gwyneth Paltrow y de Jeff Bridges ya me aseguraba un festival para los ojos pero claro, las pelis de superhéroes tampoco es que se caractericen por sus memorables interpretaciones. Salvo esta. Frases fantoches aparte (los diálogos, ya se sabe: ¡qué mala es la transposición de la viñeta al celuloide!), me pareció que había en Iron Man una presentación y una interacción entre personajes poco frecuente en este tipo de cine.
Pero claro, el que roba el espectáculo (como dicen en inglés) es el señorito Robert Downey, Jr. Dejando a un lado el asunto de los nietecillos, me atrevo a decir que la actuación de este hombre en Iron Man es la mejor desde… el videoclip “I Want Love” de Elton John. Otro plus del asunto es el hecho bien sabido de que Robert Downey, Jr. sea un redomado politoxicómano, cuya vida no se me antoja ejemplo de virtudes. De ahí que verle interpretar al disoluto Tony Stark (mujeriego, jugador, irresponsable, borrachuzo y más) tenga un puntito de morbo insoslayable. Sería como ver a Ernesto de Hannover en un remake de Días sin huella, para que me entendáis.
El pavo luce también una musculatura importante (eso sin la armadura de acero) y el decoro de Estatuas Verdes me impide comentar aquí la musculatura que luce Gwyneth Paltrow en el papel de la abnegada secretaria Virginia “Pepper” Potts. Otro factor que contribuye a que la peli me gustara es el papel de villano que hace Mr. Jeff Bridges. ¡Madre mía, qué miedo! Verlo ahí calvorota con su barba blanca… y además es un traidor y un hipócrita, lo que lo hace más guay porque no es un malo maloso de los que se ven venir.
La trama es lo de menos. Es la historia de Iron Man, os remito al cómic, pero puesta al día con el trasfondo de la actual paranoia por la inseguridad mundial y la “Guerra contra el Terror” (eficaz correlato de aquella Guerra Fría que hizo necesarios a tantos superhéroes). De hecho, una importante sección de la peli se desarrolla en el Afganistán post 11-S de la ministra Chacón, de tal modo que durante el primer tercio me temí lo peor: una turraza infumable y encima ideológica. Pero nada de eso, amigos, esto es acción pura y dura. Mamporros, explosiones, canciones de rock duro, y con sus toques de humor, no creáis. Sí, ya lo sé: he definido lo que viene a ser un cómic de superhéroes. En palabras (sacadas de contexto) de uno de los personajes, “una obra maestra de la muerte”.
3 comentarios:
No había comentado nada porque sabía que tú lo harías mejor.
"Iron Man" es, en efecto, una gratísima sorpresa, tanto dentro del género "superhéroes" como en relación con todo el cine de ciencia-ficción. Grandes actuaciones (ahora nadie se acuerda, pero Robert Downey Jr fue en su momento el Daniel Day-Lewis de nuestros días... "uno de los mejores actores de su generación") y excelentes efectos especiales.
Una peli entretenidísima, que no insulta al intelecto, y contenida en sus potenciales múltiples excesos.
vaya vaya... y pensar que no me hacia muchas esperanzas... pues habrá que verla!!!^^
Ayer la vi, y suscribo todo lo dicho. Resalto que a pesar de que dura mas de 2 horazas, se hace corta!
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