(Harvest me enseña una postal que le envié hace quince meses, y que hoy tengo a bien transcribiros)
-Hay una hora en la que las calles de Palermo despiden a los muchos paseantes y dan la bienvenida con sus brazos barrocos a otros que ya empiezan a poblarlas.
-En agosto, esto coincide con las ocho y media o las nueve, podría decirse que con el ocaso o -como sentencian ciertas guías-, “el mejor momento para ver Piazza Pretoria”.
-Sucede entonces un fenómeno curioso, antiguo, casi imperceptible. La ciudad reparte entre los viandantes un regalo de pobreza y de dignidad, de luz y sal en verano.
-Y de este sutil modo, aquellos que transitan por sus calles, los de hace un momentito, ya no serán los mismos.
Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.
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4 comentarios:
Quiero ir a Sicilia! Quiero ir a Siciliaaaaa!!!! ERASMUS quiza? a mi ya se me pasó el arroz!
Mua
Molto bello :)
Tres hurras por el arte postálico, disciplina en franco declinamiento.
Joder, lo que está en franco declive es mi dominio del castellano. (En mi defensa diré que tengo mucho cambio de idiomas últimamente).
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