“Sí, sí, ‘Bono’, que viene de ‘bueno’: Bono... ¡bonísimo!”
(Muchachada Nuí)
De entre todos los personajes que pretenden haber inventado el chicle, pocos me resultan tan chocantes como Bono (el de U2, no el consuegro de Raphael). Suele ocurrir con estos dioses del rock que llenan estadios que tienen egos del tamaño de estadios. Lo mismo me pasaba con John Lennon o Jim Morrison: que no los aguanto. Menos mal que a Thom Yorke no le hace caso nadie, que si no…
Nunca he sido fan de U2 y sin embargo desde 1992 sigo con curiosidad su carrera (desde lejos). Sus piruetas comerciales, sus intentos por reinventarse y sobre todo, sus esfuerzos por continuar en el candelabro a toda costa. Sus cimas artísticas pocas, la verdad, pero eso hoy es lo que menos importa. Me caen mal desde que oí a Bono agradecer el Premio MTV al Mejor Grupo 1995 diciendo: “Vaya, y eso que este año no hemos sacado disco ni hemos dado conciertos... a lo mejor ahí está el truco!”
Y sin embargo sería un mentiroso si no admitiera que esta gente tiene (al menos) una docena de canciones que me emocionan y otras tantas que me dan subidón. Pero yo no voy a verlos por eso, sino para formar parte del circo. Esperemos que esta noche a Bono no le dé por llamar al Papa desde el escenario. Esta noche acudiré –Dios menguante- al concierto que dan U2 en Sevilla, lo más grande musicalmente (y circensemente) que se ha visto en la capital andaluza, y recuerdo que en dos años llevan Madonna, Depeche Mode, Bruce Springsteen, Héroes del Silencio y AC/DC.
Desde que me enteré que U2 tocaban quise ir, pese al exorbitado precio de las entradas (“¡Y luego dicen que la ópera es cara!” –comenta el profesor de música del insti de Harvest), pero el papel se ha vendido a un ritmo tal que a los dos días ya se había agotado lo que yo me podía/quería permitir y me quedé a dos velas. Tampoco era el fin del mundo, aunque confieso que tenía a todo el que quisiera escucharme sobre aviso para que me consiguiera una entrada. Porque sospechaba que iba a ser una ocasión memorable.
Luego por lo visto ha habido entradas “baratas” para dar y regalar, por lo del cambio de fecha y tal (en principio el concierto estaba fijado para ayer, día de la huelga). En una carambola del destino un amigo y lector me ha ofrecido una que su hermano no iba a querer, o sea que se va a obrar el mirlo. He querido dejar constancia previa al concierto de mi estado de ánimo y expectativas, no sea que mañana me dé por escribir a) un post ditirámbico en loa de unos genios del rock, o b) un post cáustico y malalechoso para cagarme en unos estafadores.
Tengo bastante ilusión en el concierto, y no tengo más porque hace poco que me enteré de la disponibilidad de la entrada. Mi estado de ánimo es expectante/favorable con unas gotitas de escepticismo y una rodaja de ironía. No me he repasado la discografía de U2, ni he escuchado su último disco, ni sé cómo lleva el bigote ahora The Edge, ni nada de eso. Me limitaré a acudir y a cerrar los ojos tratando de dejar que la música me llegue. Y rezaré para que tiren de grandes éxitos…
(Muchachada Nuí)
De entre todos los personajes que pretenden haber inventado el chicle, pocos me resultan tan chocantes como Bono (el de U2, no el consuegro de Raphael). Suele ocurrir con estos dioses del rock que llenan estadios que tienen egos del tamaño de estadios. Lo mismo me pasaba con John Lennon o Jim Morrison: que no los aguanto. Menos mal que a Thom Yorke no le hace caso nadie, que si no…
Nunca he sido fan de U2 y sin embargo desde 1992 sigo con curiosidad su carrera (desde lejos). Sus piruetas comerciales, sus intentos por reinventarse y sobre todo, sus esfuerzos por continuar en el candelabro a toda costa. Sus cimas artísticas pocas, la verdad, pero eso hoy es lo que menos importa. Me caen mal desde que oí a Bono agradecer el Premio MTV al Mejor Grupo 1995 diciendo: “Vaya, y eso que este año no hemos sacado disco ni hemos dado conciertos... a lo mejor ahí está el truco!”
Y sin embargo sería un mentiroso si no admitiera que esta gente tiene (al menos) una docena de canciones que me emocionan y otras tantas que me dan subidón. Pero yo no voy a verlos por eso, sino para formar parte del circo. Esperemos que esta noche a Bono no le dé por llamar al Papa desde el escenario. Esta noche acudiré –Dios menguante- al concierto que dan U2 en Sevilla, lo más grande musicalmente (y circensemente) que se ha visto en la capital andaluza, y recuerdo que en dos años llevan Madonna, Depeche Mode, Bruce Springsteen, Héroes del Silencio y AC/DC.
Desde que me enteré que U2 tocaban quise ir, pese al exorbitado precio de las entradas (“¡Y luego dicen que la ópera es cara!” –comenta el profesor de música del insti de Harvest), pero el papel se ha vendido a un ritmo tal que a los dos días ya se había agotado lo que yo me podía/quería permitir y me quedé a dos velas. Tampoco era el fin del mundo, aunque confieso que tenía a todo el que quisiera escucharme sobre aviso para que me consiguiera una entrada. Porque sospechaba que iba a ser una ocasión memorable.
Luego por lo visto ha habido entradas “baratas” para dar y regalar, por lo del cambio de fecha y tal (en principio el concierto estaba fijado para ayer, día de la huelga). En una carambola del destino un amigo y lector me ha ofrecido una que su hermano no iba a querer, o sea que se va a obrar el mirlo. He querido dejar constancia previa al concierto de mi estado de ánimo y expectativas, no sea que mañana me dé por escribir a) un post ditirámbico en loa de unos genios del rock, o b) un post cáustico y malalechoso para cagarme en unos estafadores.
Tengo bastante ilusión en el concierto, y no tengo más porque hace poco que me enteré de la disponibilidad de la entrada. Mi estado de ánimo es expectante/favorable con unas gotitas de escepticismo y una rodaja de ironía. No me he repasado la discografía de U2, ni he escuchado su último disco, ni sé cómo lleva el bigote ahora The Edge, ni nada de eso. Me limitaré a acudir y a cerrar los ojos tratando de dejar que la música me llegue. Y rezaré para que tiren de grandes éxitos…
4 comentarios:
¿Para cuándo Ronnie Wood en Sevilla?
Pues no creáis, que yo anoche también estuve viendo a los U2 en Sevilla ("Sigo siendo ese niño que un día salió de Dublin con... la cabeza llena de sueños") y a la salida el gran runrún en todas las bocas era que lo próximo ya tenían que ser los Rolling... qué despedida más bonita sería para el Sr. Monteseirín!...
Concierto de U2. Qué poco gusto, qué vulgaridad. Migue.
pero hubo merienda cena?
lvtc
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