Es una verdad universalmente aceptada que todo lo que la gente va a hacer a la playa lo podría hacer mejor (más a gusto, más fresquito, más cómodo) en otros sitios. Casi todo: porque admito que para leer no hay nada como la playita. Por esa razón me voy allí una semana y me leo unos cuantos libros. He aquí algunas recomendaciones, ya sabéis que soy dado a la hipérbole pero bueno, creo que hay algo para todo el mundo. Con que una sola persona se lea un solo libro de los que voy a recomendar –o no- este verano ya me sentiré justificado.
Todo modo (1974), de Leonardo Sciascia. El buen Ale Luque, experto en literatura siciliana, me hace una meritoria advertencia: “Pégale a Todo modo”. Se trata de una inquietante novelita policiaca de esas de unidad de acción, lugar y tiempo, con un detective más bien filosófico e intelectual, nada de novela negra, vous comprenez. Pero lo singular del caso es que los crímenes se desarrollan en un retiro espiritual protagonizado por la jerarquía de la política, la gran industria, la banca y la Iglesia, todo ello dirigido por el inteligente y siniestro Padre Gaetano.
El narrador es un pintor de renombre, aburrido, que por casualidad va a dar a este cenáculo de poder, corrupción y religiosidad hipócrita y acaba participando en el sarao. Mucha crítica a la política italiana y sus chanchulleos, a la Democrazia Cristiana, y un montón de reflexiones sobre la naturaleza humana, la ética, la política y la Biblia en pasta (perdón por el chiste fácil). El libro me ha gustado, pero confieso que al final se me ha quedado un poco cara de tonto, con la resolución del misterio.
La buena letra (1992), de Rafael Chirbes. Se rieron de mí cuando me dio por leerme Crematorio (2007), una de las más importantes novelas españolas de esta década. Pero Chirbes se estaba forjando ya desde antes una trayectoria de una solidez impresionante, parece un tipo destinado a figurar en los manuales de literatura. Esta novelita de pocas páginas y letra grande mete el bisturí en la gran ampolla de la Memoria Histórica, la posguerra civil, etc. Con una solvencia, una objetividad y a la vez una sensibilidad como no veía desde Los girasoles ciegos (2004).
Pero aquí nos encontramos ante una historia única, que una madre cuenta a su hijo ya adulto para justificarse y abrirle su corazón sobre una serie de acontecimientos que van conformando la historia de una familia que bien pudiera servir como metáfora de España desde 1939 en adelante. Sé que suena a rollo pero os aseguro que se trata de una obra maestra de lirismo y precisión lingüística, cuya recomendación debo al buen Donsergio Que. Este libro no os lo perdáis.
Perorata del apestado (1981), de Gesualdo Bufalino. En mi vida había oído hablar de este autor siciliano, hasta que me lo recomendó también Ale Luque. La perorata no es otra cosa que el monólogo/confesión de un veterano de guerra enfermo de tuberculosis encerrado en un sanatorio en 1946. Allí, al borde de la muerte, traba una serie de relaciones extremas, con el médico, con un religioso, con sus compañeros de enfermedad, con una mujer. Enfermedad y salud se confunden, aparece una nueva ética de los moribundos, de los desahuciados, las reglas que sirven al resto de los mortales sanos en ese sito de horror ya no sirven.
Y qué prosa, amigos, qué prosa poética. Quién supiera italiano para leerla en versión original. A la riqueza de vocabulario hay que añadir la intuición de las imágenes, los sentimientos, las reflexiones sobre el sentido de la vida estando al límite de la muerte. Belleza y muerte, amor y muerte, la muerte rondando como un personaje más (con el coraje que me da a mí esta tópica frase), todo como drama medieval y barroco que se desarrolla en un monte con vistas a Palermo, la medieval y barroca.
Si te comes un limón sin hacer muecas (2007), de Sergi Pàmies. Mucha gente vio en El último libro de Sergi Pàmies (2000) un punto de inflexión en su cuentística, y el buen Harvest me recomienda encarecidamente esta nueva entrega de Pàmies. La verdad es que estos últimos relatos son cojonudos. En su introducción, Vila-Matas se deshace en ditirambos, y eso que no cabe pensar en dos autores estilísticamente más dispares que estos dos catalanes. También ha habido reseñas negativas: que si Pàmies se ha aburguesado, que si cae en el tópico, que si todos sus relatos suenan igual, en plan clónico, que si ha dado con una fórmula…
Todo el mundo puede dar su opinión, en mi caso os digo que esta colección de veinte cuentos breves o brevísimos me ha parecido una pasada, ha hecho que me dé vueltas la cabeza, y me ha recordado a los sospechosos habituales: Borges, Cortázar, Monterroso… Ha habido en concreto media docena de ellos (“Ficción”, “Como dos gotas de agua”, “Sangre de nuestra sangre”, “Brindis”, “La vida dulce”…) que he necesitado leer por segunda vez inmediatamente. Se te quedan como un chicle en la suela, ya me diréis, este libro también tenéis que leerlo.
Otro día sigo.
Todo modo (1974), de Leonardo Sciascia. El buen Ale Luque, experto en literatura siciliana, me hace una meritoria advertencia: “Pégale a Todo modo”. Se trata de una inquietante novelita policiaca de esas de unidad de acción, lugar y tiempo, con un detective más bien filosófico e intelectual, nada de novela negra, vous comprenez. Pero lo singular del caso es que los crímenes se desarrollan en un retiro espiritual protagonizado por la jerarquía de la política, la gran industria, la banca y la Iglesia, todo ello dirigido por el inteligente y siniestro Padre Gaetano.
El narrador es un pintor de renombre, aburrido, que por casualidad va a dar a este cenáculo de poder, corrupción y religiosidad hipócrita y acaba participando en el sarao. Mucha crítica a la política italiana y sus chanchulleos, a la Democrazia Cristiana, y un montón de reflexiones sobre la naturaleza humana, la ética, la política y la Biblia en pasta (perdón por el chiste fácil). El libro me ha gustado, pero confieso que al final se me ha quedado un poco cara de tonto, con la resolución del misterio.
La buena letra (1992), de Rafael Chirbes. Se rieron de mí cuando me dio por leerme Crematorio (2007), una de las más importantes novelas españolas de esta década. Pero Chirbes se estaba forjando ya desde antes una trayectoria de una solidez impresionante, parece un tipo destinado a figurar en los manuales de literatura. Esta novelita de pocas páginas y letra grande mete el bisturí en la gran ampolla de la Memoria Histórica, la posguerra civil, etc. Con una solvencia, una objetividad y a la vez una sensibilidad como no veía desde Los girasoles ciegos (2004).
Pero aquí nos encontramos ante una historia única, que una madre cuenta a su hijo ya adulto para justificarse y abrirle su corazón sobre una serie de acontecimientos que van conformando la historia de una familia que bien pudiera servir como metáfora de España desde 1939 en adelante. Sé que suena a rollo pero os aseguro que se trata de una obra maestra de lirismo y precisión lingüística, cuya recomendación debo al buen Donsergio Que. Este libro no os lo perdáis.
Perorata del apestado (1981), de Gesualdo Bufalino. En mi vida había oído hablar de este autor siciliano, hasta que me lo recomendó también Ale Luque. La perorata no es otra cosa que el monólogo/confesión de un veterano de guerra enfermo de tuberculosis encerrado en un sanatorio en 1946. Allí, al borde de la muerte, traba una serie de relaciones extremas, con el médico, con un religioso, con sus compañeros de enfermedad, con una mujer. Enfermedad y salud se confunden, aparece una nueva ética de los moribundos, de los desahuciados, las reglas que sirven al resto de los mortales sanos en ese sito de horror ya no sirven.
Y qué prosa, amigos, qué prosa poética. Quién supiera italiano para leerla en versión original. A la riqueza de vocabulario hay que añadir la intuición de las imágenes, los sentimientos, las reflexiones sobre el sentido de la vida estando al límite de la muerte. Belleza y muerte, amor y muerte, la muerte rondando como un personaje más (con el coraje que me da a mí esta tópica frase), todo como drama medieval y barroco que se desarrolla en un monte con vistas a Palermo, la medieval y barroca.
Si te comes un limón sin hacer muecas (2007), de Sergi Pàmies. Mucha gente vio en El último libro de Sergi Pàmies (2000) un punto de inflexión en su cuentística, y el buen Harvest me recomienda encarecidamente esta nueva entrega de Pàmies. La verdad es que estos últimos relatos son cojonudos. En su introducción, Vila-Matas se deshace en ditirambos, y eso que no cabe pensar en dos autores estilísticamente más dispares que estos dos catalanes. También ha habido reseñas negativas: que si Pàmies se ha aburguesado, que si cae en el tópico, que si todos sus relatos suenan igual, en plan clónico, que si ha dado con una fórmula…
Todo el mundo puede dar su opinión, en mi caso os digo que esta colección de veinte cuentos breves o brevísimos me ha parecido una pasada, ha hecho que me dé vueltas la cabeza, y me ha recordado a los sospechosos habituales: Borges, Cortázar, Monterroso… Ha habido en concreto media docena de ellos (“Ficción”, “Como dos gotas de agua”, “Sangre de nuestra sangre”, “Brindis”, “La vida dulce”…) que he necesitado leer por segunda vez inmediatamente. Se te quedan como un chicle en la suela, ya me diréis, este libro también tenéis que leerlo.
Otro día sigo.
5 comentarios:
¡Y qué bien se ve a las chatis por encima del libro! Migue.
Chatis??eres de la quinta de Ozores o qué?
tomo nota, que aun queda verano, sombrilla y playa, gracias
LOS TIOS SICILIANOS...ANOCHE LO EMPECÉ...
Sciascia uno de mis escritores favoritos, en su día (antes de los dolores, que diría Ch.) me leí todos los que publicó en Bruguera (que entre Sciascia y Mortadelo y Filemón, rien ne va plus). Todo Modo es de sus mejores y su persona fue y es un referente, no sólo literario, en Italia y ailleurs (y hoy). Recomiendo (puestos a ello) El archivo de Egipto y Cándido o un sueño siciliano. Pero todos sus libros tienen interés. Ya léerselos preparando un viaje a Sicilia, el rien ne va plus plus.
Por cierto, ¿cuáles son tus editoriales favoritas por la belleza -perdón a la buena Natalia- de sus ediciones?
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