Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

martes, 6 de diciembre de 2011

La espera


“Aquí seguro que nos buscamos un gato, o algo, somos así” –me dice una persona de mi entorno mientras vemos las imágenes de la última manifestación/huelga general/whatever venida de Grecia con extra de bacon. Motivo? Porque las imágenes que Euronews estaba sirviendo incluían –cómo no- al afamado perro “anarca” de Grecia, sí, ya sabéis cuál os digo: el que sale desde hace meses en todas las manifestaciones. No me digáis que no os habíais dado cuenta. “El perro de Grecia”… enorme: me recuerda a “El monstruo de Atenas”, ese símbolo tan querido de la última novela de Jonathan Franzen, que por supuesto todos estáis leyendo.

Esto venía a cuento de la espera que estamos viviendo en España, hoy Rajoy ha hablado (ha dicho tres frases), tanto que le están criticando su mutismo. Qué esperan que diga? Yo no espero que diga nada, más bien que haga, a ver con qué barrabasadas nos viene el de la barba, cuando tomen posesión él y sus ministros, a ver qué tal, es la espera la que me mata. Veremos aquí al gato de Madrid (los de Madrid no se llamaban “gatos”?) igual que tienen en Atenas a su perrito? Asistiremos aquí a la ceremonia de la protesta tras una brutal bajada de nuestro nivel de vida o prestaciones sociales? Mi entorno, por ejemplo, está convencido de que sí. A mí lo que me mata es la espera.


Pero no quería hoy hablar de eso. De la espera sí, no de economía, curioso cómo la palabra “esperar” tiene en inglés al menos tres traducciones: “wait”, esperar puro y simple, “hope” , esperar esperanzado (valga la renfunflancia) y “expect”, que viene a ser algo así como verse algo venir. De la confusión de estos sentidos de la palabra en español es de donde vienen no pocas escenas de sufrimiento.

“Debemos ser realistas sobre las expectativas” –está diciendo ahora mismo en la tele Ban Ki Moon. Él se refiere al cambio climático, pero a mí me gustaría aplicarlo a cualquier ámbito. He ahí una de las claves para no desesperarse. Para no frustrase, vaya. Hace un momento, hablando con una amiga, hemos comentado uno de esos casos de expectativas erróneas o desmesuradas entre personas, tan frecuentes en otras épocas y en otras biografías. Aquello de esperar algo de alguien y si no lo hace frustrase, sufrir, desesperarse, sentirse triste y todo lo demás, cuando es posible que la otra parte ni siquiera se esté dando por aludida.


Estás hablando de ligoteo, Porerror? Shshshshshshshs! Señora: que cada cual lo interprete como le haga falta. Estoy seguro de que todo el mundo puede remitirse a un episodio conocido en el que esto le ha pasado. Cuidadito con los compromisos, cuidadito con las cesiones y con los regalos (intencionados o no, si son percibidos como tales…). El que nada espera, de nada se sentirá privado cuando no lo tiene. Yo siempre pongo el ejemplo de los concursos de la tele.

Ahora parece que proliferan de nuevo, hubo unos años que no pero desde luego cuando yo era chico estaban en su máximo apogeo. Había premios fabulosos: un coche, apartamentos en afamadas localidades de Levante, sumas astronómicas (todavía recuerdo el día que en el Un, dos, tres ofrecieron 10.000.000 de pesetas “cortesía” de Endesa). En fin, lo más normal era que los concursantes no se llevaran siempre el premio gordo. A punto estaban de conseguirlo, cada concurso tenía su mecánica, pero al final si no lograban acceder a él, el presentador indefectiblemente les decía: “Ooooohhhh! Qué pena! Han perdido ustedes un apartamento en Torrevieja…” Y a mí, francamente, de haber sido uno de los concursantes, siempre me entraban ganas de replicar: “Yo no he perdido nada, amigo, nada tenía cuando llegué. No es que me hayan quitado ustedes mi casa. Lo que sí han perdido ustedes es la posibilidad de que un concursante se fuera satisfecho del programa.”


Os parece triste? Descreído tal vez? No sé qué cursi cineasta o literato decía aquello de que “la vida mancha” o más castizamente, “los años no pasan en balde.” Es posible que la abrasión, la exposición continua a los elementos haga de nosotros instrumentos un poquitín menos afilados, pero también así se van asentando nuestros auténticos perfiles. Y aunque de nada se sale indemne, no preconizo la insensibilidad, nada más lejos: solo tal vez la sensatez. Tranquilos, que no me voy a convertir en el protagonista de “I Am a Rock” de Paul Simon... pero tampoco voy a ir con “El alma al aire” como Alejandro Sanz.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena reflexión Porerror, la comparto en su totalidad. Yo como tú, espero que a Rajoy le iluminen los astros para que el "calvario" que nos va a hacer pasar, sea lo más llevadero posible y no se convierta en una debacle para el país.

CHMA

Anónimo dijo...

Estoy con vosotros en eso, aunque voté al PP porque tengo una esperanza, espero que realista, de que sepan hacerlo mejor que ciertos ineptos que teníamos...aunque en todos sitios cuecen habas...pero bueno a lo que voy...

Hablando de no esperar mucho de algo...ayer precisamente me terminé de leer la Hermandad de la Buena Suerte...y aquello fue el mayor fraude literario jamás escrito....tenía puestas quizás demasiadas esperanzas en Savater?
Espero que con el PP no me pase lo mismo!

Un saludo y genial el post!

Silvia

Anónimo dijo...

¿Del comentario anterior también se desprende que también terminanrán decepcionados los votantes de UPD? Lo digo por lo de Savater.
Un simple mojaquero.

Anónimo dijo...

Si a Savater se le da igual de "bien" rematar los temas en política como se le da rematar sus libros, me temo que sí!
Saludos!
Silvia

Riggy dijo...

En vez de comentar el post, comento los comentarios: madre mía qué horror "La hermandad de la buena suerte". Decepción monstruosa.

Por cierto, me encanta la peli de "Rules of attraction".

Anónimo dijo...

Riggy: uuufff menos mal que alguien comparte opinión conmigo sobre este libro. Decepción monstruosa, no lo habría sabido definir mejor. Se me quedó cara de tonta y sensación de haber perdido el tiempo.

Seguiré la recomendación sobre la peli :)

Saludos
Silvia

Porerror dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios. Y qué alegría da ver las cosas que recomendáis y las que no. Yo me uno al buen Riggy: la peli es de oro, pero más aún la novela en que se basa, del gran Bret Easton Ellis. nada más os digo que esta Navidad la pienso regalar...

Anónimo dijo...

"Aquello de esperar algo de alguien y si no lo hace frustrase, sufrir, desesperarse, sentirse triste y todo lo demás, cuando es posible que la otra parte ni siquiera se esté dando por aludida."

Qué verdad


Brown-haired Shala

 
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