Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

domingo, 22 de enero de 2012

Leer (no) es lo mejor


Uno de los temas recurrentes a la hora del café son los libros. Otro las relaciones (de todo tipo) entre las personas. El otro día se me ocurrió exclamar (ni siquiera al café, fue por sms) aquello de “Leer es lo mejor!” Tal vez fuera porque me había tirado varias horas de farra y de tertulia con unos amigos muy lectores que tengo, y para colmo salíamos de una librería. Lo cierto es que no lo pienso, claro, lo mejor no es leer, lo mejor son otras cosas que tienen que ver con las relaciones entre personas. Pero a veces me ocurre –qué queréis?-, me da por realizar estas afirmaciones taxativas: “El arte es lo mejor!” (a la salida de un museo), “La música es lo mejor!” (escuchando a Elvis Costello), “El queso es lo mejor” (a todas horas) y así sucesivamente…

Cuántas veces, sin embargo, nos habremos refugiado en los libros por creer que en ellos encontraremos lo que las personas nos niegan o nos han quitado? Hablo de libros porque es lo que tengo más conocido, pero supongo que lo mismo ocurre con los animales o los videojuegos. El otro día en Twitter David Summers anunció: “Este es el ser que más me quiere en el mundo”, y puso la foto de un perro. De verdad, David? Que no hombre, que no, que hasta yo te quiero más que ese perro, seguro!


No hace falta convertirse en Michel Piccoli ni buscar el amor de plástico, a menudo nos llegan por email esforzados powerpoints sobre las bondades de los libros: “Un libro es el mejor amigo… él nunca te decepciona… nunca te niega su sabiduría… junto a él nunca estás solo…” Salvo que un libro tampoco te llama un viernes por la noche para comerte un sanjacobo. Así y todo es comprensible que uno se refugie de vez en cuando en esa especie de útero intelectual inofensivo que los libros parecen ofrecer. Si la cosa va de prosopopeya podemos seguir: los libros son peligrosos, pueden llegar a hacer daño, a destruir vidas, etc., pero creo que todos me entendéis cuando hablo de ellos como un refugio seguro.

Antes he dicho “útero” y no ha sido casual: me estaba acordando de la canción de Paul Simon “I Am a Rock”, que describe exactamente el estado de ánimo sobre el que trata este post, con frases como: “Tengo mis libros/ y mi poesía para protegerme./ Estoy resguardado en mi armadura,/ escondido en mi habitación,/ a salvo en mi matriz,/ no toco a nadie y nadie me toca a mí.” Dicho así suena fuerte: la canción entera es aún peor. El poeta renuncia a la amistad y al amor porque hacen daño y prefiere no arriesgarse, pero como Harvest les dice siempre a sus alumnos: “Quien se atreve gana” (es el lema de las fuerzas especiales británicas).


Me gusta que los libros tengan una fuerte presencia en mi vida, en cierto modo incluso moldeo mi vida en torno a ellos (a ver cómo tengo cojones de meterlos todos en estanterías) pero no porque esto me aparte del resto de la Humanidad –no soy el jodido Alonso Quijano, ça va sans dire- sino precisamente por lo opuesto: porque me hacen sentir más parte de ella. Porque gracias a ellos comprendo mejor a mis semejantes. En la universidad americana aprendí que no hay libro por malo que sea del que no se pueda extraer una enseñanza (algo que aquí no me explicaron, tan preocupados como estaban en establecer cánones y en diseccionar los textos “de calidad”).

A esta hora de la tarde creo que puedo permitirme una perogrullada, y es que a fin de cuentas los libros están ahí porque los han escritos personas. Y casi siempre con la intención de que los lean otras personas. Puesto que no existimos en el vacío, qué manera más bonita de relacionarse que dejándonos pequeños recados escritos? Pues yo os la diré, amigos: viéndose las caritas y hablando, porque (perogrullada dominical #2) la escritura es siempre posterior al habla. Con que, ya sabéis, leed como cosacos y luego salid a comentarlo con vuestros congéneres. Las personas decepcionan, engañan, hacen daño, y muchas más cosas, pero no me iréis a hacer creer que viviríais mejor sin ellas?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Todo, más verdad que nunca. Por cierto, ¿lo mejor del mundo no era la feria? Migue.

Anónimo dijo...

De igual modo, totalmente de acuerdo.Es un gran metatema que afortunadamente suele estar presente con frecuencia en las chácharas.

Por cierto, una pregunta respecto al canon en el que debe inscribirse el libro electrónico: ¿oro o pupita?

Don CalcetínRelleno

natalia dijo...

No acabare mis dias sin reconciliarte,mejor dicho,conciliarte,con el mundo animal

Anónimo dijo...

a los que nuestros semejantes nos han tratado a veces tan mal, solemos refugiarnos en los libros, en la música, en los perros... no es misantropía, sino sólo hartazgo (por cierto, yo tuve ese álbum de don quijote... maldita nostalgia)

Mariluz dijo...

En Alicante la gente lee mucho, pero siempre lleva de la mano a alguien para comerle el boquino cuando el párrafo es muy farragoso. Creo que los libros no nos salvan de nada; en cambio, la gente, los perros, las flores y una buena comida sí. Muy bien verdeestatuario.

 
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