Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Combate aeronaval


Mi padre tenía una pipa de maíz, que a mí me fascinaba. Me decía que el General MacArthur había tenido una igual. Yo entonces no sabía quién era el General Douglas MacArthur (ni Gregory Peck), pero sabía que su frase era “¡Volveré!”. Luego me enteré de que a donde tenía que volver era a las Filipinas, porque en 1942 los japoneses habían echado al ejército yanqui a pellizcos (todo el rollo de Bataan, etc, que ya nos lo contó Robert Taylor).

La historia es que en el otoño de 1944 el General MacArthur sí que volvió, volvió acompañado de dos flotas (la 3ª y la 7ª) y volvió a conquistar las Filipinas. En este trasiego tuvo lugar la conocida como Batalla de Leyte, que en realidad fueron cinco batallas (cuatro navales y el desembarco de tropas en las islas). Hoy he visto en Canal Historia un documental sobre una de estas sub-batallas, la de Samar (las otras tres fueron las del Mar de Sibuyan, la de Cabo Engaño y la del Estrecho de Surigao), y he vuelto a reflexionar sobre la Guerra en el Pacífico.

La Guerra del Pacífico fue muy nueva, y esto nunca se dice. Se combatió en grandísimas extensiones de terreno (sobre todo el mar), las condiciones de la guerra en tierra fueron brutales (tipo Vietnam pero claro, las pelis que nos han llegado están idealizadas, salvo La delgada línea roja de 1998). En numerosas ocasiones, los enemigos no se vieron, hubo combates navales con intercambio de pepinazos a varios kilómetros de distancia… incluso se combatió “por poderes”, con aviones: el portaaviones se erigió en nuevo señor de los mares, dejando obsoleto al acorazado.

Veo el documental sobre la Batalla de Samar, donde trece barquichuelos USA (miniportaviones, destructores de escolta, naves antisubmarino) se enfrentaron por error y pusieron en fuga al grueso de la flota imperial japonesa (4 acorazados, 6 cruceros pesados, 11 destructores…). Solo el acorazado Yamamoto, el más grande jamás construido (con más de 70.000 toneladas), pesaba más que todos los barcos americanos juntos. La descripción de esta batalla me devuelve a la mejor épica naval, no es raro que la Batalla (combinada) del Golfo de Leyte esté considerada el mayor enfrentamiento entre barcos de la historia, con permiso de Salamina, Lepanto o Jutlandia.


La Segunda Guerra Mundial me interesa por tantísimos motivos que necesitaría otro blog diario para hablar sobre ella, pero hoy mencionaré que uno de sus aspectos más fascinantes es su simultaneidad a escala planetaria. Ya, claro, que por eso la llamaron “Mundial”, pero es que a veces se nos pierde la perspectiva y no nos damos cuenta de que en realidad la 2ª G.M fueron varias guerras relacionadas que tuvieron lugar a la vez. Por ejemplo, una entre Japón y China (1931-45), otra entre Alemania y países de Europa (1939-45), otra entre el Eje y la Unión Soviética (1941-45), otra entre Japón, el Imperio Británico y los USA (1941-45), y así sucesivamente.

En el caso de la guerra contra el Imperio Japonés (que en realidad son dos teatros: Pacífico y Sudeste de Asia) lo fascinante no es saber cómo los americanos ganaron la guerra –admitámoslo, los que vencieron no fueron los ingleses precisamente- sino saber cómo es posible que Japón aguantara tanto. Una escena de Cartas desde Iwo Jima (2006) me resulta enormemente reveladora: cuando el comandante en jefe japo llega a la isla y le comentan el plan de fortificaciones playeras, el tipo les dice a sus subordinados que se dejen de trincheras y se oculten en los túneles de las rocas como conejos. ¿El motivo? El oficial dice “¿Usted sabe cuántos automóviles se fabrican al año en Estados Unidos? Cinco millones. Nada de lo que les pongamos en la playa podrá detenerles”.

Bonita metáfora del poderío industrial, que es al final el que ganó la guerra (hay que decirlo aunque le reste glamour). También leemos en La Segunda Guerra Mundial en el Lejano Oriente (1999) de H.P. Willmott que en el verano de 1941 la producción industrial japonesa representaba el 3,5% de la total mundial mientras que la de los USA sumaba el 32,2%. Lo gracioso del asunto es que 60 años después, y tras sufrir una gran derrota y reponerse, Japón está a la cabeza de la economía mundial, del desarrollo tecnológico. Ah, y lo leímos en El País en 2007: a día de hoy, Japón fabrica mayor número de automóviles al año que sus antiguos enemigos yanquis.

7 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

¿Insinúas que si hubiera una Tercera Guerra Mundial ganaría Japón porque fabrica más automóviles?

Si eso es así, no quiero ir a Estados Unidos... ;)

Anónimo dijo...

BONITA REFLEXIÓN.DEBO ENTENDER PUES QUE RUSIA GANÓ LA GUERRA YA QUE FABRICABA MÁS SERES HUMANOS...

Anónimo dijo...

Estoy con anónimo.
Yo creo que Rusia ganó La Guerra, y es más que probable que fuera por la razón que da él. Eso y la primavera rusa que la sangre altera.

Porerror dijo...

Claro que sí: Rusia fabricaba más seres humanos, más carros de combate, tenía más extensiones cultivables, más recursos minerales y energéticos, hacía más frío que en Alemania... y aparte no estaban en guerra simultáneamente con el resto del mundo en varios frentes (ellos eran más de centrarse en vencer al Oso Fascista).

Rukia dijo...

ay...en otras circunstancias comentaria en este post...para algo estudio la carrera de Historia pero... es que no quiero pensar en la IIGM!! El examen está demasiado cerca!!!

GRILLO SOLITARIO dijo...

GRAN POST. MÁS DE UNA COSA ME GUSTARÍA ESCRIBIR, PERO ME DA QUE NO VOY A TENER TIEMPO. A VER SI PUEDO. PERO QUE NO SE ME PASE DECIRLO: ME GUSTA MUCHO TANTO EL TEMA COMO EL POST EN SÍ :- >>

Anónimo dijo...

Es increible el paseillo que se dieron los japoneses en el sureste asiático...Se desayunaron a los ingleses en su "inexpugnable" fortaleza de Singapur en lo que Churchill denomninó como el "peor desastre" y la capitulación más grande de la historia británica...Por no comentar como se merendaron casi igual de humillantemente a las fuerzas coloniales holandesas en Java y en el resto de las Indias Orientales Holandesas...

 
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