Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 7 de agosto de 2009

In memoriam, John Hughes


Hoy ha sido un día triste en los institutos, amigos. Hoy el capitán (quarterback) del equipo de rugby (football) no ha intentado ligar con la jefa del equipo de animadoras (cheerleading squad). Hoy a los empollones (nerds) nadie ha tratado de subirles los calzoncillos a la altura del sobaco, nadie ha llenado sus taquillas con espuma de afeitar. Hoy Mrs. Calloway no va a pedirnos el proyecto de Ciencias ni podremos nosotros pedirle a Susie Miller que sea nuestra pareja (date) para el baile (prom). Hoy hasta las letras de los chalecos (letterman sweaters) de los deportistas (jocks) andan un poco mustias.

Me diréis en principio que, claro, que hoy no había clases, que estamos de vacaciones escolares. Pero el motivo de que el mundo de las high schools esté de luto no es ese, es que ayer murió el director de cine John Hughes, quien mejor las supo retratar. ¿Insinuáis que en vuestros coles o institutos no estaba John Cusack hablando por un walkie talkie? ¿Qué nunca le pedisteis las bragas a una chavala mayor para fingir que os la habíais comido? ¿Qué nunca os castigaron un sábado por la mañana a estar ocho horas en silencio escribiendo un ensayo (essay) sobre quién creéis que sois?


Todo esto pasaba en las pelis de John Hughes, en un mundo de fantasía que si para los yankis resultaba incredibloide, imaginad para los nenes españoles. Bailes maravillosos con DJs absurdos o bandas ochenteras. Macizas con interminables coletas rubias. Cambiarse de aula para cada asignatura. Directores que te convocaban a su despacho y te leían la cartilla después de hablarle a toda la escuela (school) por una chiripitifláutica megafonía.

Confieso que a mí esas cosas me fascinaban, me fascinaron y me siguen fascinando. Gran parte de mi afición por el cine institutero USA me viene de las pelis de John Hughes, el maestro de las hormonas. Su legado no se reduce al puñado de pelis high school que hizo, pero –admitámoslo- estas son por las que será recordado. Y no es ningún desdoro, ojo. La crítica es unánime en coincidir que Hughes no se limitó a explotar comercialmente este nicho/filón de la población, sino que se esmeró en comprenderlos y en retratarlos con humanidad, plasmando como nadie sus frustraciones, miedos y anhelos (al menos los de una cierta generación).


En su obituario de hoy el diario El Mundo señalaba que este director “sigue siendo un modelo a seguir para creadores como Ben Stiller, Vince Vaughn, Wes Anderson y Judd Apatow”, y no me parece ninguna exageración. Es más, negarlo me parecería un crimen de lesa cinematografía. Pero bueno, y qué películas ha hecho este tal John Hughes? Señora, usted no las ha visto pero son todas de culto y yo las tengo en DVD, cuando quiera se las voy prestando. Solo de leer la lista me entra un mareo: Dieciséis velas (1984), El club de los cinco (1985), La mujer explosiva (1985), Todo en un día (1986)…

Aparte de las “instituteras”, Hughes también dirigió como nadie al también difunto John Candy en Mejor solo que mal acompañado (1987) –graciosa pese a Steve Martin- y Solos con nuestro tío (1989). Además de las dirigidas, también escribió Las locas peripecias de un señor mamá (1983), Las vacaciones de una chiflada familia americana (1983), Las vacaciones europeas de una chiflada familia americana (1985) –sendas obras maestras-, La chica de rosa (1986), Dos cuñados desenfrenados (1988), y las exitosas sagas de Solo en casa y Beethoven, entre muchas otras.


Como era de esperar, la noticia no ha salido en los telediarios (sí que hacía calor en Sevilla y que la gente tomaba el sol en las playas). Yo me he enterado por un mensaje de Facebook, y he comprobado que el buen Truman ya se me había adelantado en hacerle un homenaje. Pero como pienso que todos los homenajes son pocos, valga este humilde mío desde Estatuas Verdes, y descanse en paz, John Hughes (1950-2009). Nos vemos en la ceremonia de graduación.

2 comentarios:

El_Tesorero dijo...

Todo en un día fue mi primera peli en un cine, se me grabó a fuego lo de Save Ferris, quise tener un California Spider y ser como Matthew Broderick.

Esta junto con El secreto de mi éxito fueron las pelis que marcaron mi infancia.

Una lástima.

Porerror dijo...

Gracias por tu comentario, Tesorero. Pensaba que a ninguno de mis lectores les molaba John Hughes, lo cual me consta que no es verdad...

Un saludo!

 
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