Querido Jon:
Ayer acabé de ver La chica de rosa (1986), del admirado John Hughes. Últimamente estoy haciendo como en Las 1.001 noches, veo media peli, me acuesto y al día siguiente termino de ver esa y empiezo otra, que dejo a medias. No recordaba lo buena que era La chica de rosa (no la veía desde que nuestra profe de inglés nos la puso en 1º de BUP), decididamente se eleva de la media de toda la producción “teen” o institutera. Los problemas que aborda, el calado social y la angustia de los personajes no son los típicos de una comediota estándar de buen rollazo. No me extraña que esta peli se considere hoy día “culturamente significativa” (All Music Guide dixit).
Y qué decir de la banda sonora, a mitad de camino entre la new wave y el college rock ochentero, es una delicia. Además, me reconcilia con grupos tecnoides como OMD o New Order (el tecno-pop era bueno, ¿eh?). Pero tú y yo sabemos cuál es la canción de la película, se trata de “Try a Little Tenderness” de Otis Redding, de la que tú haces un cómico playback para llamar la atención de las chicas en esa imposible tienda de discos. Ay, buen Jon! (¿O debería decir Duck Man, que es el apodo de tu personaje?). Te pasas toda La chica de rosa ligando menos que las gatas del Vaticano, sufriendo en silencio las almorranas de tu amor por Molly Ringwald.
Eres el amigo fiel, el paño de lágrimas, el pagafantas que ella no se merecía. En su hora más decisiva haces el sacrificio supremo y la animas a que se vaya con otro, todo por verla feliz. Tú no eres como esos pijeras guaperas rubiales conquistadores que revolotean por el elitista instituto al que tu amiga y tú acudís becados porque provenís de un barrio pobre. Ellos visten con chaquetas de lino en tonos pastel, tú con estrafalarias chaquetas pseudomilitares, zapatos de cowboy y un tupé trasnochado. Pero tú y no ellos, amigo, eres el hombre admirable de la película (sobre todo en lo ético, ya que no en lo estético).
Menos mal que en el cine existe justicia poética y al final te acaba entrando una rubiaza que no te esperabas. Tú y yo sabemos que en la vida real estas cosas no ocurren, pero estamos en una peli de John Hughes, donde la gente soluciona las crisis escuchando a los Smiths, y sabemos también que la peli en última instancia es tuya, buen Duck Man.
Contemplando tu exigua carrera observo, Jon, tu otro papel secundario más sobresaliente: aquel de Bisojo en Hot Shots (1991), el piloto de combate cegato y bonachón relegado a labores de control aéreo debido a su visión defectuosa. Ahí también eres el amigo fiel, el capaz de sacrificarse por los demás. Otro buenazo. Pero esto es Hot Shots y en lugar de Psychedelic Furs suenan The Platters, y ya estamos hablando de otra pelicula.
Estos días leo que te estás forrando con esa sitcom que echa La 2 titulada Dos hombres y medio (2003- ). Confieso que no la veo tan a menudo como debiera debido al papel de tu hermano en la pantalla, el que fue tu colega en Hot Shots Charlie Sheen. Me carga su papel de ligón sabelotodo en esta serie, para eso ya teníamos a Joey de Friends (1994-2003), que ligaba aún más pero con su tontuna nos alegraba la vida. El personaje de Charlie Sheen es un antihéroe, todo le acaba saliendo mal pero no mola tanto porque iba de listillo. Leo que esta serie está cosechando exitazos de audiencia y premios, y que tú te estás forrando, Jon, bribón: te lo tenías merecido.
Es por eso que desde la admiración a tu trabajo hoy me he propuesto fundar una iglesia para poder seguirte como tú te mereces. La Primera Iglesia de Jon Cryer ha de ser una institución forzosamente irrisoria, donde valores como la amistad, el pagafantismo y la miopía ocupen un lugar destacado. Y la música de los Smiths. Aquí y ahora, yo me postulo humildemente como tu presbítero, Jon Cryer, como tu enviado en la Tierra, y me comprometo solemnemente a expandir por las cuatro partes del mundo tu Buena Noticia de humor patoso y bienintencionado.
Sabido es que hay ya trillones de iglesias de temáticas bien bizarras, como las de Elvis Presley, Star Wars o Maradona (pensándolo bien, he ido a coger tres ejemplos de causas nobilísimas y dignísimas de adoración). ¿Por qué no una Iglesia de Jon Cryer? Así sea.
Ayer acabé de ver La chica de rosa (1986), del admirado John Hughes. Últimamente estoy haciendo como en Las 1.001 noches, veo media peli, me acuesto y al día siguiente termino de ver esa y empiezo otra, que dejo a medias. No recordaba lo buena que era La chica de rosa (no la veía desde que nuestra profe de inglés nos la puso en 1º de BUP), decididamente se eleva de la media de toda la producción “teen” o institutera. Los problemas que aborda, el calado social y la angustia de los personajes no son los típicos de una comediota estándar de buen rollazo. No me extraña que esta peli se considere hoy día “culturamente significativa” (All Music Guide dixit).
Y qué decir de la banda sonora, a mitad de camino entre la new wave y el college rock ochentero, es una delicia. Además, me reconcilia con grupos tecnoides como OMD o New Order (el tecno-pop era bueno, ¿eh?). Pero tú y yo sabemos cuál es la canción de la película, se trata de “Try a Little Tenderness” de Otis Redding, de la que tú haces un cómico playback para llamar la atención de las chicas en esa imposible tienda de discos. Ay, buen Jon! (¿O debería decir Duck Man, que es el apodo de tu personaje?). Te pasas toda La chica de rosa ligando menos que las gatas del Vaticano, sufriendo en silencio las almorranas de tu amor por Molly Ringwald.
Eres el amigo fiel, el paño de lágrimas, el pagafantas que ella no se merecía. En su hora más decisiva haces el sacrificio supremo y la animas a que se vaya con otro, todo por verla feliz. Tú no eres como esos pijeras guaperas rubiales conquistadores que revolotean por el elitista instituto al que tu amiga y tú acudís becados porque provenís de un barrio pobre. Ellos visten con chaquetas de lino en tonos pastel, tú con estrafalarias chaquetas pseudomilitares, zapatos de cowboy y un tupé trasnochado. Pero tú y no ellos, amigo, eres el hombre admirable de la película (sobre todo en lo ético, ya que no en lo estético).
Menos mal que en el cine existe justicia poética y al final te acaba entrando una rubiaza que no te esperabas. Tú y yo sabemos que en la vida real estas cosas no ocurren, pero estamos en una peli de John Hughes, donde la gente soluciona las crisis escuchando a los Smiths, y sabemos también que la peli en última instancia es tuya, buen Duck Man.
Contemplando tu exigua carrera observo, Jon, tu otro papel secundario más sobresaliente: aquel de Bisojo en Hot Shots (1991), el piloto de combate cegato y bonachón relegado a labores de control aéreo debido a su visión defectuosa. Ahí también eres el amigo fiel, el capaz de sacrificarse por los demás. Otro buenazo. Pero esto es Hot Shots y en lugar de Psychedelic Furs suenan The Platters, y ya estamos hablando de otra pelicula.
Estos días leo que te estás forrando con esa sitcom que echa La 2 titulada Dos hombres y medio (2003- ). Confieso que no la veo tan a menudo como debiera debido al papel de tu hermano en la pantalla, el que fue tu colega en Hot Shots Charlie Sheen. Me carga su papel de ligón sabelotodo en esta serie, para eso ya teníamos a Joey de Friends (1994-2003), que ligaba aún más pero con su tontuna nos alegraba la vida. El personaje de Charlie Sheen es un antihéroe, todo le acaba saliendo mal pero no mola tanto porque iba de listillo. Leo que esta serie está cosechando exitazos de audiencia y premios, y que tú te estás forrando, Jon, bribón: te lo tenías merecido.
Es por eso que desde la admiración a tu trabajo hoy me he propuesto fundar una iglesia para poder seguirte como tú te mereces. La Primera Iglesia de Jon Cryer ha de ser una institución forzosamente irrisoria, donde valores como la amistad, el pagafantismo y la miopía ocupen un lugar destacado. Y la música de los Smiths. Aquí y ahora, yo me postulo humildemente como tu presbítero, Jon Cryer, como tu enviado en la Tierra, y me comprometo solemnemente a expandir por las cuatro partes del mundo tu Buena Noticia de humor patoso y bienintencionado.
Sabido es que hay ya trillones de iglesias de temáticas bien bizarras, como las de Elvis Presley, Star Wars o Maradona (pensándolo bien, he ido a coger tres ejemplos de causas nobilísimas y dignísimas de adoración). ¿Por qué no una Iglesia de Jon Cryer? Así sea.
2 comentarios:
Estoy de acuerdo contigo salvo en lo de Charlie Sheen... ¿No quedamos en que era gracioso?...
Fueraparte, me resulta curioso que no cites "Superman IV" o "Hot Shots 2", que son las buenas de verdad de este hombre... ;)
A mí la escena que me gusta es la de los perdigones sobre la pantalla que confunde con aviones enemigos! son de esas imágenes que nunca olvidas por cómo impacta y cómo te ríes!
inis.
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