Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

martes, 9 de febrero de 2010

Los peces de la amargura


Literatura con "L" mayúscula, amigos. Y en mi idioma, como decía aquel cowboy misterioso de El gran Lebowski (1998). El libro que hoy os traigo me ha sacudido tanto que todavía estoy por calcular su impacto en mi imaginario personal. Sé que soy dado a la hipérbole, conque tenedme paciencia, pero hacedme caso también: este es un libro importante. Los peces de la amargura (2006) es una colección de diez relatos a cargo del donostiarra Fernando Aramburu (1959- ).

Fernando Aramburu: un nombre que va sonando cada vez en la narrativa española, un cuentista que aparece en todas las quinielas o antologías de maestros del relato español contemporáneo. Por esa razón me decidí a comprar el libro, por 8 pavos, cuando lo vi como novedad editorial de bolsillo hace dos semanas. A posteriori he sabido que ha ganado varios premios, uno de ellos de la Real Academia (
y vosotros decís que la RAE es importante, ¿no?).


Lo que tiene de especial este libro es que me ha reconciliado con la noción de "escritor comprometido", que siempre contemplé con suspicacia. De acuerdo, me encantan Alberti o Neruda, pero más bien pese a ser comunistas, no por serlo. Fernando Aramburu es un escritor comprometido con la sociedad vasca, con su patria chica, y qué queréis que os diga, su literatura me ha caído bien. Claro, Porerror, como estás de acuerdo con sus ideas, ahora justificas el compromiso literario, ¿no? Pues sí, y al que no le guste que se joda.

Ideología aparte, si una obra de arte no tiene calidad estética y técnica ya puedo estar muy de acuerdo con ella que me parecerá una mierda. Pero lo prodigioso de Fernando Aramburu es que no se trata de una soflama política disfrazada de literatura, sino de relatos de un altísimo nivel, de estructura perfecta, variedad narratológica, sutil caracterización psicológica de personajes y un agudísimo oído para el diálogo (
hay además constantes cambios de registro lingüístico).


La anécdota de los relatos, claro, es lo que apela a nuestros corazones, y a nuestro sentido moral. Lo más importante es cómo se cuenta, y eso ya digo que es obra maestra, pero fijémonos un poco en qué se cuenta. Todos y cada uno de los cuentos tienen el tema común de la ETA y la violencia nacionalista en el País Vasco. Historias de atentados, de víctimas humilladas, de manifestaciones abertzales, de denuncias, de visitas a prisiones lejanas a ver a hijos encarcelados. Historias de madres que se tienen que tomar un lingotazo de coñac para explicarle a su hijo que se tienen que marchar de su pueblo porque la ETA ha asesinado a su padre, policía.

Historias de niños de nueve años que ven cómo a su padre le meten un tiro en pleno centro de San Sebastián. O de un etarra en su celda recordando sus juegos infantiles con un compañero de cole que luego sería conmilitón en la banda armada. O de un chaval de 14 años ligoteando (
sin saberlo) con la hermana menor de la terrorista que mató a su padre. Antes de que arqueéis las cejas, resopléis y os vayáis corriendo a escuchar la SER o la COPE, atendedme. Atended a Fernando Aramburu. No voy a decir que ha retratado la auténtica sociedad vasca porque no tengo ni idea de cómo es esta, pero sí os diré que me ha interesado muchísimo lo que en el libro aparece, algo muy distinto de los telediarios y las ruedas de prensa del lehendakari.


Y nada de patetismo o de recursos facilones, aquí. Toda la violencia tiene un papel central pero no necesariamente explícito. Si uno quiere condenar a la ETA y pensar que son unos hijos de puta que sea porque al leer los cuentos se espeluzna. Ídem si uno piensa que el estado español opresor tiene bajo un yugo a Euskal Herria. Que cada uno saque sus propias conclusiones. (Aramburu ya las ha sacado, y por eso escribió el libro, y en lugar de un discurso de brocha gorda nos ha dejado una obra de arte.)

Tengo dos amigas de igual nombre que tienen una fuerte aunque no tan aparente conexión vasca: la una tiene sus raíces allí, la otra va camino de poner allí el huevo. Mientras leía
Los peces de la amargura me moría de ganas de hablarles sobre el libro, porque estoy casi seguro de que no lo conocen: hoy va dedicado a ellas este post.

4 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

Este también tengo que leerlo?

Harvest dijo...

O sea, Porerror, podemos deducir de lo que escribes que el Fernando Aramburu este no merendaba Nocilla sino chocolate Elgorriaga, ¿no?

;)

Rocío dijo...

Suena tremendamente bien. Espero que me lo prestes para poder comentarlo, aunque no siempre estemos de acuerdo en estas cosas.

einate

Anónimo dijo...

qué tal vendría un libro así en Cosica???Intentaré pillármelo este finde.mjesús

 
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