Explico algunas cosas. Por petición popular, vuelve de sus vacaciones Estatuas Verdes con más fuerza que nunca. Vuelve para comentaros algo que no sabíais (ni yo): está de moda lo "entreguerras". O eso, o yo me he leído 6 libros seguidos ambientados entre 1918-1939 y me he quedado picueto... Puede que sea esto último.
Mire a donde mire, lo "entreguerras" me persigue: esa parla en la prensa de la Bolsa, y de fascismo, exposiciones fotográficas de Robert Capa y Gerda Taro, veo en una peli a Kirsten Dunst disfrazada de Louise Brooks y a Simon Pegg de Béla Lugosi (bueno, vale, de Drácula... ¡dejad de gritarme!). Me doy la vuelta y en el autobús van ocho señoritas dizque de despedida de soltera con un tocado de plumas y collares kilométricos.
En serio. Entre mis lecturas veraniegas ha habido títulos para vomitar, pero no Un diamante tan grande como el Ritz y otros cuentos de F. Scott Fitzgerald, una colección de historias publicadas entre 1920 y 1928. No cesa de fliparme la prosa de Fitzgerald, su ritmo, su "hacer que lo difícil parezca sencillo", su fina ironía como de pasada. Porque escribía con distancia irónica, ¿verdad? ¿O él se creía de verdad que la snob clase alta USA era interesante en esa época (o en cualquier época)? Este hombre escribe tan bien que se le perdona todo, incluso sus aburridas referencias al football americano universitario.
Creía que haberme leído El gran Gatsby (1925) tres veces era currículum suficiente, pero me topo con una pareja amiga que son expertos fitzgeraldianos. Después de una charla con ellos me avergüenzo: ya me está esperando en la mesilla Suave es la noche (1934).
En broma. Resulta reconfortante que todo lo que para Fitzgerald era digno de admiración (los cócteles, las universidades de élite, los bailes, el hotel Ritz-Calton de Nueva York...) es objeto de sátira para el gran P.G. Wodehouse. Desde hoy lo corono como mi escritor cómico favorito (y los ingleses son graciosos, ¿no?). Leo Piccadilly Jim (1918), que me decepciona un poco, pero no porque tenga nada de malo, sino por lo que le falta: esa audacia cómica desprovista de vergüenza para crear personajes y situaciones absurdas y llevarlos hasta el límite. Aun así, es altamente recomendable, ya que contiene el germen del mejor Wodehouse. Leo también Jovencitos con botines (1936), colección de relatos centrados en torno al Drones Club (club de los "zánganos"), y me parto de risa de principio a fin.
Son los señoritos zangolotinos, muchos de los personajes secundarios de sus otros libros, librando disparatadas aventuras en un mundo de alcohol, apuestas, ocio y compromisos matrimoniales. En un mundo no: en el Nueva York y el Londres de entreguerras, delicioso. Detrás me zampo Much Obliged, Jeeves (1971), novela sobre Jeeves y Wooster, con eso queda dicho todo, salvo que también me espera en la mesilla The Mating Season (1949), del mismo autor y personajes.
Algo para todo el mundo. Entre medio, entre la 1ª Guerra Mundial que es Scott Fitzgerald y la 2ª que es Wodehouse, leo La habitación de cristal (2002) de Luis Manuel Ruiz y El juguete rabioso (1926) de Roberto Arlt. Son dos novelas negras, la primera ambientada en la Alemania de 1933 (need I say more?), la segunda en los bajos fondos bonaerenses. Dos excelentes libros de dos excelentes autores que nos recuerdan que en aquellos años de "entreguerras" no todo fueron risas y desaforados brindis con champán.
4 comentarios:
Albricias y zapatetas, volvió Porerror!
Mi conocimiento sobre el periodo de entreguerras se limita a haber organizado una exitosa fiesta ambientada en los felices años 20.
Para la noche suave de tu habitación, para pegarte un viaje...un corazón que late con silenciador al conectar los cables...
Chulo, parece que te has tirado tod el verano leyendo, en tu casa. Migue.
HISTORIA DE UN ALEMÁN. SEBASTIAN HAFFNER....
"Puedes acariciar a la gente con palabras." Francis Scott Fitzgerald
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