Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

jueves, 20 de enero de 2011

El diablo en el siglo XXI


-“El bolsillo manda.”
(Matías Prats, en el telediario de esta noche)





Interior, día. Un joven de 21 años acude a clases de Derecho del Trabajo como oyente, para culturizarse. (Y porque el profesor es un espectáculo de ver y escuchar, también hay que admitirlo.) Allí se da de bruces con una cruda revelación, à un moment donné el profesor suelta la siguiente perla: “El sexo y el dinero mueven el mundo.” Impactado, el joven no ha dejado de darle vueltas a tamaña barbaridad, al principio se rebelaba, estudió, leyó, leyó más, viajó, trabajó en varios países, trató con personas, se hizo un ciudadano respetable y con el paso del tiempo no pudo sino darle la razón al profesor.

Turbado (la verdad es que le da coraje que esto sea así, dónde quedan los sentimientos nobles, las altas motivaciones?, dónde los desprendidos y la gente que hacía cosas por ideales?), se lo comenta a la buena Cuidadora, quien le dice “Para ese viaje no hacían falta esas alforjas, ya podías haberlo aprendido desde que en BUP leíste al Arcipreste de Hita.” Cuánta verdad se encierra en el Libro de buen amor del buen arcipreste!


Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,

que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por conseguir unión con hembra placentera.


Del sexo hablaremos otro día (o no), pero del dinero… la verdad es que tantas y tantas noticias económicas me tocan la polla. Seguridad Social, Primas de riesgo, hipotecas subprime, riesgo-país, bonos, Monsieur Trichet… yo, que no entiendo, de esto solo saco en claro que me han bajado el sueldo, que la gasolina está más cara que nunca (y eso que el petróleo no), que parece que el Estado no tiene dinerito para las pensiones… De entre todos estos males de índole económico que nos acucian, ninguno me fascina tanto como el mal en estado puro: los Mer-ca-dos. (Uuuuuuuuuhhh!!!)


Me vais a permitir que copie y pegue aquí un párrafo entero de un post reciente de Daniel Ruiz García, en el que dice:

Hay, por ejemplo, unos animales a los que se les denomina los “mercados”. Ahora todo está justificado por la necesidad de “calmar” a los mercados. Las severas modificaciones del mercado de trabajo, la subida de impuestos. Todo se consagra a la intención de “calmar” a los mercados. Imagino “mercados” y veo a King Kong avanzando por la selva frondosa a la búsqueda del nuevo sacrificio maniatado. El sacrificio somos todos nosotros, ciudadanos de a pie, comprometidos con el ritual de alimentar a la bestia, de calmar a los mercados.

Me parece una apta metáfora esta de los mercados como insaciables bestias a las que hay que realizar sacrificios. Mi madre me lo dijo una vez: “Ahora se habla de los mercados como si fueran diablos.” Y entonces se me enciende de pronto una lucecita en la chorla. Esto me recuerda a otra cosa que acabo de leer en la nueva (y fantástica) novela de Umberto Eco, El cementerio de Praga (2010). Voto a bríos que habrá post, pero baste decir que en el libro se cuenta la historia del antisemitismo europeo -los judíos, un conveniente enemigo exterior- y a propósito de esto dice un espía ruso:

De ahí los judíos. La divina providencia nos los ha dado, usémoslos, por Dios, y oremos para que siempre haya un judío que temer y odiar. Es necesario un enemigo para darle al pueblo una esperanza. (…) Hace falta alguien a quien odiar para sentirse justificados en la propia miseria. Siempre.


En la novela de Eco hay un desternillante capítulo (para mí su cumbre) en el que se nos cuenta cómo una serie de personajes sin escrúpulos se dedican a fabricar un caudal ingente de literatura basura sobre el satanismo, los ritos ocultos, conjuras judeo-masónicas, paladismo, culto a Lucifer, etc, y cómo estas publicaciones sensacionalistas (y ya digo, inventadas sobre la marcha) alcanzan un exorbitante éxito editorial y llegan a conmover a muchísima gente biempensante y temerosa de Dios, que las cree a pies juntillas. El capítulo lleva por nombre “En diablo en el siglo XIX”, y esto pasó de verdad.

Sigo cayendo en la cuenta: los “mercados” son el enemigo exterior, ante cuyo ataque debemos unirnos, lo que nos hará fuertes. Ni ateos, ni fachas, ni comunistas, ni aliens, ni emigrantes, no, esa gente no nos quería quitar el dinero mientras que los mercados sí (igual que los judíos.) Los mercados son –de este modo- los nuevos judíos: señores malos, que se mueven en las sombras, que controlan nuestros ahorros y tienen el oscuro y secreto (ah, pero es un secreto a voces) propósito de dominar el mundo. Son los mercados, no los oís? Están llamando a nuestras puertas…

3 comentarios:

Riggy dijo...

Estupendo post! Como dice Miguel Ríos, el único mercado del que nos podemos fiar es Rosendo.

natalia dijo...

Y del de El Corte Inglés, sobre todo en su sección gourmet.

Anónimo dijo...

Y NO SERÁ QUE ALGUIEN HA DECIDIO INVENTAR UNA PALABRA ;"MERCADO" ,PARA QUE TODOS HAGAMOS BANDERA CONTRA ELLA Y ASÍ TENER DEFINIDO AL ENEMIGO A BATIR(POR OTRO LADO INVISIBLE Y POR TANTO INMORTAL) Y DE ESTE MODO NO BUSCAR CULPABLES ENTRE SERES HUMANOS COMO NOSOTROS...ESPECULADORES,MUCHACHOS CON CORBATITAS VERDES DE INMOBILIARIAS,DIRECTORES DE BANCOS CON CHISTERA,PERIODISTAS INCENDIARIOS,POLITICUCHOS BROCEADOS,PROMOTORES DEL LADRILLO BARRIGUDOS,NUEVOS EMPRESARIOS CASPOSOS,SACERDOTES CON SUELDOS DE PUTAS DE LUJO,CANTANTES FOLKLORICAS METIDAS A AMANTES DE ALCALDES,FUNCIONARIOS HACEDORES DE SODOKUS....!!!HARAKIRI EN PRIVADO PARA ESTOS O QUÉ COMIENCE EL LINCHAMIENTO PÚBLICO!!!

 
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