Decía Gil de Biedma que “quizá tienen razón los días laborables”: yo por si acaso siempre he desconfiado del domingo, y más últimamente, que por avatares de la vida me los he de pasar trabajando. Pero para que no se me salte la hiel también me permito algunos caprichos, y este es el segundo domingo consecutivo en que me desayuno con una comedia de Billy Wilder. Esta vez ha sido Aquí un amigo (1981), última película del director, que –por decirlo piadosamente- no fue bien recibida por la crítica.
Pero a mí me da igual (“Siempre un paso por detrás de la actualidad”, etc.) porque cuando veo la peli no sé qué recepción crítica tuvo, solo sé que estoy viendo una cosa escrita, dirigida e interpretada por los mismos que nos dieron En bandeja de plata (1966) o Primera plana (1974), por limitarme a las pelis que repiten elenco, pues ya sabéis que la nómina de Wilder e I.A.L Diamond como guionistas es para dejar a uno sin resuello. Los protagonistas de esta son Jack Lemmon y Walter Matthau (amén de secundarios Paula Prentiss y Klaus Kinski), listados así supongo que en orden alfabético, ya que si me preguntáis a mí pienso que la peli se la lleva de calle Walter Matthau.
Aquí hace de un cruel asesino a sueldo cuyo trabajo se ve dificultado por un buen hombre/chalado de amor (Jack Lemmon) quien –tras una serie de malentendidos- ve en el hitman a una bellísima persona, hasta el punto de considerarlo su mejor amigo: no se da cuenta de que el otro a él no lo puede soportar. La historia está adaptada de otra del franserl Francis Veber, a quien asociaréis con La cena de los idiotas (1998), Salir del armario (2000) o El juego de los idiotas (2006). De hecho, en 2008 se hizo un remake de la original francesa, escrito y dirigido por Veber bajo el título de Querido asesino.
Doy estos datos porque al parecer, el propio Wilder y los actores se avergonzaron de Aquí un amigo, hasta el punto que hay quien no considera la peli “digna de Wilder” (leo en Wikipedia que Klaus Kinski llegó a negarla, en plan San Pedro). A mí en cambio me ha parecido divertidísima, qué queréis que os diga. Toda la comicidad de Wilder y la química entre Matthau y Lemmon sigue ahí, es una película de enredo, una obra de teatro rodada pero amplificándola, una eficaz dirección de actores, hay humor negro, diálogo ágil… no sé dónde está el problema.
Tal vez el rechazo de parte de crítica y público haya que entenderlo dado que en su momento Aquí un amigo pudiera haber parecido “pasada de rosca” o el producto terminal de una forma de hacer cine (diré de “hacer comedia” para no ser pedante) que ya había entrado en vía muerta. A lo mejor, tras cosas como Serpico (1973) o Tarde de perros (1975) –por citar al azar solo dos del fallecido Lumet- ya no era posible enganchar al público con cuentos bobos sobre asesinos simpáticos y policías de tebeo antiguo. A lo mejor Lemmon y Matthau tendrían que esperar a un JFK (1991) para coincidir otra vez en una peli sobre francotiradores-desde-el-edificio-de-enfrente que sí resultara creíble.
Al igual que en la cuasi naíf Ariane (1956), Aquí un amigo es una peli de puertas cerradas y de habitaciones de hotel. Y aunque aquí la muerte y el adulterio también son tratados con ligereza, el buen gusto que exhibían Eros y Thanatos en aquella peli en esta se ha trocado en sexo explícito y lenguaje malsonante. La traducción española lo dulcifica (“estupideces” por “this shit”, “¡Largo!” por “Fuck off!”, etc) pero es cierto que durante toda la película las palabrotas campan por sus respetos.
Es normal, los tiempos cambian: igual que hay maletines electrónicos y vídeos Beta –a fin de cuentas en 1981 E.T. estaba a punto de aterrizar en nuestras pantallas, no?- también hay New Age de pacotilla, policías fumando porros, chistes sobre Henry Kissinger o referencias a Apocalypse Now (1979). Pero el tema del sexo es el leitmoiv de la película, con mención de putas desnudas, consejos sobre eyaculación precoz dignos de Woody Allen, muñecas hinchables y piscinas nudistas (y no se tapan el culo! No es como una de esas pelis del Inspector Clouseau…)
Todo muy bien traído pero también –digámoslo- todo impropio de Wilder. Una vez más: Wilder pushing the envelope, partiendo la pana. Y además es graciosa. ¿No son razones suficientes para verla?
4 comentarios:
Te doy la razón. Creo que en los setenta cambiaron muchas cosas en el cine. Wilder era un director muy "Hollywood", y por esta época surge toda la crudeza del cine independietne americano.
A mí, sinceramente, la peli no me gustó mucho cuando la vi, hace ya varios años. Pero con tu post has hecho que esta semanita le eche un segundo vistazo.
Un simple mojaquero.
Ofú, vaya dos citas. Biedma y Allen. De hiedra coronados...ta, ta, ta.Caca. Allen no ha inventado nada y siempre me suena a semiintelectualoide. Pero Wilder...nada que objetar, me encanta. Me van a crucificar por este comentario!
Crucificar no, pero "intelectualoide" hace referencia al que va de intelectual sin serlo, luego ponerle el prefijo "semi", aparte de redundante, hace que la palabra "semiintectualoide", por lo demás inexistente, no signifique nada. Y Woody Allen va de intelectualoide, a las claras, no de intelectual. Migue.
Po zi.
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