Decir “the Troubles” en Gran Bretaña es mentar a la bicha. Por eso se acuñó el eufemismo, “los problemas”, esas dificultades que hay en Irlanda del Norte, ay vaya por Dios! Hace un mes una amiga inglesa (descendiente de irlandeses, por cierto) me miraba incrédula cuando le contaba que durante esta Semana Santa pasada en Irlanda pensaba acercarme a Belfast. “Bueno, supongo que tiene sentido” –me dijo tras reflexionar- “ahora que la guerra de allí ya está más que terminada”. Ah, pero ¿había una guerra?
El tema de Irlanda del Norte nunca me había interesado especialmente, el nacionalismo irlandés me parece –como todos- una patraña decimonónica, con sus arados, sus estrellas y todas esas cosas. El nacionalismo británico ya es para echarle de comer aparte: tiene la fea costumbre de mutar en Imperialismo. Pero el Jueves Santo estuve en Belfast, y perdonadme la demagogia, mas si de verdad Cristo murió en la Cruz y resucitó por nosotros, no sé qué pensará al ver cómo sus hijos se odian de la manera en que lo hacen las comunidades republicana/católica y unionista/protestante de Irlanda del Norte. Todos en su nombre, aunque eso sea solo una excusa, bien claro está.
Como si fueran jodidos hugonotes de la Edad Moderna, como si de una de esas antiguas guerras de religión se tratara, la peña se odia y se agrede (hasta hace poco con inusitada virulencia) aquí al lado, como quien dice, en la Unión Europea, en una parte de Irlanda que es Gran Bretaña. Hasta hace poco no estaba muy informado sobre estos temas pero tras un somero barniz histórico-cultural y una inspección sobre el terreno, me quedan claras dos cosas: 1) que Irlanda del Norte es, geográfica y culturalmente Irlanda, se pongan como se pongan los británicos y 2) que pertenece a Gran Bretaña, se pongan como se pongan los irlandeses.
El gran debate es si debería o no debería pertenecer, es como lo de Gibraltar casi. Solo que aquí hay más de un millón y medio de habitantes, el 3% de la población del Reino Unido pero casi un tercio de la gente que vive en la isla de Irlanda. A los irlandeses les gusta referirse al territorio como “el norte” o “los seis condados” (son seis de los nueve condados que componían la provincia del Ulster); a los británicos como el Ulster o Irlanda del Norte, su nombre oficial al cual me adhiero para ser objetivo. Como en el siglo XVI tocaban mucho los huevos, los ingleses dijeron ¿sí?, pues os vamos a colonizar en gordo. Y en el siglo XVII acometieron una campaña sistemática de “plantaciones”, esto es, darles tierras a protestantes ingleses y escoceses para que fuesen allí, implantaran la lengua inglesa y acabaran con los levantiscos irlandeses autóctonos.
Hasta aquí todo claro. Ahora vaya usted a decirle al tatara-tataranieto de uno de aquellos colonos británicos que él no es irlandés porque habla inglés y es protestante, o que no es británico porque bebe Guinness. Pero claro, vaya usted a decirle al resto de Irlanda, y a la minoría católica de la zona que no tienen derecho a aspirar a llegar a ser un país unido (no a volver a serlo, porque nunca lo han sido). Problemones gordos. Una buena amiga tenía un novio “irlandés con pasaporte británico”, y me explicaba algunas cosas. Me decía que no era ni mucho menos solo un problema de creencias religiosas, sino que había entremezcladas cuestiones sociales y económicas (ricos vs. pobres, anglos vs. irlandeses)… son muchos siglos de odios y de enconamiento.
Pero igual ha habido problemas así en otras partes, lo interesante para mí es su repercusión actual. El hecho de que esta reivindicación norirlandesa en contra de la marginación reviviera al calor los movimientos del 68 (París, Praga, Méjico…) y los derechos civiles (Martin Luther King, etc). Los disturbios del 68 en Irlanda del Norte dieron lugar a batallas campales en el 69 y aquí los nombres de ciudades como Belfast o Derry/Londonderry (según el bando) se hicieron tristemente célebres: un fijo en los telediarios. La expresión “the Troubles” se acuñó para referirse eufemísticamente al problema de violencia surgido en Irlanda del Norte a finales de los 60, que continuó en los 70, 80 y hasta el año 1998.
Mi amiga me explicó que el tema no era solo el IRA contra el Ejército Británico, sino que los unionistas (partidarios de mantener y reforzar la unión con Gran Bretaña) también tenían sus propias bandas paramilitares como el UVF o el UDA, que se consideraban deudoras de quienes habían luchado para la Reina Victoria o Jorge V, lo mismo que el IRA de los años 60 en delante se consideraba heredero del que consiguió la independencia del resto de Irlanda. Las fuerzas británicas llegaron con la idea de mantener la paz y evitar que las otras dos facciones se mataran entre ellas, pero claro, al estar ideológica y políticamente más cercanas a los unionistas protestantes, a menudo actuaron en connivencia con estos últimos.
Mi amiga fue la primera en enseñarme fotos de los murales de Belfast: paredes de casas con pintadas “políticas”, alusivas al conflicto. Las tienen ambos bandos y van desde la conmemoración de la construcción del Titanic o el futbolista George Best (como símbolos británicos) a la glorificación de asesinos encapuchados y armados o de terroristas presos. Es muy fuerte, amigos, verse algo así: pintadas de encapuchados con ametralladoras y agresivos eslóganes, conviviendo con un carrito de bebé o la frutería de la esquina. Para más INRI (hoy estamos cristológicos, se ve) las pintadas de ambos bandos están a un paso de distancia porque ambas comunidades enfrentadas viven en barrios vecinos.
Y esto es quizás lo que más me ha impresionado de mi viaje a Irlanda: comprobar in situ cómo dos comunidades vecinas, con iguales derechos a vivir y trabajar en su patria coexisten a un paso separadas por un brutal muro onda Berlín o Gaza, eufemísticamente llamado “el muro de la paz”. Para evitar que se maten, vaya. Imaginaos crecer frente a una muralla de hormigón, tela metálica y alambrada, con carros blindados patrullando las calles y pintadas de asesinos confesos en la puerta. Creo que desde que visité Auschwitz, nada me había emocionado tanto.
No quiero daros la brasa, espero que este post os haya resultado interesante, al menos que os haga pensar. En cuanto volví de Irlanda, me tiré como un lobo a por dos productos culturales que consumí hace años pero que ahora se hace urgente revisar: la novela Mentiras del silencio (1990) de Brian Moore (no os digo el argumento porque la destripo, baste saber que trata este tema y te deja helado) y la peli de Jim Sheridan En el nombre del padre (1993). Por la noche me meto en la cama y todavía veo imágenes de esos pasamontañas del horror, y yo en un autobús turístico-postmoderno, me gustaría decir que ajeno a todo pero esto es como uno de esos libros de Baudrillard, en plan Jesús en Disneylandia. Yo me vine, pero esa gente sigue viviendo allí, y hagan lo que hagan con sus vidas, su futuro depende de ellos.
8 comentarios:
Yo llegué a Belfast con unos colegas a las siete de la mañana, tras estar gran parte de la noche viajando en coche desde Limerick, donde vivía. Domingo, nadie en la calle. Nos paramos en el barrio protestante para llamar desde una cabina al hostal donde nos alojaríamos... y aparece un todoterreno negro que se dirige hacia nosotros a gran velocidad. Se baja un tío superagresivo gritándonos, y nos pareció entender que nos decía que nos largáramos cuanto antes. Nos fuimos acojonadetes. Por la tarde nos dijeron que estábamos locos pormeternos a esa hora en el barrio protestante con un coche con matrícula "católica" (el coche lo alquilamos en Limerick) y que el tipo debía ser unea especiewononsa de patrullero del barrio que nos echó una mano ¡Dios salve al turista ingenuo y a su bendita inocencia!
Un simple mojaquero.
Post muy interesante. Aparte de las películas que citas, a mi me gustó mucho "the wind that shakes the barley" de Ken Loach.
Mmmmmm, me encanta Ken Loach. Precioso post, porerror.
Me ha gustado mucho. Muy equilibrado.
Recomiendo a todo el mundo la visita, especialmente a los alrededores, a los bosques y costa, son espectaculares.
He echado en falta que explicaras un poco algo de esa mitología que tanto les gusta a los irlandeses. ¿Te contaron cómo "nació" la Isla de Mann"?
retrami
MUY BUENOS POSTS, Y GRAN FAVOR QUE ME HAS HECHO POR RESUMIR LA PROBLEMÁTICA DE IRLANDA DEL NORTE.
CUIDESE.
Por cierto, ni una sola alusión a Joyce ni a Leopold Bloom. Qué chasco, que yo pensaba que allí era un héroe nacional y que todo estaba inundado de su prosa. Deseando ir.
Luego dicen que Internet solo están para tonterías y que los blogs han muerto. Muchas gracias por tomarte el trabajo de escribir estos dos post Porerror.
Un saludo.
No sabía que la cosa estaba tan chunga por allí, da miedito que sigan estas cosas en plena UE, siglo XXI...
A mí me pasó algo parecido con las pelis en Polonia, no podía parar de ver pelis de nazis y del holocausto, una congoja continua...
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