Ya estabais nerviosos porque os pensabais que hoy, día 16 de junio, iba a conmemorar el Bloomsday. Ja, ja, ja: NO! Eso os lo dejo a vosotros, que tanto admiráis el Ulises (1922) de James Joyce. Además, como me recuerda la buena Cuidadora, “Ya lo conmemoraste cuando hubo que conmemorarlo”. Gran verdad, que quedó reflejada en el post sobre Leslie Nielsen. La ocasión que me trae a celebrar hoy es que el programa televisivo de Antena 3 Espejo Público cumple sus 1000 programas pilotado por Susanna Griso. Verdad es, en otros horarios y formatos –y con otros presentadores- Espejo Público lleva en Antena 3 más años que las columnas. Pero es en este su formato de magacín contenedor matutino que la cosa ha entrado en sazón.
Los lectores clásicos de este blog conocéis mi predilección por all things Antena 3, y mi debilidad por los informativos de la cadena. Lo que no se ha aireado tanto es mi fascinación por Espejo Público, al que mis amigos y yo nos referimos simplemente como “El programa de Susanna Griso”. Harvest me asegura que lo usa frecuentemente en sus clases como epítome de la actualidad televisiva, vaticinando a sus alumnos que si hacen tal o cual cosa impensable van a acabar saliendo “en el programa de Susanna Griso”. Él mismo les ha dicho alguna vez que no les pega para evitar precisamente idéntico destino.
¿Y cuándo has visto tú Espejo Público, perillán, si eso lo echan en horas de trabajo? Gran verdad, señora, y supongo que usted no se lo perderá, pero debo aclararle una cosa. El carácter proteico de mi ocupación me ha permitido, en temporadas o días concretos en que entraba a trabajar más tarde (o directamente en vacaciones) zamparme el programa. Y me ha parecido con creces lo mejor de las mañanas, porque ironía aparte, conjuga seriedad y rigor periodístico con una ligereza de espíritu de la que solo es capaz Antena 3 (para que luego la llamen en la competencia “la cadena triste”).
Espejo Público ha contado con tertulianos de talla, tales como Juan Manuel de Prada, Ángela Vallvey y Álvaro Pombo, por no citar a Massiel. Esto fue lo que me enganchó a mí, una tertulia en la que también había algún invitado de derechas, algo que era una rara avis allá por 2006, antes de la proliferación de las cadenas derechonas que la TDT cobija. Y que Massiel es muy graciosa. También salía la pizpireta María de Meer, a quien yo conocía de la radio, aunque no sé si será buen rollo recordarlo porque sé que ha abandonado el programa. El que sigue ahí como un campeón es Ramón Arangüena, en su mejor papel desde que saliera en Osados (1997) preguntándole a todo el mundo por su [falsa] “agria polémica con Iñaki Gabilondo”.
Muchos han sido y son los miembros de la cohorte (y corte) de colaboradores y adláteres de los que se ha rodeado Susanna Griso desde sus inicios, pero quitémonos la careta: el programa es ELLA. Más allá de su agradable apariencia (por decirlo suavemente), la catalana ha sabido imprimir su estilo personal al programa, una mezcla de acerada periodista y seño que sabe cuándo meter a sus alumnos en el corral (vaya esto sin un ápice de machismo). No es casualidad que Susanna acumule premios, que proviniera del telediario de Antena 3 (será que la casa imprime carácter?) y que nos guste tanto a todos. (Sobre todo a Pablo Motos, que el mamón le confesó que ella era su “mito erótico”).
Confieso que últimamente no he visto el programa tanto como me gustaría, este año tengo que salir a trabajar a las siete y media todos los días. Pero no se me olvidan las mañanas que he pasado viéndolo, comiéndome una tostada, empapándome de la última tragedia o polémica, o asistiendo perplejo al desfile bizarro de la crónica social. Y en medio de todo Susanna Griso repartiendo panes y peces, que lo mismo se prueba unos zapatos que manda callar a Massiel que da paso a unos damnificados de Lorca. Hoy tampoco veré el programa 1000 de Espejo Público con Susanna, y eso que según ella misma ha contado en Twitter, con motivo de la conmemoración “la preparan gorda”. Que sea enhorabuena!
Los lectores clásicos de este blog conocéis mi predilección por all things Antena 3, y mi debilidad por los informativos de la cadena. Lo que no se ha aireado tanto es mi fascinación por Espejo Público, al que mis amigos y yo nos referimos simplemente como “El programa de Susanna Griso”. Harvest me asegura que lo usa frecuentemente en sus clases como epítome de la actualidad televisiva, vaticinando a sus alumnos que si hacen tal o cual cosa impensable van a acabar saliendo “en el programa de Susanna Griso”. Él mismo les ha dicho alguna vez que no les pega para evitar precisamente idéntico destino.
¿Y cuándo has visto tú Espejo Público, perillán, si eso lo echan en horas de trabajo? Gran verdad, señora, y supongo que usted no se lo perderá, pero debo aclararle una cosa. El carácter proteico de mi ocupación me ha permitido, en temporadas o días concretos en que entraba a trabajar más tarde (o directamente en vacaciones) zamparme el programa. Y me ha parecido con creces lo mejor de las mañanas, porque ironía aparte, conjuga seriedad y rigor periodístico con una ligereza de espíritu de la que solo es capaz Antena 3 (para que luego la llamen en la competencia “la cadena triste”).
Espejo Público ha contado con tertulianos de talla, tales como Juan Manuel de Prada, Ángela Vallvey y Álvaro Pombo, por no citar a Massiel. Esto fue lo que me enganchó a mí, una tertulia en la que también había algún invitado de derechas, algo que era una rara avis allá por 2006, antes de la proliferación de las cadenas derechonas que la TDT cobija. Y que Massiel es muy graciosa. También salía la pizpireta María de Meer, a quien yo conocía de la radio, aunque no sé si será buen rollo recordarlo porque sé que ha abandonado el programa. El que sigue ahí como un campeón es Ramón Arangüena, en su mejor papel desde que saliera en Osados (1997) preguntándole a todo el mundo por su [falsa] “agria polémica con Iñaki Gabilondo”.
Muchos han sido y son los miembros de la cohorte (y corte) de colaboradores y adláteres de los que se ha rodeado Susanna Griso desde sus inicios, pero quitémonos la careta: el programa es ELLA. Más allá de su agradable apariencia (por decirlo suavemente), la catalana ha sabido imprimir su estilo personal al programa, una mezcla de acerada periodista y seño que sabe cuándo meter a sus alumnos en el corral (vaya esto sin un ápice de machismo). No es casualidad que Susanna acumule premios, que proviniera del telediario de Antena 3 (será que la casa imprime carácter?) y que nos guste tanto a todos. (Sobre todo a Pablo Motos, que el mamón le confesó que ella era su “mito erótico”).
Confieso que últimamente no he visto el programa tanto como me gustaría, este año tengo que salir a trabajar a las siete y media todos los días. Pero no se me olvidan las mañanas que he pasado viéndolo, comiéndome una tostada, empapándome de la última tragedia o polémica, o asistiendo perplejo al desfile bizarro de la crónica social. Y en medio de todo Susanna Griso repartiendo panes y peces, que lo mismo se prueba unos zapatos que manda callar a Massiel que da paso a unos damnificados de Lorca. Hoy tampoco veré el programa 1000 de Espejo Público con Susanna, y eso que según ella misma ha contado en Twitter, con motivo de la conmemoración “la preparan gorda”. Que sea enhorabuena!
1 comentario:
Perdón??? después de leer tanto tu blog no me esperaba esto...Pa gusto, los colores, no?
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