Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 9 de mayo de 2008

"Lo mío"



(Dedicado a Ana, lectora y amiga, para que se ponga bien de lo suyo)



Ya lo cantaba El Payaso de La Hora Chanante, siempre “con DJ Pollo y una jamelga en bikinli”. Él cantaba: “Estoy fatal de lo mío, estoy fatal. Estoy fatal de lo mío, estoy muy mal”. El Payaso nunca llega a revelar en qué consiste “lo suyo”, pero ni falta que hace, todos lo entendemos.

Me fascina el concepto de “lo mío” como algo intrínsecamente español. Solo es superado por el “vuelva usted mañana”, tópico que por cierto, ha contribuido como pocos al mal nombre del funcionariado público en este país. Convendría releer al gran Mariano José de Larra (en algunos casos, leer por primera vez) para descubrir que ese vicio tan español y que tanto irritaba a los extranjeros en su antológico artículo “Vuelva usted mañana” Larra se lo estaba achacando precisamente a empleados del sector privado.

“Lo mío”, lo de uno, entiendo que es un concepto intangible pero no por ello menos real. Se trata de algo (normalmente una preocupación) que tenemos muy cerca del corazón, que hacemos tan personal y tan consustancial a nosotros que no juzgamos ya ni necesario explicitar en qué consiste. Cuando nos encontramos en nuestro círculo de íntimos esto puede tener un pase, pero el fenómeno resulta francamente divertido cuando se traslada al ámbito de la gente que no conoce ni tiene por qué conocer nuestra vida.

Pongo un ejemplo, la típica señora que en la cola de la frutería reclama que se la deje saltarse el turno por encontrase “fatal de lo suyo”. ¿Qué es lo suyo? Chi lo sa? El epítome de este fenómeno lo tuvimos en nuestras pantallas con aquel nunca suficientemente reivindicado personaje de Benito en la seminal serie Manos a la obra (Antena 3). Allí, el trapisonda albañil Benito (de “Manolo, Benito & Cía”) trataba a menudo de librarse del trabajo o de conseguir alguna prebenda con la excusa de lo suyo. A la que más puteaba era a su santa madre, ¿os acordáis?, que la tenía esclavizada… “¿Cómo voy a hacer yo eso, madre, si hoy estoy fatal de lo mío?”


En el caso de Benito (que debería pasar a la historia por sus aportaciones a la lengua española, algún día les dedicaré un post a él y a Manolo) tampoco supimos nunca en qué consistía lo suyo. Interrogado, él siempre contestaba vagamente con unas molestias en la zona respiratoria o digestiva, pero nada más. En este aspecto, “lo mío” de Benito me recordaba muchísimo a la famosa “válvula” de Ignatius J. Reilly en La conjura de los necios (1980- ver mi segundo libro favorito). En nombre de aquella válvula, que nunca se dijo cuál era, Ignatius también se consideraba exonerado de realizar cualquier esfuerzo físico e incluso de llevarse ningún disgusto.

“Lo mío” no tiene por qué ser necesariamente una dolencia, puede tratarse de un interés, un asunto, un negocio. De ahí la frase “¿Qué hay de lo mío?” (muy de pasillos de ministerios, negociados y despachos varios). Pienso que este tópico proviene de la postguerra, del primer franquismo de La colmena (1951), en el que había tanta gente necesitada, no solo por la guerra sino por efecto de la represión política. Mucha otra gente se encontraba en la situación opuesta (exactamente por los mismos motivos) y encontró una posición que los generosos quisieron usar para ayudar a otros. No hacía falta ser ministro, bastaba con tener un carguillo, una tienda o simplemente no ser sospechoso políticamente. Este mundo de “Don Fulano, ¿qué hay de lo mío?” quedó muy bien retratado también en la obra Las bicicletas son para el verano (1984).

Pues bien, sea “lo mío” una úlcera, unas oposiciones o un puesto de sereno, lo cierto es que cada uno sabemos lo que tenemos y lo llevamos muy cerquita del corazón. Incluso yo, cuando caí esguinzado, que es algo muy engorroso pero no deja de ser una nimiedad, me acostumbré a escuchar “Porerror, ¿qué tal estás de lo tuyo?”. Cada uno tenemos lo nuestro.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya os echo de menos...creo que os lo dije hace un par de semanas pero cada fin de semana, que me separa de vosotros, me vuelve este sentimiento que se atrapa en mi estómago, que no anda muy fino, por cierto, ya sabéis de lo mío... Pues bien,echaros de menos con premeditación y alevosía es algo que podría confesar si me preguntaran ¿qué hay de lo tuyo?,de hecho lo he contestado esta tarde, os cuento: he pasado toda la tarde en un café-jazz de mi pueblo ( especifico para hecerme la interesante)con cuatro amigas. Una de ellas mi hermanita;otra como si lo fuera;la tercera una de mis mejores amigas,aunque por motivos laborales la vea poco y la cuarta, que es en esta en la que me voy a parar, una amiga desde la infancia que no veía(exceptuando algún encuentro fugaz)desde hace por lo menos cuatro años. Al encontrarme con ella, uff... se me ha venido encima todo lo mío y cómo no todo lo suyo...porerror me ha venido este post de perla. La sensación ha sido extraña. Nos distanciamos por varios motivos, nuestra relación se fue enfriando poco a poco, sin embargo,al pasar la tarde con ella me he dado cuenta de cómo el tiempo juega a su antojo y en pocos minutos éramos aquellas jovencitas que nos reíamos hasta de nuestra sombra y que hablábamos sin parar de nuestras cosas .
Para no distanciarme del post quiero reflexionar sobre cómo la vida,a veces, se puede convertir en un bucle, y me explico: Esta tarde he hablado de lo mío ( hasta donde puedo llegar) y ella ha hablado de lo suyo ( hasta donde puede llegar) y al salir del café, montarme en el coche y poner, hasta que mis tristes altavoces lo permiten, a todo volumen a LA AMY, como la llamo cariñosamente, he tenido miedo de que esa amiga seáis vosostros dentro de uno, dos, tres años... y me vuelva a subir en un coche, poner la música que me envuelva entonces, después de pasar tres horas con vosotros en un bar hablando de lo nuestro ( hasta donde podamos llegar) y tirarme al blog de un amigo para tocar con las puntas de mis dedos( y no solo me refiero al teclado) la realidad que aún tengo.Sab

PD: ¡diez días!

Anónimo dijo...

Todos tenemos lo "nuestro". Si amigo, yo también tengo lo "mío", y ¿quién no?.
Imaginario o real pero al fin al cabo, qué seriamos sin lo "nuestro".
Lo preocupante no es que cada uno tenga lo suyo, sino que encima estemos "bien de lo nuestro".
¡Qué re-lío!

Os deseo a todos que os recupereis de lo "vuestro". Yo estoy en ello.

Ralip

Anónimo dijo...

Pero lo mío era un algo despiadado y violento. Cada vez que me estiro me señala. He mudado lo mío en lo que tengo, aunque no tenga nada. Migue.

Fran G. Matute dijo...

El múndo de la música (latina, sobre todo) ha dado lugar a muchos conceptos de este tipo. Recordemos el "Hay que estar en algo" de Eddie Palmieri...

P.D: Lo de Ignatius no era la válvula pilórica? Que por cierto, creo que no existe... (salvo mejor opinión médica...).

Anónimo dijo...

ENTRE LO TUYO Y LO MIO LA LIAMORRRSSSS

Porerror dijo...

Hey, Fran G Matute, tienes razón! La "válvula" de La conjura de los necios es la válvula pilórica, que entiendo que sí existe: es la que conecta el píloro con el duodeno, ¿no?

Lo que pasa es que Ignatius no deja de ser un hipocondríaco, y no se justifica que su vávula se obstruya o desobstruya cuando a él le dé la gana, cuando ve una cara con acné, o cierta chaqueta que no le gusta.

 
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