Este ha sido para mí un fin de semana de ausencias y reencuentros. Ausencias por la gente importante que no ha estado a mi lado, algunos (ley de muerte) no podrán ya nunca estarlo. Otros por otras leyes, hay otras circunstancias: no os aburro. Me centro en los reencuentros.
Quisiera destacar a quien sí he visto, ha sido todo muy raro, como un sueño. No es cosa ahora de ponernos tristes, pero creo que la tarde del domingo y vosotros lectores me perdonaréis que incida un poco en la nostalgia. Amigos de la infancia –la más tierna- los compis de pupitre, rodilleras de pana, soldaditos de plástico verde de las Fuerzas Armadas alemanas, las risas, los bocatas… recuerdos comunes de profesores tonantes que no veían más allá de sus narices y pretendían controlar una clase de preadolescentes a base de pastillitas Juanola.
He visto a gente de esa época, y de un poquito más allá: la adolescencia. “Mis amigos de verdad”, los llamo en plan jocoso, en realidad tengo varios juegos de amigos de verdad, nunca me fallan. Lo cierto es que me han faltado pocos, aunque gente importante, pero ya habrá ocasión. A los que he visto los veo más o menos a menudo, no con tanta frecuencia como ellos o yo quisiéramos, pero pienso que con los tiempos que corren, mantener una (o dos) pandillas desde el insti es toda una hazaña.
Quedé también con un amigo antiguo, pero de los modernos: modernito. Es un buen compi de carrera al que la vida lleva por una vía paralela, debemos hacer auténticos esfuerzos por cruzarnos, mas siempre se consigue. Baste mirar a otros de aquella época de los que nunca sé nada, o un dato al año, para notar lo enorme de este logro.
También tuve ocasión de ver a gente con la que hablo mucho en estos medios: Messenger, blog, e-mail o por el Facebook, pero que en persona están -pese a vivir en mi misma ciudad- más lejos. He visto al amigo con el que quedo siempre, o bien a hacer deporte o a hacernos confidencias. He visto a esos amigos cuya principal forma de comunicación es quedar para comer (para algo está el gimnasio de Cosica), mejor dicho, para atracarse de comer. Otros son más de café, y de comprar discos, incluso los hay de bailoteo y gin-tonics.
He visto a mucha gente y doy las gracias, con algunos he hablado solo por teléfono, o me los he encontrado por la calle. A dos de mis mejores amigos (que veo poco) sé que los recuperaré esta semana. Y si por fin me da por acudir a esa famosa Feria de Sevilla, no han de faltarme otros amigos y conocidos cuya presencia allí es insoslayable. A todo el mundo gracias, las relaciones se van construyendo (y destruyendo) poquito a poco, de modo que conozco su importancia. Este fin de semana también he oído hablar de dos reuniones familiares y he sido testigo (cuasi partícipe) de otra muy bonita. Por eso sé lo que digo y lo que hablo, amigos, gracias: sois mi segunda familia.
Quisiera destacar a quien sí he visto, ha sido todo muy raro, como un sueño. No es cosa ahora de ponernos tristes, pero creo que la tarde del domingo y vosotros lectores me perdonaréis que incida un poco en la nostalgia. Amigos de la infancia –la más tierna- los compis de pupitre, rodilleras de pana, soldaditos de plástico verde de las Fuerzas Armadas alemanas, las risas, los bocatas… recuerdos comunes de profesores tonantes que no veían más allá de sus narices y pretendían controlar una clase de preadolescentes a base de pastillitas Juanola.
He visto a gente de esa época, y de un poquito más allá: la adolescencia. “Mis amigos de verdad”, los llamo en plan jocoso, en realidad tengo varios juegos de amigos de verdad, nunca me fallan. Lo cierto es que me han faltado pocos, aunque gente importante, pero ya habrá ocasión. A los que he visto los veo más o menos a menudo, no con tanta frecuencia como ellos o yo quisiéramos, pero pienso que con los tiempos que corren, mantener una (o dos) pandillas desde el insti es toda una hazaña.
Quedé también con un amigo antiguo, pero de los modernos: modernito. Es un buen compi de carrera al que la vida lleva por una vía paralela, debemos hacer auténticos esfuerzos por cruzarnos, mas siempre se consigue. Baste mirar a otros de aquella época de los que nunca sé nada, o un dato al año, para notar lo enorme de este logro.
También tuve ocasión de ver a gente con la que hablo mucho en estos medios: Messenger, blog, e-mail o por el Facebook, pero que en persona están -pese a vivir en mi misma ciudad- más lejos. He visto al amigo con el que quedo siempre, o bien a hacer deporte o a hacernos confidencias. He visto a esos amigos cuya principal forma de comunicación es quedar para comer (para algo está el gimnasio de Cosica), mejor dicho, para atracarse de comer. Otros son más de café, y de comprar discos, incluso los hay de bailoteo y gin-tonics.
He visto a mucha gente y doy las gracias, con algunos he hablado solo por teléfono, o me los he encontrado por la calle. A dos de mis mejores amigos (que veo poco) sé que los recuperaré esta semana. Y si por fin me da por acudir a esa famosa Feria de Sevilla, no han de faltarme otros amigos y conocidos cuya presencia allí es insoslayable. A todo el mundo gracias, las relaciones se van construyendo (y destruyendo) poquito a poco, de modo que conozco su importancia. Este fin de semana también he oído hablar de dos reuniones familiares y he sido testigo (cuasi partícipe) de otra muy bonita. Por eso sé lo que digo y lo que hablo, amigos, gracias: sois mi segunda familia.
7 comentarios:
Un bonito y sentido post. Precisamente hablaba sobre la amistad en geneal y una en concreto (de momento cortada) la tarde del viernes. Para mí los amigos son también muy importantes y me gustaría pensar que sé cuidarlos. Sin embargo hay que saber vivir sin ellos porque como tú dices, en los tiempos que corren, la soledad es cada vez más un fiel compañero de viaje. Y hay diferentes grados de amistad, pero todos necesarios en su grado de confianza y entrega, verdad? Un temón, vaya.
Pues sí, Orphangirl, estoy completamente de acuerdo contigo: la amistad es muy importante pero lo primero es saber vivir solo y sin amigos.
No te digo yo que dentro de un tiempo no me salga un post "A la independencia", pero pasa que igual que cuando uno está enfermo necesita cosas que una persona fuerte no necesita, cuando uno no está bien del todo el cariño y compañía de los amigos se hacen de todo punto imprescindibles.
Un abrazo!
Uy, de soledad sé yo mucho aquí arriba, en el cráter Vitruvius.
Qué emotivo todo lo que relatas. Ojala conozca yo físicamente algún día a mi gran "amigo de blog", Porerror, ya sea en Sevilla, en Madrid o en Cosica, (¿no hay algún concierto interesante allí para que me pase?).
nos vemos el jueves!!! que ganas! abrazos varios
Kike yo también te quiero ver! avisadme!
Yo tamibén he estado pensando esta última semana en lo bonito que es la amistad. El sábado fui a una boda y nos conseguimos juntar otra vez toda la pandilla del instituto, y nos lo pasamos genial! y esta semana hemos seguido viéndonos y ahora haciendo planes pa la feria.... y me he dado cuenta de que estaba de un humor excelente toda la semana, con una sonrisa en la cara. Y que conste que no era solo por estrenar un traje nuevo en la feria eh? ;-)
illo, te veo en un rato en la puerta del insti! A ver podemos subir a tu antigua clase de COU donde nos conocimos :-)
CLP
PASTEL DE CREPE RELLENO DE NATA Y CON GUINDA DE TOCINITO DE CIELO...HAY ALGO MÁS DULCE QUE LA AMISTAD?
Cuan grande sos, Porerror!
Espero que nos podamos ver pronto (en la Feria...por qué no!?)....y si no, seguiremos compartiendo Estatuas Verdes, buena música en Facebook, y algún que otro amigo al que vemos menos de lo que quisiéramos!
un beso,
Silvia
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