Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 9 de octubre de 2009

Excursus: Curso del 63


-“Los días de colegio eran tan felices, ahora parecen muy lejanos”
(Raymond Douglas Davies)






Por abrumadora petición popular, hablo de Curso del 63. Los que me conocéis sabéis que pensaba hacerlo de todos modos: no es que necesitara mucho empujón, vaya. Esta mañana, en el programa Ya te digo de Europa FM, escucho algunos datos: 21% de share, más de 4 millones de telespectadores, éxito total. A nivel impresionista, llamo al buen Harvest y éste me lo corrobora: en el día después (miércoles) de su emisión, todos sus alumnos –de entre 11 y 17 años- le comentan el programa excitadísimos. Muchos de sus compañeros profes, todavía más.

Otros amigos docentes lo confirman: “¡Qué no daría yo por estar ahí en Curso del 63, lidiando con esos niños pero con los poderes y las prerrogativas de los profesores de aquella época!” –es el comentario más repetido. Por si alguien no lo vio (coincidió con el goloso estreno de Flashforward en Cuatro), Curso del 63 es un reality adaptado de por ahí en el que 20 niños y niñas de 16-17 años se someten a la experiencia de vivir y estudiar en un colegio interno como los que había en España a principios de los años sesenta.


Esto es importante dejarlo claro, porque varios compañeros de trabajo –siempre prestos a enriquecerme con anécdotas y precisiones de sus propias experiencias estudiantiles en colegios internos de ambos sexos- me comentan que no lo vieron pues pensaron que se trataba de una mera recreación à la Cuéntame, y claro está, les chocó muchísimo ver a esos zangolotinos y a esas pollitas con sus pelos teñidos, sus piercings y sus modales de corral. Dice uno “Si yo en 1963 le contesto así a un profesor me llevo un galletón”. Pues ahí está el truco, amigos.

El principal culture shock (el más llamativo, también) al que se enfrentan estos niños y niñas es el que tiene que ver con la imposición de límites en forma de normas. El hecho de que vistan o no corbata o que hayan de comer lentejas (ya sabéis, si quieres las tomas y si no… también) es un mero accidente. El problema de fondo es que a medida que avanza el programa queda bien patente que a la mayoría de estos niños no les han corregido o castigado en su pajolera vida. En otras palabras, que han llegado a los 17 años sin que nunca nadie les lleve la contraria. Pensad en esto, porque a mí me da más miedo que Drácula, la Momia y el Hombre Lobo juntos.


Aparte de las anécdotas disciplinarias (cuando menos, graciosas de ver): que si prohibido el maquillaje, que si hablar de usted a los profes y no contestar, lo que más me llena de terror y piedad, una verdadera catarsis, es la facilidad con que estos niñatos concursantes rompen a llorar. Tolerancia cero a la frustración, que se llama. O sea, hay de comer lentejas, pues no me gustan, pues te las comes, pues no, pues no almuerzas…. buaaaaaaa!!! Sois todos unos fascistas y unos nazis. La madre de la criatura, entre el bochorno público y la conmiseración por su retoña, se medio justifica: “Claro, es que mi hija está acostumbrada a que si no le gusta lo que hay de comer le pongamos otra cosa”. Enhorabuena, mamá: es usted una educadora de putísima madre.

Asisto incómodo a una sucesión de enfrentamientos verbales entre los zafios niños canis (¿por qué casi un tercio son andaluces?) y sus profesores, tan rectos, tan disciplinarios. Hay castigos, hay palabras firmes, hasta que por parte de los desobedientes niños (tampoco se les pide nada del otro jueves, solo obedecer las reglas) vuelan los exabruptos y los insultos. Una alumna aventajada declara sobre su tutora-monstruo-represora: “¡Esa me va a comer a mí las aletas del coño! Vamos… que yo en mi colegio ya le he pegado a dos maestros”. Pienso que mostrar esto en la tele, y enfrentarlo así, sin anestesia, a la disciplina pura y dura del franquismo puede ser contraproducente. ¿No van a saltar los angelitos? Si es que estos profes son unos fachas: llevan bigotín, te hacen vestir uniforme…



Pero entonces el buen Harvest me hace ver una cosa en la que yo no había caído: este programa va a servir para que la gente en general vea el tipo de ganado con el que los profesores de hoy han de lidiar a diario. Y muchos de ellos sin despeinarse. De acuerdo, los niños-concursantes de Curso del 63 están escogiditos: una clase con 20 ó 30 así sería infumable. Pero… ¿y una clase con 5 así? “Es el pan nuestro de cada día” –me asegura Harvest. “No he escuchado en este programa ninguna injuria ni ninguna barbaridad de boca de los niños que no me haya dicho a mí alguna vez un alumno o alumna al encararse conmigo”.

La diferencia estriba –por lo que se ve- en que si un niñato dice a Harvest “¿Tú quién eres para decirme a mí lo que tengo que hacer?”, él sólo puede poner cara de poker y como mucho castigarlo sin recreo, o alguna cosilla así (si es que el alumno en cuestión tiene a bien presentarse y cumplir su castigo). Los profes de Curso del 63, en cambio, son la caña porque pueden ponerlos a fregar, de rodillas con los brazos en cruz o exigirles respeto. No digo que el autoritarismo ciego y la disciplina absurda sean la panacea (yo mismo sufrí las injusticias de los curas en mi propio Curso del 93), pero qué queréis, amigos… de vez en cuando… ver cómo un superhéroe vengador restablece el orden del Universo bajándole los humos a un niñato... mola mazo, como dicen ahora.

8 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

Yo reconozco que estaba viendo "Flashforward", pero de vez en cuando zapeaba para ver este engendro televisivo... Sin embargo mi miedo es otro: ¿no crees que los jóvenes que vean ese programa van a tener nuevos héroes que poner en la carpeta por ser los más desobedientes, los más rebeldes incluso en un colegio tan severo como San Severo (valga la redundancia? Si ya hay niñas con la foto del Carcaño en plan Brad Pitt, en qué no se convertirán estos agitadores de la moral...

Y por otro lado ¿no te pareció que había un poco de teatro tanto en los niños como en los profes? Niños-actores... Mmmm

Porerror dijo...

La verdad, no había pensado en la posibilidad de lo que dices, aunque sí en su análoga: que la gente (y más aún los niños) le cogieran más asco todavía a la disciplina y la educación.

Sospecho que aquí Antena 3 ha hecho una jugada maestra al colarnos dos programas en uno (que satifarán a dos públicos bien distintos). Los nenes dirán "nuevos héroes ante la adversidad facha" y los adultos dirán "menudos rufianes", todo por el mismo precio, y todos contentos.

En cuanto a la posibilidad de que hayan metido niños actores, llámame ingenuo, pero no se me ha pasado por la cabeza. Aparte de su cortedad (y corta edad), considero que en España hay tanto niñato bala perdida dispuesto a salir de gratis por la tele, que no debe ser necesario que una productora pague por ello.

Fran G. Matute dijo...

Por cierto, que hablando de lo de "tolerancia cero a la frustración" ayer sufrí en mis carnes algo que me hizo pensar en ese tema.

Estaba en una conocida librería de miciudad, y me encontré escondida, entre las estanterías, a una chiquitina que trabajaba allí, sollozando... al momento llegaron el resto de sus compañeros a consolarla, explicándole que "eso" les había pasado a todos en sus primeros días de curro...

No quiero menospreciar ningún trabajo, (de hecho, ya me gustaría a mí trabajar en una librería) pero me cuesta entender qué tipo de estrés laboral se puede llegar a sufrir en un trabajo que básicamente consiste en ordenar libros y atender a los clientes...

La sensación que me dio es la que tu dices en el blog: la gente joven tiene tolerancia cero a la frustración. Esta chiquilla cometería un par de errores de etiquetación o a la hora de hacer algún pedido, como todo el mundo ha cometido alguna vez, pero en lugar de aprender algo y asumir su responsabilidad se echó a llorar como una niña pequeña clamando al cielo por su error y su torpeza o vete a saber si no era clemencia lo que estaba pidiendo...

No sé, me dio coraje...

Daniel Ruiz García dijo...

Fran, una pregunta, y no me contestes si no quieres: ¿era, por casualidad, una librería que tiene por nombre una letra del abecedario griego? Si es así, intuyo que en el comportamiento de la chica también tenía que ver con las formas de gestión de personal de la cadena librera.

En cualquier caso, completamente de acuerdo con la incapacidad para la frustración. Yo creo que todo se resume en dos conceptos: fuerza de voluntad y esfuerzo. Dos valores desconocidos para nuestros adolescentes actuales (joder, qué carca me ha quedado esto).

Anónimo dijo...

Tengo una amiga que trabajaba en esa librería. Se nutre de filólogos recién licenciados a los que explota, la dueña, descaradamente.

Es admirable la preocupación de antena 3 por la educación, montando un teatro (claro, Fran) y a partir de ahí invitando a Pilar Rahola para el posterior debate. Todo muy serio y real. Migue.

Riggy dijo...

Me flipa esa madre...hace tres cenas diferentes cada noche y se las pone a su hija en plan buffet? Por otro lado, como sabes, no dejo de aprender en Estatuas Verdes: hoy no ha sido "dizque", ni "oxímoron", sino el descubrimiento de la expresión "aletas del coño".

PD: Has dejado de poner etiquetas (a.k.a tags)?

GRILLO SOLITARIO dijo...

PUES EN EL 63 NO PASABA ESTO...

Porerror dijo...

Calla, calla, Grillo! Que estoy aquí ya para ver el segundo episodio...

 
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