Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 12 de junio de 2009

Pablo, Pablo, Pablo, que mi Pablo...

-“Todos o casi todos bajo el influjo de Neruda…”
(Roberto Bolaño: Nocturno de Chile, 2000)




Mmmmm… hoy quiero hablaros de literatura pero no me apetece ponerme los ropajes de crítico literario y enredarme por esos vericuetos técnicos. No quiero aburrirme, y si me aburriese yo, ay!, vosotros tendríais al leerme el aburrimiento asegurado. No va a ser el caso (espero), no. Es verdad que voy a hablar de libros, de poesía para más señas, pero lo voy a hacer de manera relajada e impresionista. Voy a decir lo que me dé la gana, que de vez en cuando no veáis cómo entra.

Hoy quiero venir a hablar de Pablo Neruda, otro leitmotiv de este blog, pasan los meses y noto que su nombre se repite, que sale a flote muy a menudo, es una constante de Estatuas Verdes. Aunque solo fuera porque a él le debo el nombre y el “concepto” del blog, y ya sabéis que por ese motivo lo considero el padrino de este invento, y que la segunda de las “Tres postales” de cada mes siempre lo tiene a él por destinatario. Neruda, Neruda, Neruda… habría tanto que decir… y bajándome al plano personal me fascina que me fascine tanto. Un hombre tan comunista, tan ajeno a mí en muchos sentidos, y sin embargo todo eso me da igual: lo que prevalece aquí es el artista, un poeta humano como yo no he encontrado otro.


Hay que tener cuidadín con estos autores politizados (que “escriben al dictado”, como dice mi buena madre) porque en un momento dado se disfrazan de intelectuales para colártela doblada. Y está en su naturaleza, coño, después de todo ellos entienden la escritura o el arte en general como un acto comprometido, y por tanto un sacerdocio laico al servicio de su “causa”. Pero Neruda, el mamón hasta cuando ejerce de poeta comunista tiene gracia y dispensa perlas en forma de intuiciones certeras, cosa que no se puede decir de otros tan alegremente, por ejemplo Alberti (mal que me pese). Si no me creéis, leed su poema filocubano (sección Fidel Castro) “Reunión de la OEA”, acerca de esa Organización de Estados Americanos que vuelve a estar de actualidad informativa, precisamente por el tema de USA vs. Cuba.

Otros ejemplos de demagogia bien llevada, con mucha gracia, los encontramos en “No me lo pidan” (en el que Neruda defiende su derecho a ser un poeta comprometido, ya que como poeta y ser humano no puede permanecer al margen de los asuntos humanos, idea que ya avanzara 30 años antes en “Explico algunas cosas”, a propósito de la Guerra Civil española); y en su “Oda a la crítica” (buscadla recitada por el Sabina, que ya es el colmo del progresismo) donde el poeta pretende que su poesía es por y para el pueblo, ajena a los tejemanejes de los críticos literarios y sus celadas. Dámaso Alonso opinaba que la crítica literaria era a la poesía como una limpieza a una armadura antigua, que le quita la herrumbre y nos la muestra tal y como es, pero pienso que el buen hombre chocheaba cuando dijo esto.


Pero Neruda no es necesariamente un poeta politizado, su obra es tan vasta (y tan basta) que hay donde elegir. ¿Qué tal “Neruda, poeta del amor”? Para la antología y la autoflagelación de los adolescentes y de algunos que ya no lo somos tanto queda su librito Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924), escrito con apenas 20 años y un clásico instantáneo. Leed si no los poemas 12, 15 ó 20 y luego hablamos. ¿Qué tal “Neruda, exponente del surrealismo”? Está claro que una de sus obras mayores es Residencia en la tierra (1934): un libro de hastío, de desencanto (“Sucede que me canso de ser hombre: los pelos como escarpias, se me ponen al leerlo), en el que hay poemas tan alucinantes y esenciales como “Walking Around” o “Agua sexual”.

Claro que el Neruda más gordo (en todos los sentidos), fue el que acometió ese monumento titulado Canto general (1950), con vocación totalizadora de las Américas. A mí me aburre un poco (ahora que no nos oye nadie), pero resulta imposible negar la importancia de poemas como “Alturas de Macchu Picchu”. Más entretenidos y, en mi caso, sugerentes resultan otras obras de los años 50 como su serie de libros de odas (Odas elementales, 1954: “a la alcachofa”, “al pan”, “a la alegría”, “al cobre”, “al caldillo de congrio”…).


Y en este somero repaso asistemático por la obra de don Pablo no me puedo olvidar de un libro raro, de difícil catalogación en su trayectoria, absolutamente delicioso. Me estoy refiriendo a Estravagario (1958), de donde salen joyazas como “A callarse”, “Dulce siempre” o por supuesto “Las estatuas verdes sobre el techo de Notre Dame”. No es la primera vez que nombro aquí este libro: para mí leerlo es como el bálsamo de Fierabrás, lo cura todo. Es como beber un vaso largo de agua fría después de haber andado horas por una ciudad a 40 grados. Es como echarse pomada en un esguince del alma. ¿Me estaré volviendo cursi? Probaré la receta de Neruda: cobre! cobre! mineros, pescadores, panaderos, comunismo, antifascismo, yanquis fuera!

Ya superada la tentación de la ñoñería me recreo en la contemplación de todos los libritos de Neruda que poseo, con sus lomitos amarillos iguales de la editorial Debolsillo, que tan baratos y accesibles los tiene. Y me relamo también, pensando en las obras fundamentales de este hombre a las que todavía no les he hincado el diente: ¿qué sorpresas, qué placeres, qué desazones me aguardarán, por ejemplo, en Memorial de Isla Negra (1964) o Los versos del capitán (1952)? Sean los que sean los aguardo con impaciencia, tendré que administrarlos con mucho cuidado, y tenedlo por seguro: los iré desgranando con vosotros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ah, pero no te excuses...Uno de los grandes. Aún recuerdo a una zorra de hispanoamericana riéndose de Neruda frente a un tal Eguren. Y es que mola ser culto y crítico e imbécil y vestirse de limpio y tutear la excelencia porque responda a algún cliché (creado con los años). Alguno habrá que diga que Medem o Von Trier (o, perdón, el hermano de Fernando Trueba)son mejores que Spielberg porque... Cito de memoria: "Si pudiera llorar en una casa sola,/ si pudiera arrancarme los ojos y comérmelos/ lo haría por tu voz de naranjo enlutado/ y por tu poesía que sale dando gritos." Elegía a Lorca. Búscame alguna maricona que diga algo parecido. Migue.

Susu dijo...

Gracias por recordarme a Neruda, Porerror. Me has hecho revisar "todos los libritos de Neruda que poseo" y releer algunos poemas y re-sentir algunas sensaciones. Aunque me ha encantado la expresión "demagogia bien llevada",y creo que algo de razón tienes, nunca he sido muy devoto de que me adoctrinen con la poesía.



Pero... no entiendo muy bien lo que dices, Migue. A mí me gustan Medem y Von Trier, ¿quiere decir eso que soy una maricona o un "culto, crítico e imbécil, que se viste de limpio y tutea a la excelencia"? Peor aún, ¿quiere decir eso que no me puede gustar Neruda ni la "voz de naranjo enlutado" de Lorca? Mí no entender.

Anónimo dijo...

No quiero decir eso. Me refiero a cierta crítica que ningunea a ciertos grandes autores por razones no artísticas; y cuando son artísticas resultan irrisorias, normalmente pequeñas boutades demagógicas. Que no he superado, vamos, lo de mi pofesora de hispanoamericana. Migue.

 
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