Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

jueves, 26 de febrero de 2009

Tres postales de febrero


Postal 1. Querido Antonio:

He sabido por la prensa que se cumplía el 70 aniversario de tu muerte. No me acordaba, la verdad; cuando era escolar me tenían al tanto de todas estas conmemoraciones, pero ya no está uno para esas cosas. Recuerdo que en 5º de EGB tuve que hacer un trabajo en grupo sobre tu vida y obra: se cumplía el 50 aniversario.

Te rindo hoy mis respetos, igual que esos que fueron el otro día a Colliure a verte a tu tumba (yo de ti no les escucharía, sospecho que te sacan en procesión para sus intereses políticos). Últimamente me he acordado mucho de tu poema “Las moscas”, ya se vuelven a ver moscas en
Cosica: señal inequívoca de que el invierno está derrotado.


Postal 2. Querido Pablo:

Parece que (también) hoy la cosa va de poetas. Quería contarte que estos días ando un poco triste (es un understatement: mi formación inglesa... ya sabes... aunque a ti lo inglés te cayera tan mal). Una de las pocas cosas que me han dado consuelo ha sido releer tu libro Estravagario (1958)... sonríes, claro, ya me sé por qué. En este libro se encuentra tu poema “Las estatuas verdes sobre el techo de Notre Dame”, que hoy en día resulta ser más verdad que nunca. Y otros muchos poemas, Pablo, fantástica terapia.

También han estado por ahí ayudándome John Donne, Siegfried Sassoon (con aquel poema dedicado a su hermano muerto en la batalla de Gallípoli), Richard Lovelace, el buen Cortázar... Querido Pablo, presiento que tendré que volver a menudo a esos versos tuyos que reivindican el azúcar y las alegrías.


Postal 3. Querido Dios:

No me voy a ir de ñoño, tranquilo: ya que te escribo, hagámoslo bien. En realidad esta postal es para decirte que no estoy enfadado contigo, estamos en paz. Y que aunque a diario parezca que no te tengo muy cerca, de ti nunca me alejo demasiado. También quería decirte que yo, como Fran G. Matute, hace poco he asistido a “una misa sorprendentemente coherente y reconfortante” (sospecho que es la misma). De ti no conviene alejarse demasiado.


Eso lo sabía bien Antonio Machado, a quien este mes le he escrito una postal. Tras una dolorosa pérdida Machado dejó escrito que, cuando vio la gracia de la rama verdecida de un olmo seco, su corazón esperaba “otro milagro de la primavera”. Bonitas palabras, sin duda dirigidas a ti, aunque fuera en plan deísta.

Adiós, Dios.

4 comentarios:

Karmen dijo...

Hola, Porerror. Me alegra "leerte" de vuelta. Veo que la poesía te hace bien; eso me reconforta. Mucho ánimo.

Fran G. Matute dijo...

Sospechas bien, amigo Porerror, sospechas bien...

Anónimo dijo...

APRENDIMOS TANTO EN AQUELLA MISA...Y NOS QUEDA TANTO DE QUE HABLAR SOBRE ELLA....

Fran G. Matute dijo...

En la post-misa sobre todo, ¿no?...

 
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