Sabéis que hay varios tipos de novelas policíacas (o “policiales”, como decía el buen Borges), y yo nunca he sido particularmente fan de ninguno de ellos. Hay novelas detectivescas, más o menos de salón en plan Agatha Christie, hay esas en que es imposible averiguar la solución porque el autor se guarda datos (en plan Sherlock Holmes: todas se resuelven gracias a un antiguo coronel en la India, cuya existencia desconocían los lectores). Luego están las llamadas novelas negras, en las que da igual en verdad quién sea el malo, ya que el placer se deriva de otras cosillas.
Hay otro tipo, llamadas “novelas de procedimiento policial”, en las que lo importante es ver cómo trabaja la bofia, onda interrogatorios, recogida de pruebas, órdenes de registro, forenses, autopsias… En palabras de uno de los maestros del subgénero, el sueco Henning Mankell, “[p]ara un observador ajeno, aquel trabajo probablemente sería aburrido y agotador” (Asesinos sin rostro, 1990). Hoy quiero hablaros de un libro muy gracioso que me acabo de leer, se llama Benegas (2009) y el autor es Francisco José Jurado.
A priori, se trata de una típica y tópica novela de procedimiento policial, de hecho, la frase publicitaria de la portada es espantosa: “El inspector Benegas, de la Brigada de Homicidios de Córdoba, tiene trabajo por delante. Las ratas han salido de las cloacas”. Sin embargo, el libro guarda un par de giros que lo hacen más que meritorio. Sin destriparlo no puedo contaros nada, claro, pero tendréis que confiar en mí.
Llamar “novela” a Benegas a lo mejor es una inexactitud, ya que el libro se encuentra dividido en varios capítulos o casos prácticamente independientes. Tampoco se trata de una colección de relatos al uso, ya que las secciones del libro acaban por –más o menos- encajar, si no como un puzzle al menos sí como una macedonia de frutas. Me quedo con novela, pues, dado que en esta postmodernidad, ya se sabe: todo vale. Y el libro exhibe varias de las características de la obra literaria postmoderna, sobre todo la metaficción.
El estilo del libro es ligero y fácil de leer, no se trata de una obra demasiado ambiciosa literariamente, pero desde luego que tampoco puede ser categorizada como un simple best-seller. En ocasiones, sin embargo, la narración denota un leve barroquismo, sobre todo cuando abunda en ambientes barriobajeros. En esos momentos, Francisco José Jurado me recordó a un Montero Glez que hubiese obtenido el título de la Secundaria.
Una capa extra de morbo-interés en mi caso es que el trabajo del detective Benegas (que da título al libro) y su equipo tenga como telón de fondo la ciudad de Córdoba. Los poderes fácticos de la ciudad aparecen bosquejados (sin ser esto una sátira ni un roman à clé), el potentado Rafael Gómez Sánchez “Sandokan” (aquí el “Pirata”), Cajasur (aquí Banco Meridional), el ayuntamiento comunista… Los casos versan sobre temas de bastante interés o actualidad: memoria histórica de la posguerra, corrupción en la universidad, el ruin mundillo de los premios literarios… y están narrados de manera ágil y competente, bien que un pelín predecible.
Según la contraportada del libro, “Benegas no es un sabueso al uso”, cuando a mí me ha parecido que eso es exactamente lo que es. Ya sabéis, poli veterano, con mala leche y una fina intuición, que lucha contra la burocracia, su mujer le acaba de dejar… y rodeado por un equipo más o menos de repertorio: la joven atractiva y eficiente, el tímido empollón, el friki, el poli pasota pero con instinto… de hecho, Benegas y su equipo me han divertido porque me han parecido una versión meridional a 40º a la sombra del Kurt Wallander de Mankell y su gélida comisaría sueca.
En definitiva, aunque este no es el tipo de lecturas que frecuento, recomiendo Benegas a todo el mundo, seguro que hará las delicias de los fans del género policiaco, y los demás, pues echamos un buen ratazo de lectura amena imaginando que por una vez, Córdoba es Los Ángeles.
Hay otro tipo, llamadas “novelas de procedimiento policial”, en las que lo importante es ver cómo trabaja la bofia, onda interrogatorios, recogida de pruebas, órdenes de registro, forenses, autopsias… En palabras de uno de los maestros del subgénero, el sueco Henning Mankell, “[p]ara un observador ajeno, aquel trabajo probablemente sería aburrido y agotador” (Asesinos sin rostro, 1990). Hoy quiero hablaros de un libro muy gracioso que me acabo de leer, se llama Benegas (2009) y el autor es Francisco José Jurado.
A priori, se trata de una típica y tópica novela de procedimiento policial, de hecho, la frase publicitaria de la portada es espantosa: “El inspector Benegas, de la Brigada de Homicidios de Córdoba, tiene trabajo por delante. Las ratas han salido de las cloacas”. Sin embargo, el libro guarda un par de giros que lo hacen más que meritorio. Sin destriparlo no puedo contaros nada, claro, pero tendréis que confiar en mí.
Llamar “novela” a Benegas a lo mejor es una inexactitud, ya que el libro se encuentra dividido en varios capítulos o casos prácticamente independientes. Tampoco se trata de una colección de relatos al uso, ya que las secciones del libro acaban por –más o menos- encajar, si no como un puzzle al menos sí como una macedonia de frutas. Me quedo con novela, pues, dado que en esta postmodernidad, ya se sabe: todo vale. Y el libro exhibe varias de las características de la obra literaria postmoderna, sobre todo la metaficción.
El estilo del libro es ligero y fácil de leer, no se trata de una obra demasiado ambiciosa literariamente, pero desde luego que tampoco puede ser categorizada como un simple best-seller. En ocasiones, sin embargo, la narración denota un leve barroquismo, sobre todo cuando abunda en ambientes barriobajeros. En esos momentos, Francisco José Jurado me recordó a un Montero Glez que hubiese obtenido el título de la Secundaria.
Una capa extra de morbo-interés en mi caso es que el trabajo del detective Benegas (que da título al libro) y su equipo tenga como telón de fondo la ciudad de Córdoba. Los poderes fácticos de la ciudad aparecen bosquejados (sin ser esto una sátira ni un roman à clé), el potentado Rafael Gómez Sánchez “Sandokan” (aquí el “Pirata”), Cajasur (aquí Banco Meridional), el ayuntamiento comunista… Los casos versan sobre temas de bastante interés o actualidad: memoria histórica de la posguerra, corrupción en la universidad, el ruin mundillo de los premios literarios… y están narrados de manera ágil y competente, bien que un pelín predecible.
Según la contraportada del libro, “Benegas no es un sabueso al uso”, cuando a mí me ha parecido que eso es exactamente lo que es. Ya sabéis, poli veterano, con mala leche y una fina intuición, que lucha contra la burocracia, su mujer le acaba de dejar… y rodeado por un equipo más o menos de repertorio: la joven atractiva y eficiente, el tímido empollón, el friki, el poli pasota pero con instinto… de hecho, Benegas y su equipo me han divertido porque me han parecido una versión meridional a 40º a la sombra del Kurt Wallander de Mankell y su gélida comisaría sueca.
En definitiva, aunque este no es el tipo de lecturas que frecuento, recomiendo Benegas a todo el mundo, seguro que hará las delicias de los fans del género policiaco, y los demás, pues echamos un buen ratazo de lectura amena imaginando que por una vez, Córdoba es Los Ángeles.
4 comentarios:
Moooooola.
FNAC de nuestra ciudad quizás??
mulatica (os lo juro)
Por favor, qué risa con lo del coronel de la India en las de Sherlock Holmes.
Tiene buena pinta, no lo conocía. Ahora hay muchos deberes, pero intentaré un día de éstos hincarle el diente. También porque si se desarrolla en Córdoba, con todo el entramado social y cultural de esa peculiar ciudad, seguro que resulta divertido (chiste privado).
Un abrazo.
Como siempre, gracias por las buenas recomendaciones de lectura!
buen finde a todos,
Silvia
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