Me decía el buen Kike hace un par de días cómo era esto de la nostalgia por la patria chica de uno. Él hablaba de lo que supone estar a más de 2.000 km; la distancia es psicológica, las mismas sensaciones nos valen para los que están a 5.000 o a 99. Por aquello de la extrañeza o la desnaturalización, hoy me ha venido a visitar un tal Sting y me ha susurrado al oído las siguientes palabras, que a continuación fielmente transcribo:
“Bebo café y té descafeinados,
me gusta una entera de mollete;
como se puede oír en mi acento cuando hablo,
soy uno de Miciudad en Cosica.
Me veis andando por El Real,
un perro suelto a mi lado,
no se despega de mí:
soy uno de Miciudad en Cosica.”
Bromas aparte, no sé si escuchar al buen Sting es lo idóneo para combatir la nostalgia, pero heme aquí que me encontraba imbuido en estas cavilaciones cuando me ha asaltado una cuestión muchísimo más urgente. Sting, ¿eh? Habría tanto que decir sobre él… Gordon Mathew Thomas Sumner, hizo campaña por el Amazonas, era amigo de Pavarotti, aparecía en mi libro de Lengua de 4º de EGB… los datos interesantes sobre su figura se acumulan y sin embargo la duda que me acucia permanece sin resolver. A día de hoy, que hace un mes que sacó su último disco (algo de lo que no se ha enterado nadie), ¿continúa Sting resultando relevante?
Tal vez la pregunta adecuada sea aún más perentoria: ¿le gusta a alguien Sting hoy? Su personaje ha sufrido un ligero rejuvenecimiento subsumido en la última re-unión del grupo Police, que lo vio nacer musicalmente y le dio la fama. Pero Sting en solitario, antaño una figura respetadísima, a la que Canal + le dedicaba especiales, precursor de Bono en la defensa de causas benéficas absurdas… ¿quién no tenía al menos una cinta cassette de este hombre? ¿Quién tendría huevos de escucharla ahora? La respuesta es servidor de ustedes, para empezar. Este es el punto de partida de mi investigación.
Nos explica la siempre informativa web All Music Guide que Sting tuvo muchísimo éxito de ventas “durante su primera década en solitario”, es decir, entre 1984 y 1994, (precisamente el periodo que cubría su famosísimo recopilatorio Fields of Gold) y que luego simplemente, dejó de vender discos. Es verdad que medio volvió con Brand New Day (1999), esa especie de reinvención que le devolvió fugazmente a los candelabros, a los hits y a los Grammys. Pero no nos engañemos, su cosecha desde entonces (él, que nunca fue un artista prolífico) ha sido más bien magra. Regurgitaciones de sus éxitos en directo, duetos con Craig David, hasta culminar en ese disco de villancicos cultos que sacó hoy hace un mes, con el título robado a Italo Calvino de If On a Winter’s Night…
Estatuas Verdes, siempre en la incorrección política, siempre un paso (o más) detrás de las vanguardias, revela una gran verdad. Pese a toda su pomposidad, su uso espurio de instrumentación jazzística, pese a parecerse cada vez más físicamente a Nek (y no a la inversa, como era en un principio), el que mola es Sting en solitario y no The Police. Seguro, ¿quién no ha cantado en el Singstar alguna vez “Every Breath You Take”? ¿Quién no sabe que “Roxanne” va de una puta? ¿A quién no le gusta esa papilla de reggae blanqueado que dispensaban?
Y sin embargo, tengo que decir que The Police como grupo, su obra en conjunto, me parece a años luz de los auténticos Grandes del Pop, como Beatles, Rolling Stones, Simon & Garfunkel, me atrevería a decir que hasta Queen. Nunca supe ver qué misticismo o qué magia ejercieron en sus legiones de fan (que a mí jamás me alcanzó) para encumbrarlos hasta donde lo han hecho. ¿Cuál era el secreto, que Sting tocaba con tirantes? La respuesta me elude.
Contra todo pronóstico, cuando el buen Sting abandona la frescura que le proporcionaba el formato de una banda de “rock” new wave y se pone trascendente es cuando realmente me empieza a interesar. Solo Elvis Costello en Gran Bretaña ha alcanzado, creo, las cimas literarias que ha alcanzado Sting en sus canciones pop. Sting ha sido un tipo ambicioso, sesudo, se vestía de rey antiguo en los videoclips (que rodaba en blanco y negro, para parecer más cultureta todavía) pero a mi juicio la jugada le ha salido bien artísticamente.
El andoba lo mismo te habla de la alienación de un emigrante (“Englishman in New York”), que de las dictaduras del Cono Sur (“They Dance Alone”), que de la Guerra Fría (“Russians”), que de Dios-sabrá-qué (pero que incluye Jerusalén y unas ruinas: “Mad About You”). Lo mismo te cita a Chaucer que te coge un sampler de Mussorgsky. ¿Quién dijo que el arte postmoderno tenía que ser aburrido? Alguien que no lo conoce, eso seguro.
No es menos cierto que el cambio de siglo no le ha sentado muy bien al provecto Sting, que ha perdido poder mediático (que no prestigio) y que hoy por hoy el tipo es menos relevante que el Partido Carlista. Así y todo, considero que la obra en solitario que ha dejado merece una revisión, por no decir un acercamiento sin prejuicios. No es menos cierto que Sting es un artista que le gustaba a nuestros hermanos mayores –y como nos descuidemos, a nuestros padres- pero así y todo su música libresca y sus intentos por trascender las producciones de pop AOR deben tener un huequito en nuestros corazones (ya que no en el panorama estilístico actual).
Ah, y tranquilos. Que If On a Winter’s Night… ha sido Número 1 en las listas de Polonia!
“Bebo café y té descafeinados,
me gusta una entera de mollete;
como se puede oír en mi acento cuando hablo,
soy uno de Miciudad en Cosica.
Me veis andando por El Real,
un perro suelto a mi lado,
no se despega de mí:
soy uno de Miciudad en Cosica.”
Bromas aparte, no sé si escuchar al buen Sting es lo idóneo para combatir la nostalgia, pero heme aquí que me encontraba imbuido en estas cavilaciones cuando me ha asaltado una cuestión muchísimo más urgente. Sting, ¿eh? Habría tanto que decir sobre él… Gordon Mathew Thomas Sumner, hizo campaña por el Amazonas, era amigo de Pavarotti, aparecía en mi libro de Lengua de 4º de EGB… los datos interesantes sobre su figura se acumulan y sin embargo la duda que me acucia permanece sin resolver. A día de hoy, que hace un mes que sacó su último disco (algo de lo que no se ha enterado nadie), ¿continúa Sting resultando relevante?
Tal vez la pregunta adecuada sea aún más perentoria: ¿le gusta a alguien Sting hoy? Su personaje ha sufrido un ligero rejuvenecimiento subsumido en la última re-unión del grupo Police, que lo vio nacer musicalmente y le dio la fama. Pero Sting en solitario, antaño una figura respetadísima, a la que Canal + le dedicaba especiales, precursor de Bono en la defensa de causas benéficas absurdas… ¿quién no tenía al menos una cinta cassette de este hombre? ¿Quién tendría huevos de escucharla ahora? La respuesta es servidor de ustedes, para empezar. Este es el punto de partida de mi investigación.
Nos explica la siempre informativa web All Music Guide que Sting tuvo muchísimo éxito de ventas “durante su primera década en solitario”, es decir, entre 1984 y 1994, (precisamente el periodo que cubría su famosísimo recopilatorio Fields of Gold) y que luego simplemente, dejó de vender discos. Es verdad que medio volvió con Brand New Day (1999), esa especie de reinvención que le devolvió fugazmente a los candelabros, a los hits y a los Grammys. Pero no nos engañemos, su cosecha desde entonces (él, que nunca fue un artista prolífico) ha sido más bien magra. Regurgitaciones de sus éxitos en directo, duetos con Craig David, hasta culminar en ese disco de villancicos cultos que sacó hoy hace un mes, con el título robado a Italo Calvino de If On a Winter’s Night…
Estatuas Verdes, siempre en la incorrección política, siempre un paso (o más) detrás de las vanguardias, revela una gran verdad. Pese a toda su pomposidad, su uso espurio de instrumentación jazzística, pese a parecerse cada vez más físicamente a Nek (y no a la inversa, como era en un principio), el que mola es Sting en solitario y no The Police. Seguro, ¿quién no ha cantado en el Singstar alguna vez “Every Breath You Take”? ¿Quién no sabe que “Roxanne” va de una puta? ¿A quién no le gusta esa papilla de reggae blanqueado que dispensaban?
Y sin embargo, tengo que decir que The Police como grupo, su obra en conjunto, me parece a años luz de los auténticos Grandes del Pop, como Beatles, Rolling Stones, Simon & Garfunkel, me atrevería a decir que hasta Queen. Nunca supe ver qué misticismo o qué magia ejercieron en sus legiones de fan (que a mí jamás me alcanzó) para encumbrarlos hasta donde lo han hecho. ¿Cuál era el secreto, que Sting tocaba con tirantes? La respuesta me elude.
Contra todo pronóstico, cuando el buen Sting abandona la frescura que le proporcionaba el formato de una banda de “rock” new wave y se pone trascendente es cuando realmente me empieza a interesar. Solo Elvis Costello en Gran Bretaña ha alcanzado, creo, las cimas literarias que ha alcanzado Sting en sus canciones pop. Sting ha sido un tipo ambicioso, sesudo, se vestía de rey antiguo en los videoclips (que rodaba en blanco y negro, para parecer más cultureta todavía) pero a mi juicio la jugada le ha salido bien artísticamente.
El andoba lo mismo te habla de la alienación de un emigrante (“Englishman in New York”), que de las dictaduras del Cono Sur (“They Dance Alone”), que de la Guerra Fría (“Russians”), que de Dios-sabrá-qué (pero que incluye Jerusalén y unas ruinas: “Mad About You”). Lo mismo te cita a Chaucer que te coge un sampler de Mussorgsky. ¿Quién dijo que el arte postmoderno tenía que ser aburrido? Alguien que no lo conoce, eso seguro.
No es menos cierto que el cambio de siglo no le ha sentado muy bien al provecto Sting, que ha perdido poder mediático (que no prestigio) y que hoy por hoy el tipo es menos relevante que el Partido Carlista. Así y todo, considero que la obra en solitario que ha dejado merece una revisión, por no decir un acercamiento sin prejuicios. No es menos cierto que Sting es un artista que le gustaba a nuestros hermanos mayores –y como nos descuidemos, a nuestros padres- pero así y todo su música libresca y sus intentos por trascender las producciones de pop AOR deben tener un huequito en nuestros corazones (ya que no en el panorama estilístico actual).
Ah, y tranquilos. Que If On a Winter’s Night… ha sido Número 1 en las listas de Polonia!
12 comentarios:
"Sting es un artista que siempre me ha inspirado mucho, aunque nunca he escuchado ninguno de sus discos"
Fdo: Hansen.
Para mí, sin duda: coñazo. Y me temo que me da demasiada pereza esforzarme en comprobar si estoy equivocado.
Te revelo en exclusiva una información que obtuve de primerísima mano: la canción "They dance alone" es de donde tomó su nombre el otrora popular dúo Ella Baila Sola.
Por cierto que ya no me prodigo tanto en comentarios y se me pasó en su momento, pero felicidades por los dos años y que sean muchos más.
No puedo con este tío. La última, todo eso de que el tipo habla con los espíritus, es de poca vergüenza. Y todo ese rollo tántrico de folleteo durante 12 horas, la camiseta negra de cuello vuelto, las hojas del otoño cayendo. Pffff. Lo siento, me puede, no puedo.
Por cierto, no olvides felicitar a mi hermano.
RECONOZCO QUE EL TÍO SABE LO QUE HACE Y TAL. PERO NUNCA ME HA GUSTADO. NI CON NI SIN POLICE.
Coñazo!!!Josemari.
Moríos todos, fraudes!
sIMPLE. ANTES GENIO. AHORA COÑAZO.
como todo grupo vocal disuelto(a excepcion de los Beatles),cuando los Police zanjaron el asunto,Sting se estancó.Eso si,diga el mundo lo que quiera,el rollito reggae del "so lonely" de Police me parece un señor temazo de los que no se escuchan en decadas.
Bsis
Genial. Phoebe falsificó su identidad sólo por verlo en un concierto. Y se coló en su casa. Fields of gold. Y además el tío está buenísimo. Roxanne. Migue.
¿Cómo, oh Porerror, "hasta Queen"? A Freddy no lo toques, hombre. A mí Sting me parece un petardo, y de Police, cierto, guardo poco más que la nostalgia (sí, los chillidos de "So lonely").
STING PARA MI ES UN MUSICO MADURO Y CON DE POLICE GOSABA DE SU JUVENTUD MIENTRAS OTROS MUSICOS GASTABAN SU DINERO EN COCAINA Y LUJOS ESTUPIDOS
STING ES COMO
KING OF PAIN
Un GENIO, con mayúsculas, allá donde los haya, y le pese a quien le pese, nació para ser lo que es y para dedicarse a lo que se dedica
He comprado el compendio 'Sting 25 years'.Los CD's y VD están por supuesto perfectos. El libro es surpising, striking, las fotografías son absolutamente inéditas, tan es así que yo ya me siento mi propio cerebro inédito. La edición es exquisita al mismo tiempo que avant garde.
All the best.
Para todos, qué menos se puede desear en estos tiempos.
Publicar un comentario