Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Genios del bien al servicio de la Humanidad


Se me ha debido pasar -¡soy tan despistado!-, pero en algún momento de la semana pasada debió proclamarse la Porerror Injuriechon Week, y pareció buena idea volcar sobre este que escribe todos los epítetos que a la mente se vinieran. Los he tenido desde la amistad, desde el cariño, desde el respeto, desde la hijoputez, desde la ignorancia... me han llamado, chulo, pedante, creído, obeso, embaucador, y lo que más me ha dolido: "Tu blog es tan dulce que agradaría al mismísimo Zapatero". Y por ahí sí que no paso, como podréis comprender.

Aun a riesgo de provocar a algún lector que se las da de vanguardista (pero que en el fondo es más dulce que yo) un coma diabético, hoy he querido hablaros de las chucherías. Mucha gente se fascina y se escandaliza de que se vendan chuches en las facultades como medio para sufragar los viajes de estudios. Y es que se supone que las chucherías son cosas de niños, como los dibujos animados y los videojuegos. A fe mía que lo son, pero no en exclusividad, al menos ya no. Muchos adultos, entre los que no me incluyo, consumen videojuegos en cantidades inmoderadas, y yo mismo consumo dibujitos y por supuestísimo chuches.


Si no las como más es porque se supone que no son "sanas", pero la verdad es que me encantan. Lo que más me gustan son las esponjitas, o nubes, o jamones: los marshmallows de toda la vida. Después vienen en mi sueño esos paquetes de cereales extrusionados que genéricamente denominaré gusanitos, aunque en los últimos años su diseño y producción haya alcanzado cotas mareantes de sofisticación y creatividad.

Hoy, en la pausa del café me he permitido caer en la tentación del chucherismo: me he comprado dos cosas nuevas y riquísimas que no había en mis tiempos mozos. La primera, unos gusanoides con sabor a ketchup, pero a lo que sabían en realidad era a umami. ¿A qué? Correcto! Yo tampoco sabía lo que era el umami hasta que la semana pasada tuvieron a bien explicármelo mis amigos los científicos.


Usted y yo, señora, conocíamos de toda la vida los 4 sabores básicos: dulce, salado, aćido y amargo. Pero resulta que desde principios del siglo XX se conoce un quinto sabor, descubierto en Japón, llamado umami. Sus receptores especializados están en el centro de la lengua, y si ya está acrisolado como un sabor básico quiere decir que no se puede descomponer en otros. ¿Y qué sabor es ese? El del glutamato monosódico, me aseguran, el de los restaurantes chinos, el de las sopas de sobre, el de todas estas chuches guarronas que son así entre dulces, saladas y picantes. ¿A que ya lo identificáis?

La otra golosina que me he trincado son unos pequeños ositos de esponjita recubiertos de chocolate. Amigos, cuando he tenido la suerte de estar en Suiza o en Bélgica he tenido la suerte de degustar cacaos, chocolates y pralines exquisitérrimos, pero también os digo que el chocolate de kiosco tiene un encanto increíble. Tras probar esta imposible mezcla de esponjita y chocolatucio me he dicho a mí mismo que así, sí: que la Postmodernidad había llegado a los kioscos.


Semejante creación no la realizara ni el siempre chocante Adrià en un día lúcido, y algo parecido podría decirse de los gusanitos (o "Manchitos" previos). Y he comprendido por fin que quedaba lavada definitivamente la injuria que me causó aquella horrenda manguera gigante rellena de chicle. Esto es alta golmajería, amigos, estrellas Michelín ya para esta gente! Para estos creadores. Y mi febril imaginación ha vislumbrado a esos esforzados químicos o tecnólogos de los alimentos de UCLA, o el MIT o el CERN o donde sea investigando sabores para alegría de la Humanidad. Son genios del bien, amigos.

Francisco Nixon se preguntaba el otro día por la gente que compone los chistes, creadores, benefactores grises y anónimos, pero... ¿y los tipos que diseñan las chucherías?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

uuummm, has abierto la veda a mi pasión desenfrenada: LAS CHUCHES!!vicio que, junto con el chocolate, intento controlar a diario; yo no las como pq engordan, no pq no sean sanas ;)

La boca agua, pensando en esos Risketos, uuummmm, naranjas, que te ponen los deos perdíitos y que tienes que andar chupándotelos una y otra vez, ainssss qué cosa más ica mare!!!!

Y las nubes quemadas un poquito con el mechero, aaaaaaaaaahhhhhhhh me vuelvo loca!!!!!y esas palomitas de mantequilla que se te derriten en la boca; y los tronquitos esos de dos colores grandotes y los muffis...VOY A PARAR!!!!!
Gracias por esta chispita de dulce, aunque haya sido virtual!!!
A Zapatero fijo que le gusta esta entrada, jajajaaj.
mjesús

Anónimo dijo...

PORERROR BUSCA UNA CHOCOLATINA ALEMANA LLAMADA "Scho-ka-kola" Y TE DARÁ PARA OTRO POST MUY DULCE A LA PAR QUE ESTIMULANTE...

Ángel dijo...

No diré dónde, pero el otro día estaba ojeando y hojeando el Hola, y flipé bastante viendo a Enriquito Iglesias y su novia poniendo al fuego de una hoguera “los marshmallows de toda la vida”.

De todas formas, yo es que no soy muy de dulce y prefiero unas aceitunas o unos torreznos a los chuches.

 
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