Me encanta Salvador Dalí como pintor pero también como creador de ocurrencias. Él se alinea con Oscar Wilde, Groucho Marx, Woody Allen, los grandes anglosajones. Surrealista y genial, en este mundo racional Dalí bien podría pasar por loco, aunque, como él mismo se encargó de puntualizar, “la única diferencia entre un loco y yo es que yo no estoy loco.” También dijo otra cosa que me llega al alma, a propósito de Pablo Picasso, y es:
“Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco.”
Entre bromas y veras, desenmascara aquí Dalí la sospechosa figura del “artista comprometido.” Ese cuyo arte está al servicio de una causa, sea el bien de la Humanidad o una dictadura totalitaria, ya sabéis. No ha tres semanas que una lumbrera del teatro andaluz como Salvador Távora me espetaba que “según Lenin, el artista debe hablar solo de aquello que conoce en su vida, y ponerlo al servicio de la sociedad en que vive. Si no, el artista es un fraude.” Bueno, bueno, bueno, amigos: torres (de marfil) más altas han caído…
Todo esto está muy bien, y ha dado origen a maravillosas manifestaciones artísticas, desde la pintura de Diego Rivera a la canción protesta. Pero también a castañas impresionantes. Y yo en este tema, qué queréis que os diga, soy más del enfoque opuesto: “el Arte por el Arte.” Después de todo –y sigo en esto al egregio Ismael Serrano- “¡qué lejos queda Jean-Paul Sartre!” Pese a lo cual, como soy el espíritu de la contradicción, no puedo mentiros y os confieso: siento debilidad por los escritores comunistas.
No es una cosa a priori, que lo vea comunista y entonces me guste, no. Es al revés. Constato con una mezcla de sorpresa y sonrisa que me pirran las poesías de los comunistas, vaya. Sirvan de ejemplo algunos de mis favoritos, Rafael Alberti, Pablo Neruda y este que os traigo hoy, el malogrado Miguel Hernández. ¿Sabéis? Mañana cumplo 32 años y me da un escalofrío cuando pienso que Hernández murió en la cárcel tísico, con solo 31, y dejando una obra de tanto peso.
Se me viene a las mientes Miguel Hernández porque me han regalado ese disco superventas y Nº1 de Joan Manuel Serrat intitulado Hijo de la luz y de la sombra (2010), musicando poemas del vate cabrero. Todos estos comunistas (y poetas politizados en general) caen fácilmente en la falacia, en la demagogia: deliciosa la “Oda a la crítica” de Neruda, enternecedor Antonio Machado diciéndole a Líster que le cambiaba la pistola por la pluma, Alberti galopando “hasta enterrarlos en el mar”, etc.
Todos caen en estas trampas ideológicas, y así y todo: ¡qué bien escriben los cabrones! Qué bonito, qué bien y qué profundo. Y qué avenidas abren en la lengua española. El nuevo disco de Serrat/Hernández tiene un defecto de partida: el handicap de la comparación con aquel otro que hizo Serrat en 1972 (Miguel Hernández). La comparación es inexcusable pero debería ser excusada. Porque ambos discos son diferentes, en tono, en arreglos musicales, en cualidad vocal del cantante, en el contexto en que han salido. De acuerdo que hoy hay pateras, inmigración, parados, pero estaréis conmigo en que ya no tiene sentido un “Para la libertad.”
El propio Serrat ha dicho que Miguel Hernández fue un disco “de primera siega” (traducción: venían las buenas), pero este es otra cosa. Con todo, el disco nuevo presenta algunos textos muy importantes, extraídos de los libros más famosos de Hernández. A menudo acudimos con este autor a la falacia biografista: claro, era republicano, claro, era cabrero, claro, murió en la cárcel (yo mismo lo he hecho un poco al reducirlo a la etiqueta de “comunista”).
Hijo de la luz y de la sombra cuenta desde luego con canciones de Guerra Civil (“Uno de aquellos”, homenaje al brigadista internacional), de padre ausente (“Canción del esposo soldado”), sociales (“El hambre”)… pero también hay otras más profundas o filosóficas (“El mundo de los demás”, “Dale que dale”) e incluso amorosas (“Tus cartas son un vino”, “Solo quien ama vuela”). Mención aparte merece el tema que da título al disco, sobre un poema redondo que me ha impactado mucho.
Así que ya sabéis, camaradas, mi recomendación es clara: haceos con este disco, escuchadlo, bebedlo, disfrutadlo… y que Lenin os coja confesados.
“Picasso es un genio, yo también. Picasso es comunista, yo tampoco.”
Entre bromas y veras, desenmascara aquí Dalí la sospechosa figura del “artista comprometido.” Ese cuyo arte está al servicio de una causa, sea el bien de la Humanidad o una dictadura totalitaria, ya sabéis. No ha tres semanas que una lumbrera del teatro andaluz como Salvador Távora me espetaba que “según Lenin, el artista debe hablar solo de aquello que conoce en su vida, y ponerlo al servicio de la sociedad en que vive. Si no, el artista es un fraude.” Bueno, bueno, bueno, amigos: torres (de marfil) más altas han caído…
Todo esto está muy bien, y ha dado origen a maravillosas manifestaciones artísticas, desde la pintura de Diego Rivera a la canción protesta. Pero también a castañas impresionantes. Y yo en este tema, qué queréis que os diga, soy más del enfoque opuesto: “el Arte por el Arte.” Después de todo –y sigo en esto al egregio Ismael Serrano- “¡qué lejos queda Jean-Paul Sartre!” Pese a lo cual, como soy el espíritu de la contradicción, no puedo mentiros y os confieso: siento debilidad por los escritores comunistas.
No es una cosa a priori, que lo vea comunista y entonces me guste, no. Es al revés. Constato con una mezcla de sorpresa y sonrisa que me pirran las poesías de los comunistas, vaya. Sirvan de ejemplo algunos de mis favoritos, Rafael Alberti, Pablo Neruda y este que os traigo hoy, el malogrado Miguel Hernández. ¿Sabéis? Mañana cumplo 32 años y me da un escalofrío cuando pienso que Hernández murió en la cárcel tísico, con solo 31, y dejando una obra de tanto peso.
Se me viene a las mientes Miguel Hernández porque me han regalado ese disco superventas y Nº1 de Joan Manuel Serrat intitulado Hijo de la luz y de la sombra (2010), musicando poemas del vate cabrero. Todos estos comunistas (y poetas politizados en general) caen fácilmente en la falacia, en la demagogia: deliciosa la “Oda a la crítica” de Neruda, enternecedor Antonio Machado diciéndole a Líster que le cambiaba la pistola por la pluma, Alberti galopando “hasta enterrarlos en el mar”, etc.
Todos caen en estas trampas ideológicas, y así y todo: ¡qué bien escriben los cabrones! Qué bonito, qué bien y qué profundo. Y qué avenidas abren en la lengua española. El nuevo disco de Serrat/Hernández tiene un defecto de partida: el handicap de la comparación con aquel otro que hizo Serrat en 1972 (Miguel Hernández). La comparación es inexcusable pero debería ser excusada. Porque ambos discos son diferentes, en tono, en arreglos musicales, en cualidad vocal del cantante, en el contexto en que han salido. De acuerdo que hoy hay pateras, inmigración, parados, pero estaréis conmigo en que ya no tiene sentido un “Para la libertad.”
El propio Serrat ha dicho que Miguel Hernández fue un disco “de primera siega” (traducción: venían las buenas), pero este es otra cosa. Con todo, el disco nuevo presenta algunos textos muy importantes, extraídos de los libros más famosos de Hernández. A menudo acudimos con este autor a la falacia biografista: claro, era republicano, claro, era cabrero, claro, murió en la cárcel (yo mismo lo he hecho un poco al reducirlo a la etiqueta de “comunista”).
Hijo de la luz y de la sombra cuenta desde luego con canciones de Guerra Civil (“Uno de aquellos”, homenaje al brigadista internacional), de padre ausente (“Canción del esposo soldado”), sociales (“El hambre”)… pero también hay otras más profundas o filosóficas (“El mundo de los demás”, “Dale que dale”) e incluso amorosas (“Tus cartas son un vino”, “Solo quien ama vuela”). Mención aparte merece el tema que da título al disco, sobre un poema redondo que me ha impactado mucho.
Así que ya sabéis, camaradas, mi recomendación es clara: haceos con este disco, escuchadlo, bebedlo, disfrutadlo… y que Lenin os coja confesados.
5 comentarios:
para la libertaaaaad, sangro, lucho, pervivooo...
mis padres aún tienen ese disco y lo escucho desde pequeña...
por cierto, felicidades!! ^^
En Cosica, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo www.estatuasverdes.com, con quien tanto quería.
Con esto te quiero decir que me pone que te ha caducao el dominio, supongo que estarás al tanto.
El disco me lo han regalado pero aún no lo he escuchado, tiene muy buena pinta.
Y por supuesto, feliz cumpleaños!
Un gran disco este de Serrat, lo tengo en casa y siempre me produce nostalgia escucharlo.
Picasso y Alberti mostraron su apoyo, con un dibujo y una poesía, a los mineros asturianos en el 63.Si te interesa: http://demicasaalautopia.blogspot.com/2009/11/hay-una-luz-en-asturias-que-ilumina.html (Toma publicidad de la buena...jajajaja)
Un saludo!
LA POESIA Y LA GUERRA CIVIL...QUÉ GRAN TEMA PARA SACAR UNA ANTOLOGÍA POÉTICA!!!
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