Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

jueves, 17 de junio de 2010

"Y al octavo día, creó las EOI..."


Es una verdad objetiva universalmente aceptada que lo mejor para la paz mental de una persona es tratar con el papeleo de la administración. Por este motivo, y espoleado por la idea de que en breves meses me mudaré de Cosica a Miciudad, decido ingenuamente apuntarme a estudiar francés el curso que viene. Bueno, rebobinemos, decido apuntarme y hoy me desplazo a Miciudad, a la Escuela Oficial de Idiomas (EOI) para más señas, para enterarme de mi situación. No lo hiciera!

Sabida es mi admiración por el bello pueblo francés, que tantas y tan buenas cosas han aportado a la civilización: el código civil, la democracia, la enciclopedia y otras ideas modernas. Hay lectores de Estatuas Verdes un puntín malintencionados que siempre estarán dispuestos a injuriar a nuestros simpáticos vecinos galos. No voy a negaros que yo mismo los odié durante la adolescencia y primera juventud. Y tampoco voy a negaros que Francia no gana una guerra desde la época de Napoleón (¿A qué viene esto? A nada: es solo por hacer daño.)


Pero lejos quedaron esos oscuros tiempos, allons enfants de la patrie, hoy Francia es una democracia amable que nos vende trenes de alta velocidad a cambio de luchar contra el terrorismo, y además fuertes lazos familiares me unen a la república vecina. Les envidio porque allí se burlan de los nacionalismos y porque tienen una escuela pública laica de calidad. Les respeto porque –igual que nosotros- fueron romanizados. Por eso quiero aprender francés, por eso y porque si no no me podré entender con los marroquíes en los trenes.

Matricularse en una Escuela Oficial de Idiomas, amigos, es –por si no lo sabéis- una de las más refinadas formas de autolesionarse que conozco. Ingenuo de mí, eché en tiempo y forma los papeles necesarios para la preinscripción (¡Qué preciosa y esquiva palabra! Casi tanto como el concepto que designa.) Interesado por el complicado proceso de inscripción/matriculación, que confieso no llego a comprender por completo, consulto extasiado la farragosa web de la EOI. No entiendo nada.


Hay demasiados supuestos-turnos-itinerarios, tantos que no sé exactamente en qué grupo de incautos aspirantes incluirme. Una alumna me explicó que el truco reside en que, al no ser otra cosa que unas academias de idiomas públicas (y gratuitas), las EOI cuentan con muchísimas más solicitudes que plazas ofertan. Surge así, perfeccionando un complicado sistema de disuasión, el proceso de inscripción en el que estoy inmerso. Pero ahora no sé qué tipo de alumno soy: mi talla, peso, color de ojos y grupo sanguíneos no bastan para dar con la filiación. ¿Número de pie? Sabía que debía haber traído el apellido de soltera de mi abuela…

Como en la web no entiendo nada (lo cual no quita que pasara un entretenido ratito pinchando links en falso, que tardan lo suyo en abrirse), me persono esta tarde en la EOI. Mi consulta es rutinaria: apenas confirmar que todo marcha, que la funcionaria me asegure que mi nombre está en la lista de -¿lo diré?- preadmitidos. JA, JA, JA, JA! ¿He utilizado ya la palabra ingenuo en este post? Al no figurar en la lista previa (provisional) de preadmitidos las alarmas saltan. “Chico, ¿pero tú rellenaste correctamente la solicitud?” Ante una pregunta tan cruda, un licenciado superior se vuelve de mantequilla (holandesa.)


“Sí” –opto por sostenerle la mirada, lo cual enfurece aún más a la señora. A regañadientes, toma el DNI que le tiendo y refunfuñando, encuentra la raíz del problema. “Es que marcaste la casilla táquecuá en la solicitud, chico.” “Obvio” –le respondo, afectando acento argentino, por ofrecer a la concurrencia un extra de espectáculo. “Craso error” –la funcionaria paladea su veredicto, como quien se sabe poseedor del último triunfo, o la última risa. “Por causa de eso estás automáticamente descartado.” “No me puedo creer” -¿trocóse mi tono firme en súplica?- “que por ese nimio desliz, de buena fe, no pueda estudiar francés aquí el año que viene.”

En inglés se llama “smirk”, no sé cómo se dice en español la risita burlona que me dedicaron desde la ventanilla. “Tu única oportunidad, chico, es elevar una petición por escrito por duplicado exponiendo los hechos y solicitando que sea tenido en cuenta tu caso.” Dicho y hecho, oh, las dulces ventanillas y sus formularios! Hice lo que se me pedía, aún no me creo que por marcar erróneamente una fatídica casilla mi solicitud pueda quedar en la estacada. De ser así, si mi alegación es desestimada, no figuraré en la lista de admitidos de bellota, y por tanto no podré matricularme en septiembre, ni optaré a prueba de nivel, et je n’apprendrai jamais le français!

Al abandonar el edificio de la EOI, el sintagma nominal “academia privada” me rondaba las mientes… ¿no es curioso cómo las ideas se asocian en mi cabeza sin motivo aparente?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajaja, gracias por este post. Nos has hecho reir en un día un tanto dark en el que yo me he enterado de que me tengo que ir a hacer un examen de opos a la ciudad a la que le cantara Miguel Hernández, y mi sister se prepara una ponencia para mañana con pocas ganas (y poco tiempo). Mary dice que ha tenido un dejà vu leyendo sobre tu experiencia, por eso acabó matriculándose en Aracena, donde casi le rogaron para que no abandora el francés en 4º.

Las hermanas Sales desde el sofá de casa.

black dijo...

jajjajajaja, qué bueeenooooooo!!!! lo tuyo con el francés no es normal!!!ya que por fin te decides, jajajaj. Me da a mí que vas a tener que seguir a ese último SN, jajajja.

Anónimo dijo...

No me lo puedo creer....vuelve "el maleficio de la EOI"!!!

Os cuento brevemente mi experiencia fatídica: teniendo yo 16 años y estando estudiando en Lanzarote por aquel entonces, me dispuse muy alegremente a matricularme de segundo ciclo de Francés en la EOI...en Las Palmas de Gran Canaria.
Hasta ahí todo bien....me matriculé sin obstáculos y "por libre" como se tienen que hacer las cosas en esta vida ;)

Total, que en junio me compré un billete de avión, discutí con mis padres por ir sola a Las Palmas (eso me hizo sentir muy mayor), y allí que me presenté yo en el edificio de la EOI para hacer el examen...aquello estaba chupao (oh la la, toma ya!).

Total que empieza el examen....primera prueba: examen oral (sí, ya la cosa empezó rara).

Pero aquello era pan comido: después de presentarme y contarle mi (breve) vida a la tía, con mi buen acento belga, pasamos a la parte delicada....se mascaba la tragedia:

- examinadora: hábleme del libro que hemos encargado

- yo: qué libro?

......craso error......aquello hizo que la examinadora me dijera

- Lo siento, si no se ha leído el libro, no podemos seguir con el examen. Tendrá que volver el año que viene.

Me fui llorando de allí, con las orejas gachas y jurándome que nunca más me acercaría a la EOI.

Me fui al aeropuerto en guagua y hasta ahora, no he vuelto a pisar la EOI...

Suerte con la inscripción porerror!!! Le jour de gloire est arrivé!


Silvia

Anónimo dijo...

....ahora que me fijo....menudo rollo he soltado....

casi casi tanto como apuntarse en la EOI!!!

Silvia

María dijo...

Qué mala pata! Si al final no lo logras, decirte que yo me matriculé en el plazo que hay entre septiembre y octubre, infórmate, que suele haber plazas sueltas. Buena suerte! María

 
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