¿Aceptamos “Martin Scorsese” como “Mejor director de cine de los últimos 40 años?” Imaginad esto: unos matones de barrio entran en unos recreativos y apalizan a un tipo partiéndole tacos de billar en la cocorota. De fondo suena “Be my Baby” en la dulce voz de las Ronettes. O esto otro: la mafia entra en casa de un nota y le parten en la cabeza un cuadro mientras escuchamos los melosos acordes de “Baby Blue”, el tema de Badfinger. No estoy loco, a lo mejor lo está Scorsese: os he descrito dos escenas de Malas calles (1972) e Infiltrados (2006), respectivamente.
Violencia a raudales (tratada con gran esteticismo) y música de la mejor que ha dado el rock son dos marcas de la casa para el señor Scorsese, y hoy especialmente quiero incidir en la música. The Cadillacs, The Rolling Stones (¡casi siempre!), The Shirelles, Nat King Cole, Frank Sinatra, Louis Prima, Bo Diddley, The Crystals, B.B. King, Van Morrison… lo mismo le da el blues, que el rock and roll, que el doo-wop, que el soul, que Tin Pan Alley o el Brill Building. Viendo sus pelis y especialmente el cariñoso uso que hace de las canciones (hay muchas películas con un montón de canciones, pero este hombre las integra en su obra como nadie) uno no puede dejar de darse cuenta de que nos encontramos ante un verdadero amante de la música.
Lo digo en el sentido más tierno, tampoco había que ser Colombo para saber que era un musiquero tras sus recientes documentales sobre Bob Dylan o los Rolling Stones. El pasado cumpleaños me ha traído muchos regalos, y uno que ocupa un lugar destacado ha sido el DVD de la película de Martin Scorsese El último vals (1978).
El último vals es también una película musical/documental pues cronica el concierto de despedida como grupo de The Band, que tuvo lugar en 1976 en el mítico Winterland Ballroom de San Francisco. La particularidad de este concierto es que, al ser de despedida, The Band se rodearon sobre el escenario de una lista de colaboraciones de lujo. Bob Dylan, Neil Young, Van Morrison, Eric Clapton, Joni Mitchell, Muddy Waters, Emmylou Harris, Dr. John o Neil Diamond subieron a cantar con The Band, y además hay varios temas de su propio repertorio, que el grupo interpreta en un ambiente de exaltación eufórica.
Se da la circunstancia de que pese a ser fan de Scorsese y de muchos de los artistas que aparecen yo jamás había visto esta peli hasta que hace varios meses un colega me invitó a su casa a verla, con su pedazo de cañón de vídeo y sus megaaltavoces. Solo puedo decir que quedé tan fascinado que al poco tiempo repetimos la experiencia, y desde entonces conseguir esta película se convirtió en una prioridad para mí. Infructuosos viajes a El Corte Inglés, Media Markt y FNAC (donde una empleada creyó tenerla en su casa y se ofreció a regalármela, pero al final era que no) me convencieron de que aquello no era fácil de encontrar. Gracias a Dios me la han conseguido en Londres, en una tienda de segunda mano de Charing Cross Road muy guay donde otras veces he comprado pelis de Russ Meyer o libros sobre The Kinks.
Ayer volví a zamparme entera El último vals (llevaba con la idea de este post desde hace semanas, pero quería primero tenerla y verla tranquilo) y volví a quedarme de piedra. Muchas de las cosas que aparecen son ahora básicas en el vocabulario del cine documental de rock, pero es importante pensar que en aquel momento eran pioneras. Entrevistas absurdas entre canción y canción, tomas desde la espalda del grupo en que se ve al público, iluminación espectacular, escenografía decadente… todo lo hemos visto ya, pero cosas como el Unplugged In New York (1994) de Nirvana o el I Am Trying to Break Your Heart (2002) sobre Wilco no hubieran sido posibles sin El último vals.
Y ¿qué hablar de las actuaciones en sí? Sería un tópico decir aquí que son “seminales” o “electrizantes”, pero lo voy a decir. Resulta curioso comprobar cómo The Band transitan por todos los estilos en esta gran celebración de la música popular norteamericana: rock and roll puro, blues, R&B, country, bluegrass, folk, cajun, pop… al final cada vez me convenzo más de que toda la música es lo mismo: diversión.
No quiero entrar en una tediosa descripción de la película, solo quería terminar contando que también vi un documental sobre cómo-se-hizo, y esto me abrió bastante los ojos. El bueno de Scorsese no se limitó a plantar una cámara ahí y a grabar lo que pasaba: concibió una obra cinematográfica en toda regla, rodada en 35mm con varias cámaras y con un diseño de escenografía, iluminación y fotografía, por no hablar de un guión y un story board que meten miedo, donde está reflejado al milímetro quién hace qué en cada momento del concierto. Scorsese dirige, como dice David Trueba del oficio de director de cine, “es un capataz dirigiendo a una cuadrilla”.
La peli es la leche, pero siendo de Scorsese solo eché en falta (por buscarle un fallo) una cosa. Eché en falta que le abrieran a alguien la mollera a cámara lenta mientras sonaba, por ejemplo, “Forever Young” de Dylan.
Violencia a raudales (tratada con gran esteticismo) y música de la mejor que ha dado el rock son dos marcas de la casa para el señor Scorsese, y hoy especialmente quiero incidir en la música. The Cadillacs, The Rolling Stones (¡casi siempre!), The Shirelles, Nat King Cole, Frank Sinatra, Louis Prima, Bo Diddley, The Crystals, B.B. King, Van Morrison… lo mismo le da el blues, que el rock and roll, que el doo-wop, que el soul, que Tin Pan Alley o el Brill Building. Viendo sus pelis y especialmente el cariñoso uso que hace de las canciones (hay muchas películas con un montón de canciones, pero este hombre las integra en su obra como nadie) uno no puede dejar de darse cuenta de que nos encontramos ante un verdadero amante de la música.
Lo digo en el sentido más tierno, tampoco había que ser Colombo para saber que era un musiquero tras sus recientes documentales sobre Bob Dylan o los Rolling Stones. El pasado cumpleaños me ha traído muchos regalos, y uno que ocupa un lugar destacado ha sido el DVD de la película de Martin Scorsese El último vals (1978).
El último vals es también una película musical/documental pues cronica el concierto de despedida como grupo de The Band, que tuvo lugar en 1976 en el mítico Winterland Ballroom de San Francisco. La particularidad de este concierto es que, al ser de despedida, The Band se rodearon sobre el escenario de una lista de colaboraciones de lujo. Bob Dylan, Neil Young, Van Morrison, Eric Clapton, Joni Mitchell, Muddy Waters, Emmylou Harris, Dr. John o Neil Diamond subieron a cantar con The Band, y además hay varios temas de su propio repertorio, que el grupo interpreta en un ambiente de exaltación eufórica.
Se da la circunstancia de que pese a ser fan de Scorsese y de muchos de los artistas que aparecen yo jamás había visto esta peli hasta que hace varios meses un colega me invitó a su casa a verla, con su pedazo de cañón de vídeo y sus megaaltavoces. Solo puedo decir que quedé tan fascinado que al poco tiempo repetimos la experiencia, y desde entonces conseguir esta película se convirtió en una prioridad para mí. Infructuosos viajes a El Corte Inglés, Media Markt y FNAC (donde una empleada creyó tenerla en su casa y se ofreció a regalármela, pero al final era que no) me convencieron de que aquello no era fácil de encontrar. Gracias a Dios me la han conseguido en Londres, en una tienda de segunda mano de Charing Cross Road muy guay donde otras veces he comprado pelis de Russ Meyer o libros sobre The Kinks.
Ayer volví a zamparme entera El último vals (llevaba con la idea de este post desde hace semanas, pero quería primero tenerla y verla tranquilo) y volví a quedarme de piedra. Muchas de las cosas que aparecen son ahora básicas en el vocabulario del cine documental de rock, pero es importante pensar que en aquel momento eran pioneras. Entrevistas absurdas entre canción y canción, tomas desde la espalda del grupo en que se ve al público, iluminación espectacular, escenografía decadente… todo lo hemos visto ya, pero cosas como el Unplugged In New York (1994) de Nirvana o el I Am Trying to Break Your Heart (2002) sobre Wilco no hubieran sido posibles sin El último vals.
Y ¿qué hablar de las actuaciones en sí? Sería un tópico decir aquí que son “seminales” o “electrizantes”, pero lo voy a decir. Resulta curioso comprobar cómo The Band transitan por todos los estilos en esta gran celebración de la música popular norteamericana: rock and roll puro, blues, R&B, country, bluegrass, folk, cajun, pop… al final cada vez me convenzo más de que toda la música es lo mismo: diversión.
No quiero entrar en una tediosa descripción de la película, solo quería terminar contando que también vi un documental sobre cómo-se-hizo, y esto me abrió bastante los ojos. El bueno de Scorsese no se limitó a plantar una cámara ahí y a grabar lo que pasaba: concibió una obra cinematográfica en toda regla, rodada en 35mm con varias cámaras y con un diseño de escenografía, iluminación y fotografía, por no hablar de un guión y un story board que meten miedo, donde está reflejado al milímetro quién hace qué en cada momento del concierto. Scorsese dirige, como dice David Trueba del oficio de director de cine, “es un capataz dirigiendo a una cuadrilla”.
La peli es la leche, pero siendo de Scorsese solo eché en falta (por buscarle un fallo) una cosa. Eché en falta que le abrieran a alguien la mollera a cámara lenta mientras sonaba, por ejemplo, “Forever Young” de Dylan.
4 comentarios:
Antes de nada... ¡Qué acertada la foto de The Band que has elegido! ;-)
Yo también me quedé de piedra con la peli. ¿Cómo es posible que pueda transmitir tantísimas emociones?
Me soprendió la canción "Coyote", de Joni Mitchell; me gustó mucho "Evangeline", con Emmylou Harris...; "Up On Cripple Creek" (a ver...); ¿y esas interpretaciones de Neil Young, Dr. John, Van Morrison y Bob Dylan? ¡Brutal! ¡Seminal! ¡Electrizante! (Ah, que ya lo habías dicho...).
If I don't do it, somebody else will...
Qué bueno. Una amiga de mi hermana me regaló en cintas, hace mucho tiempo, ese concierto. Ahí descubrí, por ejemplo, a Neil Young. Luego lo han echado por canal plus varias veces. Yo me quedo con "It's makes no difference", de The Band. Migue. Por cierto, me metí un poco con el menor de los Trueba, no con Fernando.
Tengo con Scorsese una relación amor-odio. Me encantan las pelis que me encantan ("Alicia ya no vive aquí", "El Rey de la comedia", "Toro Salvaje"...) y odio mucho las que odio ("El cabo del miedo", "Infiltrados", "Uno de los nuestros"...).
Pero en cualquier caso considero que él sí que es uno de los grandes de verdad. Un autor por derecho, que le gusta amalgamar de todo lo que pilla.
Al parecer, sus primeros pinitos con el docu-rock fueron con "Woodstock" (1969), donde trabajó de montador. He de reconocer que "No Direction Home" (2005) no me aportó nada, me pareció un simple pastiche de imágenes de Dylan que venían a contar una historia mil veces contada.
Pero "El Último Vals" son palabras mayores, qué duda cabe. Recuerdo que me impactó la historia del bluesman al que le sangraban las encías mientras tocaba sin parar la armónica... ¿era en esa peli no?
jeje, pues yo no la he visto, y se me han puesto las encías a sangrar de ganas que me han entrado de verla al leerte mmmm... a ver si me la copio, me la pasas o me la cuentas... y por cierto, que me alegro de que empezaras con Malas Calles, una de mis pelis favoritas, y precisamente la escena de la pelea en el billar, violencia marrullera auténtica, de las mejores.
Joe.
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