Mi madre me enseña el último libro que se ha leído: un “mamotreto” de más de 400 páginas que me semiinteresa pero claro, con esa extensión… Mis primas insisten en que me lea esos librazos tan esforzados de la trilogía negra escandinava. No hay ironía aquí: seguro que son excelentes, pero como ya he dicho en otras ocasiones, sólo con verlos me entran sudores. Ya sabéis que en Estatuas Verdes sólo se lee a los G.R.A.N.D.E.S., pero siempre en pequeñas dosis: concretamente de bolsillo y con menos de 300 páginas.
El verano es conocido por ser época de muchas lecturas, será el relajo que se supone que nos entra por el cuerpo. Me gusta comentar aquí casi todos los libros que leo, pero algunos se me pasan. En mis vacaciones he leído bastante, diría que compulsivamente, entre Camino, conciertos y catamarán he sacado bastante tiempo para comerme quince libros. Como es imposible hacer una crítica de todos pero quisiera que quede constancia, iré trayendo aquí los que me han parecido más interesantes, por uno u otro motivo.
Hoy quiero hablar de uno al que vuelvo a medida que pasan los días, se titula Tanta gente sola (2009), y el autor es Juan Bonilla. Desde que lo leí (me lo zampé en unas siete u ocho horas) no he dejado de acordarme de él, y eso por fuerza tiene que significar algo. Por eso mismo, porque contra toda lógica o racionalidad este librito parece que se me ha metido adentro, me niego a hablar de él en plan crítico literario o técnico profesional. Mucho y bueno podría decirse de Tanta gente sola en estos planos literarios, pero hoy me voy a ir de impresionista, de lector de a pie, que es lo que soy.
El libro es una colección de relatos, nueve cuentos independientes que sin embargo tienen entre sí una sutilísima ilación. Esta trabazón entre muchos de los cuentos, que se hace patente sobre todo en el último (“El lector de Perec”) resulta una absoluta delicia, ya que supone una complicidad creciente con el lector. Me explico: a lo mejor en un cuento dado se nombra algo (un cromo de fútbol, un relato de Borges…) y resulta que el siguiente cuento trata, precisamente, sobre ese algo, aún sin tener nada más que ver con el anterior relato.
Hay también personajes recurrentes, que el lector sonríe al reconocer porque construyen significado pero que realmente daría igual si se llamaran de otra manera, en realidad. Uno sobresale de entre todos, el poeta Jacinto (auto-inserción del propio Bonilla?), que aparece en creo recordar que cuatro de los relatos. En el que abre el libro “Un gran día para tus biógrafos”, el poeta es el protagonista y el narrador (en una hilarante historia en que lo invitan a recitar sus versos a una despedida de soltera). También lo es en “Fregoli” (que ya se nombró aquí).
Una muestra de que este poeta es contemplado con una distancia irónica es el título de sus poemarios: Verso perverso, Prosa porosa y Balada baladí. Jacinto también aparece en “En la azotea”, un cuento de suicidas pero con un twist, que me ha recordado a aquella obra maestra que Nick Hornby escribió sobre el mismo tema: En picado (2005). Otros cuentos muy memorables para mí han sido “Alma cargada por el diablo”, dedicado a los celos retrospectivos en una pareja (este me ha recordado a Antes de conocernos, de Julian Barnes, 1982).
“El cromo de Boronat” y “Algo más que simplemente existir” nos retrotraen al mundo de un colegio de E.G.B. en los ochenta, mi mundo, amigos, y quizá por eso me han resultado especialmente caros. “Todos contra Urbano” tiene por trasfondo el programa Cifras y Letras (no me digáis que no mola!): he aquí tres cuentos que tratan sobre la superación personal, yo diría que de muy diferente manera y desde muy diferentes puntos de vista morales.
El inevitable rincón cultureta (si obviamos el hecho de que un poeta sea personaje de varios de los cuentos) de Tanta gente sola lo hallamos en “Metaliteratura”, sobre un chaval obsesionado en llevar a la realidad el cuento de Borges “El otro” y “El lector de Perec” (acerca de uno que colecciona ejemplares del libro Me acuerdo, de Georges Perec, 1978) el relato más postmoderno del libro, en que todos los demás encuentran –en cierto modo- su significado último.
Al acabar de leer Tanta gente sola le invade a uno la agradable sensación de haberse cargado un libro bueno, pero sobre todo “que merece la pena”, y fijaos que estoy hablando de un escritor vivo, español y joven. Espero no equivocarme, me lo leí hará unas dos semanas y desde entonces me acompaña, intuyo que no me dejará. A vosotros os lo recomiendo, ojalá pudiera regalaros un ejemplar a cada uno de los que me leéis!
El verano es conocido por ser época de muchas lecturas, será el relajo que se supone que nos entra por el cuerpo. Me gusta comentar aquí casi todos los libros que leo, pero algunos se me pasan. En mis vacaciones he leído bastante, diría que compulsivamente, entre Camino, conciertos y catamarán he sacado bastante tiempo para comerme quince libros. Como es imposible hacer una crítica de todos pero quisiera que quede constancia, iré trayendo aquí los que me han parecido más interesantes, por uno u otro motivo.
Hoy quiero hablar de uno al que vuelvo a medida que pasan los días, se titula Tanta gente sola (2009), y el autor es Juan Bonilla. Desde que lo leí (me lo zampé en unas siete u ocho horas) no he dejado de acordarme de él, y eso por fuerza tiene que significar algo. Por eso mismo, porque contra toda lógica o racionalidad este librito parece que se me ha metido adentro, me niego a hablar de él en plan crítico literario o técnico profesional. Mucho y bueno podría decirse de Tanta gente sola en estos planos literarios, pero hoy me voy a ir de impresionista, de lector de a pie, que es lo que soy.
El libro es una colección de relatos, nueve cuentos independientes que sin embargo tienen entre sí una sutilísima ilación. Esta trabazón entre muchos de los cuentos, que se hace patente sobre todo en el último (“El lector de Perec”) resulta una absoluta delicia, ya que supone una complicidad creciente con el lector. Me explico: a lo mejor en un cuento dado se nombra algo (un cromo de fútbol, un relato de Borges…) y resulta que el siguiente cuento trata, precisamente, sobre ese algo, aún sin tener nada más que ver con el anterior relato.
Hay también personajes recurrentes, que el lector sonríe al reconocer porque construyen significado pero que realmente daría igual si se llamaran de otra manera, en realidad. Uno sobresale de entre todos, el poeta Jacinto (auto-inserción del propio Bonilla?), que aparece en creo recordar que cuatro de los relatos. En el que abre el libro “Un gran día para tus biógrafos”, el poeta es el protagonista y el narrador (en una hilarante historia en que lo invitan a recitar sus versos a una despedida de soltera). También lo es en “Fregoli” (que ya se nombró aquí).
Una muestra de que este poeta es contemplado con una distancia irónica es el título de sus poemarios: Verso perverso, Prosa porosa y Balada baladí. Jacinto también aparece en “En la azotea”, un cuento de suicidas pero con un twist, que me ha recordado a aquella obra maestra que Nick Hornby escribió sobre el mismo tema: En picado (2005). Otros cuentos muy memorables para mí han sido “Alma cargada por el diablo”, dedicado a los celos retrospectivos en una pareja (este me ha recordado a Antes de conocernos, de Julian Barnes, 1982).
“El cromo de Boronat” y “Algo más que simplemente existir” nos retrotraen al mundo de un colegio de E.G.B. en los ochenta, mi mundo, amigos, y quizá por eso me han resultado especialmente caros. “Todos contra Urbano” tiene por trasfondo el programa Cifras y Letras (no me digáis que no mola!): he aquí tres cuentos que tratan sobre la superación personal, yo diría que de muy diferente manera y desde muy diferentes puntos de vista morales.
El inevitable rincón cultureta (si obviamos el hecho de que un poeta sea personaje de varios de los cuentos) de Tanta gente sola lo hallamos en “Metaliteratura”, sobre un chaval obsesionado en llevar a la realidad el cuento de Borges “El otro” y “El lector de Perec” (acerca de uno que colecciona ejemplares del libro Me acuerdo, de Georges Perec, 1978) el relato más postmoderno del libro, en que todos los demás encuentran –en cierto modo- su significado último.
Al acabar de leer Tanta gente sola le invade a uno la agradable sensación de haberse cargado un libro bueno, pero sobre todo “que merece la pena”, y fijaos que estoy hablando de un escritor vivo, español y joven. Espero no equivocarme, me lo leí hará unas dos semanas y desde entonces me acompaña, intuyo que no me dejará. A vosotros os lo recomiendo, ojalá pudiera regalaros un ejemplar a cada uno de los que me leéis!
6 comentarios:
DME QUE ADEMÁS EL CIFRAS Y LETRAS ES EL DE ELISENDA ROCA, QUE ALABO EL LIBRO.
Por mi parte, os recomiendo el libro "el arte de la ventaja" de C. Martin Perez, es de lo mejor que he leído
Saludos
Gracias por las recomendaciones de lectura (seguro que alguna cae!).
Sé que no descubro nada nuevo porque es archiconocido, pero me terminé de leer ayer "Los Renglones Torcidos de Dios". En dos palabras: im-presionante :)
Silvia
Yo voy por el tercero de la trilogía negra que dices y la verdad me apetece un cambio de aires y leerme algo en solo unas horas. Me lo apunto.
SNQEV
Ya lo hemos comentado en persona, pero no quiero dejar de dar constancia aquí por escrito de que leí "Tanta gente sola" por recomendación tuya y me encantó... todo lo que dices en el post es muy acertado... Un fantástico libro de relatos que tiene más cuerpo de novela del que parece... Verdaderamente, hay que leerlo...
Acabo de terminármelo, me ha gustado mucho y me ha ayudado a sobrellevar un viaje caótico por culpa de la huelga de los ferroviarios franceses. Me lo compré por recomendación tuya, así que muchas gracias!
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