Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 23 de julio de 2008

La cajaste, Burt... ¿o Kirk?


Cuánto miedo da, señores; señores, qué miedo da. Cuando tiene que dar miedo. Cuando no, el hombre da lo que haga falta: agobio, asco, risa… Cómo estaba ese abuelo de Novecento (1976), aquel boxeador en El ídolo de barro (1949), ese juez de ¿Vencedores o vencidos? (1961), el coronel Dax en Senderos de gloria (1957), ese sargento en De aquí a la eternidad (1953)…

Hoy el miedo iba por ese J.J. Hunsecker en Chantaje en Broadway (1957), ese columnista sin escrúpulos, que profesa un amor posesivo por su hermana y es un adicto al “dulce aroma del éxito” (que es el título original de la película en inglés). Hoy me ha dado por verla, después de tenerla en mi casa más de un año, que fue cuando me la prestó un amigo. Peliculón. El cine negro nunca fue tan negro, tan clásico y tan moderno a la vez.


Cómo olvidar su papel en El extraño amor de Martha Ivers (1946), ese coronel de La batalla de las colinas del whisky (1965), el periodista rapaz de El gran carnaval (1951), el arquero de El halcón y la flecha (1950), ese marinerico del ukelele y la foca en 20.000 leguas de viaje submarino (1954), Van Gogh en El loco del pelo rojo (1956), ese pirata en El temible burlón (1952), esclavo/gladiador en Espartaco (1960), su paso por Saturno 3 (1980)… tantísimos papeles, tantos.

La idea de este post me ha venido por partida doble: de un lado, el haber visto la peli de Chantaje en Broadway, como ya he dicho; de otro, acordarme de ese peliculón que fue El gran carnaval, al verla esta mañana muy barata en DVD en el VIPS. Y no la he comprado, que conste en acta: he podido resistir la tentación.

Qué gran actor fue este hombre, ¿verdad? Los Hombres G le dedicaron la portada y el título de su mejor LP (y esos no homenajeaban a cualquiera, ¿eh? Solo a los grandes: Beatles, Jerry Lewis, Stella Stevens…). Para colmo, su legado no se ha extinguido, porque aunque murió en 1994 y sigue vivo, sabido es que es el padre de Michael Douglas.

Cómo olvidar sus papeles de tipo duro, en sus propias palabras “de hijos de puta”. Su distintiva sonrisa y su inmortal hoyuelo. Por no hablar de aquella mítica escena, tórrida en su momento, en que se hacía a Deborah Kerr en una playuqui. O su lucha a favor de Dalton Trumbo en la turbia y vergonzosa época de las “listas negras” del macartismo. Para más INRI, aunque su mera presencia ya llenaba la pantalla, en su época algún genio pensó que molaría ponerlo en pelis dándose la réplica a sí mismo, en plan Bette Midler o Lina Morgan.



Así fue cómo llegaron a gestarse Duelo de titanes (1957), Siete días de mayo (1964) y así hasta cinco títulos en los que el tipo interpretaba dos papeles. Tanto es así que os voy a revelar un secreto. Hay una leyenda urbana muy extendida últimamente con ayuda de Internet que asegura que en realidad se trataba de dos personas diferentes: dos actorazos como la copa de un pino.

3 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

Jajaja... Desde "Donnie Darko" no me hacía tanto la picha un lío...

¿Has estado ojeando los catálogos de ropa interior de Virginia's Secret? ¿Has vuelto a olvidar que el mundo está lleno de zombis de Sharon con dos cabezas?

Seño Ana dijo...

Ein?

Anónimo dijo...

Lancaster=Michael Douglas =... Will Smith??

O es que yo me he perdido algo?

 
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