Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Sesión de mermelada


Desayunando, degusto una exquisita mermelada inglesa de grosella negra (de la marca Duchy Originals, la del Príncipe Orejas) y me acuerdo de la curiosa expresión “jam session”. Sabéis que hace referencia a una reunión de músicos que tocan de manera “creativa”, sin partituras o un programa predeterminado. Aparte de que la palabra inglesa “jam” es muy rica, y además de mermelada quiere decir tocar música, bailar, y cosas así.

Sin ser tan pretencioso de darle categoría de jam session, la verdad es que ayer por la tarde me lo pasé muy bien, tuve la suerte de asistir a una relajada reunión en la que casi todos los presentes cantaban y/o tocaban al menos un instrumento. Había allí una guitarra, que se iban pasando tres personas, un violín, y cantando pues estaban tres que sabían y el resto, que hacíamos lo que podíamos. Y esto me lleva al tema del post de hoy, que es reivindicar una forma de diversión tan sencilla pero tan satisfactoria como pasar el rato cantando.


Para mí la música es lo más grande, ya lo sabéis. Me gustaría decir que es la Literatura o el Arte, pero estaría mintiendo. Nada me ha hecho sentir tantas, tan variadas y tan intensas cosas como la música: las canciones. Me encanta cantar, y eso que no sé, ni tengo buena voz, pero eso nunca me ha detenido. A base de imitar a mis artistas favoritos en la ducha y en el coche he podido desarrollar un limitado repertorio de temas con los que me defiendo (siempre contando con la benevolencia del público presente: si hay alcohol fluyendo ayuda mucho).

No toco ningún instrumento, con catorce años hice varios intentos fallidos con la guitarra pero no tuve constancia: me frustré pronto. Uno de los motivos es mi nulo sentido del ritmo, el otro que siempre he tenido amigos que sabían tocar bastante bien. Tampoco he militado nunca en un grupo, pero siempre he estado alrededor (me veía como el típico “colgado” de las sesiones de grabación, una especie de Mal Evans) y de vez en cuando me dejaban cantar algo en sus ensayos, o hacer coros. Pero no escribo este post –como ya he dicho- para glosar mi inexistente carrera musical, sino para reflexionar sobre lo divertida que es la música.


Las más de las veces, cuando un amigo sacaba una guitarra en una reunión, le pedía que tocara mis temas favoritos. No era de extrañar: todos escuchábamos la misma música compuesta a partes iguales por clásicos (Beatles, Stones, Kinks, Who, Simon & Garfunkel, Bowie, Led Zeppelin, Doors, Dylan, Hendrix…) y por himnos más o menos alternativos contemporáneos (Nirvana, Oasis, Green Day, Guns N’ Roses, Metallica, Weezer…). En lo español es muy socorrido todo lo ochentero (Duncan Dhu, Gabinete, Hombres G, Loquillo, Mecano… qué os voy a contar), por haberlo vivido en nuestra infancia. En mi pajolera vida, sin embargo, jamás he logrado que un amigo tocara nada de uno de mis grupos favoritos: los Spin Doctors.

Recuerdo mañanas de sábado cantando con mis amigos en una azotea del barrio (otra vez Mal Evans: espero no acabar mis días como él), yendo al colegio a ensayar en las aulas vacías. Recuerdo tardes de parque destrozando a Oasis o el Unplugged de Eric Clapton…, ir a casa de un colega a dejarme la garganta cantando Nirvana, o decirle “Saca “Wild Horses” ”, y en el tiempo que yo tardaba en llegar el tío la había sacado de oído (algo que, con diecisiete años, para mí equivalía a la magia). Recuerdo que alguien sacara una guitarra en una botellona y ponernos todos a cantar la última de Green Day…



Con el tiempo siempre que he visto a alguien con su guitarra en una reunión me he arrimado a él, me encanta acabar cantando, pero sobre todo me embelesa ver a gente que verdaderamente lo hace bien. En lo que os he contado de ayer había un nota con un talento increíble, que lo mismo te tocaba y cantaba “Dear Prudence” que “Space Oddity” que “God Only Knows” que “Tatuaje” que “Melodía de “Arrabal” que “Love of My Life”. Me dejó K.O. interpretando dos temas de Queen (“Stone Cold Crazy” y “Lily of the Valley”) que no se encuentran precisamente entre los más conocidos. Y la chica que tocaba el violín hizo que “Dumb” de Nirvana o “Hurricane” de Dylan (la parte de la letra que pudimos recordar) jamás sonaran tan mágicos.

¡Qué sensación tan agradable, amigos, cómo podría describírosla! Esto ya no es ni oro, ni canela, ni almíbar, es simplemente… MERMELADA!

8 comentarios:

Susu dijo...

¿Estaremos viviendo vidas paralelas, buen Porerror?

Primero cuadros con halos de soledad en casas vacías y ahora sesiones multi-instrumentales de música y amistad con letras de Dylan imposibles de recordar. Una definición de mi fin de semana.

Porerror dijo...

JAJAJAJAJAJAJAJA, Susu! A ver si ahora va a resultar que Porerror no es más un personaje tuyo...

Ánimo con las soledades, de todas maneras... Un abrazo!!

GRILLO SOLITARIO dijo...

Y TÚ ME HAS DEJADO KO A MÍ CON LOS DOS TEMAS DE QUEEN TAMBIÉN. MIRA QUE ME GUSTA QUEEN, PUES NO LOS CONOZCO :-S

POR CIERTO, A "GOD ONLY KNOWS" SUPONGO QUE LE BAJARÍAIS UN PAR DE OCTAVAS ¿NO? :-P

Iso Topuno dijo...

A mí el ambientillo rock nunca me ha gustado. Por eso las jam sesions éstas no me van demasiado. Yo soy más de flamenco, copla y vinito de Jerez, que de pop, rock, y no quiero pensar qué otras cosas... Sin embargo, me he quedado sorprendido con lo de "Tatuaje" ¿Es la copla? ¿Os gusta la copla?

En otro orden de cosas, Porerror, un apunte sobre tu blog: me encanta eso de las autorrereferencias que haces. Casi todos los enlaces son a otras entradas de tu blog. ¡Parece el diccionario de la RAE!

Muy educativo, o como dice la palabra de aquí abajo: edicatib

Con afecto:

Topuno

Fran G. Matute dijo...

Bonito y sentido post. La verdad es que ya he perdido parte de esa inocencia. De más joven me encantaban esas "hootenannys" que se organizaban en los parques, con las guitarras, las cervezas, sentados en el césped... pero hoy día creo que no las aguantaría...

Lo que sí echo de menos es que yo SÍ que medio aprendí a tocar la guitarra y lo tengo muy olvidado... algún día habrá que retomar ese hobby que tantos momentos de introspección y de superación personal me generaron en mi adolescencia... My Spanish Guitar...

orphangirl dijo...

Oh! yo también diría como Susu, !vidas pararelas en calles paralelas! Mi adolescencia va unida a ese tipo de sensaciones y momentos. De hecho, algunas de las personas que se cruzaron en el camino son colegas comunes por los que llegamos a conocernos ;-) Pero entiendo también a Fran respecto a lo que dice de saber soportarlo ahora, pero también depende del nivel musical del que hablemos, jeje Yo también medio aprendí a tocar la guitarra pero la tengo olvidada y rota. Pero lo que más me pesa es no cantar (más allá de la ducha), ya sea sola o con grupo, porque es mi pasión ... firmado: emmylou

Anónimo dijo...

Qué bueno! tengo tan buenos recuerdos de los años de la universidad tocando la guitarra y el bajo con el grupo "Goyo y los Cogoyos Ninjas" que ya me los he llevado a mi casita del pueblo, pa ver si en las horas muertas me entran las ganas de ponerme otra vez! ilusión no me falta, y más ahora, que mi futuro marido está como loco por que le enseñe a tocar la guitarra :-) además, he decidido que por ahora no voy a poner allí internet... :-) a ver si me desengancho un poco!

CLP

Riggy dijo...

Qué grande este post, lo comento aunque sea con retraso porque me he sentido muy identificado. Yo tampoco sé tocar la guitarra, pero me encanta juntarme con la gente que sí y ponerme a cantar (mi único talento "musical": tengo muy buena memoria para las letras).

Aquí uno más del club Mal Evans que gusta de conducir la furgo y ayudar a los amigos con el equipo antes y después de los conciertos.

 
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