Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

miércoles, 6 de enero de 2010

Cuando los discos se fabricaban como churros


Siempre me ha encantado la faceta comercial e industrial del pop. Veréis, hace tiempo me di cuenta de que las canciones (los discos) pop tienen una doble finalidad: para el público, crearles ganas de bailar y/o follar; para todo el personal involucrado en su producción, ganar dinero. Y no hay más, que no os cuenten otra cosa. Estoy hablando del pop, no de otros estilos. Por eso me resulta tan fascinante que un producto tan comercial, tan explotativo, sea fuente de intensísimas emociones íntimas y personales, que una canción pop te pueda hacer sentir tantas cosas en tan poco tiempo.


Está claro que aquí hay un engaño fortísimo, de muy grueso calibre. Igual que el cine engaña al ojo humano y le hace ver imágenes en movimiento, el disco pop engaña al cerebro humano y le hace percibir amor, excitación, ilusiones, ganas de fiesta, rabia, juventud, risa incluso… todo a base de cuatro rudimentos musicales y de trucos de estudio. Una industria incipiente proviene de una labor artesana, y eso era el pop a finales de los años 50 y primeros 60, mi época favorita con diferencia.

Antes de la llegada de artistas “autocontenidos” (Beatles, Dylan), gente que aunaba más o menos talento para cantar, tocar y escribir sus propios temas, las canciones las componían una serie de personas, las interpretaban otros y las cantaban otros aun. Nadie lo ha descrito mejor que Ken Emerson, creo, en este párrafo: “Por toda América (y buena parte del resto del mundo) es muy probable escuchar una canción escrita por un notable grupo de compositores hacinados en cubículos a un par de manzanas de distancia en el centro de Manhattan a finales de los 50 y principios de los 60.”


¿Quién era esta gente? Jóvenes criados escuchando rock and roll, casi todos judíos de Brooklyn de clase media, que interiorizaron a la perfección las reglas del Tin Pan Alley (la música popular de toda la vida, la pastelosa) pero que supieron insuflarle la vitalidad de los nuevos estilos negros. Prueba de ello es que, pese a escribir principalmente pop, muchos de los intérpretes fueron negros, y algunos cruzaron con timidez al R&B. Y dieron en la clave de los gustos del público joven, que es el que escucha la radio y compra discos (o se los hace regalar).

A veces se utiliza el apelativo “sonido Brill Building como paraguas para esta suerte de estilos de pop adolescente, doo-wop descafeinado, baladones y música de negros bien peinados. Esto es debido al Edificio Brill, sito en en 1619 de Broadway (hubo otros edificios igualmente importantes en la misma Broadway) y donde se localizaron en los 60 centenares de empresas relacionadas con el mundo de la música. Una especie de incipiente industria musical integral, en la que se podía en un día escribir un tema en un cubículo al piano, grabar una maqueta, presentarla a una editorial, grabarla profesionalmente y fabricar los discos para su venta.


Sorprendentemente (o no), muchos de estos escritores de canciones a sueldo dieron luego el salto a California y se hicieron nombres propios como cantautores, caso de Paul Simon o Neil Diamond, megaestrellas que empezaron jovencísimos escribiendo para otros. Algunos nombres además, han quedado como hitos de la producción discográfica, como el maldito Phil Spector (y su peculiar sonido perfeccionista), el exitoso Quincy Jones o los “falsos negros” Leiber y Stoller (también compositores de genuino rock and roll).

Hay que admitir que como todo producto de consumo, la canción pop (pensada para singles de 45 r.p.m., pensada para ser sustituida por un recambio a los dos meses) ha dado una notabilísima cantidad de morralla. Pero en la criba salen decenas y decenas de pepitas de oro. Podíamos hacer aquí una lista de temas de éxito surgidos en Manhattan entre 1960 y 1966 y os caeríais de espaldas. ¿Quién no ha bailado “It’s My Party” de Lesley Gore, “The Loco-Motion” de Little Eva, “Tell Him” de los Exciters (o la versión de Luis Aguilé), “Do-Wah-Diddy” también de los Exciters? ¿Quién no recuerda “Be My Baby” de las Ronettes, “Will You Love Me Tomorrow” de las Shirelles, “Chapel of Love” de las Dixie Cups? ¿Quién no ha querido ser novio de las Crystals, de las Shangri-Las o de Neil Sedaka?


La anécdota riza el rizo si sabemos que, además de los Leiber-Stoller, Sedaka, Bert Berns, Spector, había tres tríos compositivos de un peso enorme que encima eran matrimonio en la vida real. ¿Cabe mayor fantasía? Dos de ellos acabaron como el rosario de la aurora, pero cuando estuvieron juntos nos dejaron canciones como puños, se ganaron su pan de manera prosaica, entre tazas de café, pianos sudados y cigarrillos a deshora para que la juventud de su época tuviera un reflejo de sus propios sueños. Estos matrimonios de compositores eran Barry Mann y Cynthia Weil (que siguen casados), Ellie Greenwich y Jeff Barry (casi los mejores) y mis favoritos, Gerry Goffin y Carole King.

Sí, Carole King la que luego se dejó el pelo largo y se hizo famosa como cantautora en los 70. He hablado con los Reyes esta noche y sé que me van a dejar un par de CDs antológicos con colecciones de temas de Greenwich-Barry y Goffin-King. Son casi 50 canciones, seguro que alguna aburridísima, pero seguro que la mayoría me ponen los pelos de punta. Si no conocéis esta música, ya os está haciendo falta en vuestras vidas, lo que pasa es que hasta hoy no lo sabíais.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Los Reyes, además de ser Magos, cuando dan con la persona adecuada, por la noche son también muy muy sabios ;)
Cuánta razón tienes, Porerror, gran post!

Feliz Día!

Silvia

Riggy dijo...

Aunando dos temas de candente actualidad en este blog, te dejo de regalo de Reyes el fantástico videoclip de "Tell him":

http://www.youtube.com/watch?v=ah-tui1ubnU

Los animales no son objetos, pero quizá su cometido natural sea el de ejercer como figurantes en vídeos de hermosas melodías.

Anónimo dijo...

Muy bueno el post, porerror. Me encantan ese tipo de canciones, las he mamado desde chica gracias a los discos carroza de mi padre que nos ponía en los largos viajes en caravana todos los veranos. No conozco casi ninguún nombre, pero reconozco muchísimas de ellas.

Ahora... no he podido evitar pensar en Lady Gaga mientras leía el post (lo sé, no me grites!!) pero ella también era compositora de éxitos que se pasó a cantante, no? decían que tenía la voz y el físico necesario.... :-)

CLP

Riggy dijo...

Pues si Lady Gaga es la Carole King de nuestra época, vaya época de mierda que nos ha tocado...

Fran G. Matute dijo...

La Carole King de nuestro tiempo se llama Nellie McKay...

Anónimo dijo...

Tinted Windows...CANELA !!!!!!Josemari.
Palabra:Imedas.

Porerror dijo...

Ja, ja! Gracias a todos por vuestros comentarios. Está claro que esta música puede llegar a todos los corazones, no hace falta ser un erudito del pop para conmoverse (de hecho, casi mejor que no).

El premio se lo lleva Riggy: efectivamente, tío, esta es la época que nos ha tocado vivir. Pero bueno, así y todo yo defiendo a Lady GaGa, al menos da vidilla a las noticias musicales!

 
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