Si un desconocido te regala flores, eso es Impulso. Si un desconocido te invita a volar en su avioneta y a follisquear, eso es una peli de Woody Allen. Sí, amigos, he acudido a ver Vicky Cristina Barcelona (2008), esa película que usted y yo le hemos pagado a Woody Allen. Se trata de “una carta de amor a Barcelona”, una postal a Oviedo y un post-it a Sevilla (que solo es nombrada una vez de refilón: las otras dos ciudades salen, se ve que pagaron más). Primera sorpresa, “Barcelona” la impresionante canción de Giulia y los Tellarinis que abre la peli y salpimenta la banda sonora.
En lugar del jazz de siempre, como esta está rodada en España aquí toca “Granada” de Albéniz o “Entre dos aguas” de Paco de Lucía. En lugar del Empire State Building, la Sagrada Familia. Y así sucesivamente. La segunda sorpresa es que aunque la peli se ha promocionado hasta la saciedad como un triángulo entre Bardem, Scarlett Johansson y Penélope Cruz, no lo es del todo. O no solo es eso. El dichoso triángulo (difícil conceptualizar un trío actoral menos caro a Estatuas Verdes, acaso Bebe, Blanca Romero y Nancho Novo) es uno de los núcleos pero hay otro, que es en realidad la premisa de la peli. La historia es simple: dos americanas de clase media alta y con aspiraciones intelectualoides pasan un verano de gañote en Barcelona.
Aun siendo –supuestamente- almas gemelas, en asuntos del amor la una es la antítesis de la otra. Vicky (Rebecca Hall) es una chica seria, comprometida, de las que tienen novio formal y están a punto de casarse. Dándole la réplica a esta especie de Meg Ryan está Cristina (la Johansson): romántica empedernida, guarrilla, desinhibida, descreída del amor y el compromiso. A estos personajes perfectamente arquetípicos –que además en la peli se nos presentan de dos brochazos no diré gruesos pero sí medianitos- se les une otro arquetipo: el bohemio artista atormentado, hipersensible en lo espiritual pero con más ganas de fornicar que Picasso. Este es el papel que interpreta Bardem.
Bien leí en Almanaque de Otoño que Vicky Cristina Barcelona era un estudio o reflexión sobre el amor y la vida, y dicha noción –que considero acertada- condicionó en cierto modo mi experiencia de visionado de la peli. En efecto: aquí se filosofa con baja intensidad sobre el amor y la condición humana: compromisos, fidelidad, promiscuidad, amor, sexo… al trío inicial pronto se sumará el personaje de Penélope Cruz, adición que es muy bienvenida y que da a la historia un apreciable toque almodovariano.
Otro posible título para esta peli podía haber sido Pintores al borde de un ataque de nervios. Los gritos e histerismos del dúo Bardem-Cruz resultan tan chabacanos que realmente funcionan: no sé si lo suyo es método pero no me cuesta imaginármelos chillando igual fuera de cámara. Ironías aparte, no voy a criticar su interpretación: es correcta y funciona, y ya estoy diciendo mucho. Pero a mi juicio la gran injusticia de esta peli es el ninguneo que se ha hecho en la promoción de Rebecca Hall, cuyo personaje sea quizás el más creíble de toda la peli. Rebecca (Vicky) supone un verdadero hallazgo, y se me ha antojado (por su dicción y las situaciones en que se ve envuelta) el alter ego femenino de Woody Allen.
Sabido es que desde hace diez años, Allen ya no sale haciendo de sí mismo en sus películas: pone a otro en su lugar, sea Kenneth Brannagh o Jason Biggs. Pues aquí quien hace de Woody Allen es la señorita Hall, y lo hace estupendamente. Atípico, ¿verdad? Otra cosa que se ha comentado acerca de Vicky Cristina Barcelona es que carece de los elementos tópicos de las pelis de Allen, a saber: rabinos, psicoanalistas, culturetismo. Todo lo demás sí esta: diálogos chispeantes, comeduras de tarro, escenas de cama, pero es verdad que no hay ni rastro de judaísmo, solo una mención al psicólogo, del jazz ya he hablado y en lugar de cultura aquí se habla de Gaudí y de Miró.
¿Quiere esto decir que Woody Allen ha hecho una peli “española” (o “catalana”)? Nanay de la china. Lo que ha hecho es una peli de yanquis ambientada en un sitio exótico, que bien podía haber sido Cuba, Egipto o un crucero por los fiordos. No hay trampa ni cartón, empero, el propio Allen así lo ha declarado con una desfachatez que le honra. Que su peli es una historia de amor que podría desarrollarse en cualquier lado. Pero ponle unas alpargatas, una guitarra española y una mijita pa amb tomaca y ya tenemos los marchamos de la Generalitat y el Ministerio de Cultura.
En cuanto a los personajes y su evolución, hay que decir que no son planos, sino que acaban (previsiblemente, por cierto) en las antípodas de sus posiciones de salida. Y no es un spoiler, no os preocupéis, no cuento más. Entonces, Porerror, ¿en qué queda esta historia de amor y expatriados insatisfechos sexualmente à la novela decimonónica ambientada en Barcelona y Oviedo? Pues mirad, para mí queda en una comedia divertida, que realmente funciona. Una especie de divertimento menor frente a una obra de calado como Match Point (2005), pero oye, Shakespeare también te alternaba obrones con comediotas.
En lugar del jazz de siempre, como esta está rodada en España aquí toca “Granada” de Albéniz o “Entre dos aguas” de Paco de Lucía. En lugar del Empire State Building, la Sagrada Familia. Y así sucesivamente. La segunda sorpresa es que aunque la peli se ha promocionado hasta la saciedad como un triángulo entre Bardem, Scarlett Johansson y Penélope Cruz, no lo es del todo. O no solo es eso. El dichoso triángulo (difícil conceptualizar un trío actoral menos caro a Estatuas Verdes, acaso Bebe, Blanca Romero y Nancho Novo) es uno de los núcleos pero hay otro, que es en realidad la premisa de la peli. La historia es simple: dos americanas de clase media alta y con aspiraciones intelectualoides pasan un verano de gañote en Barcelona.
Aun siendo –supuestamente- almas gemelas, en asuntos del amor la una es la antítesis de la otra. Vicky (Rebecca Hall) es una chica seria, comprometida, de las que tienen novio formal y están a punto de casarse. Dándole la réplica a esta especie de Meg Ryan está Cristina (la Johansson): romántica empedernida, guarrilla, desinhibida, descreída del amor y el compromiso. A estos personajes perfectamente arquetípicos –que además en la peli se nos presentan de dos brochazos no diré gruesos pero sí medianitos- se les une otro arquetipo: el bohemio artista atormentado, hipersensible en lo espiritual pero con más ganas de fornicar que Picasso. Este es el papel que interpreta Bardem.
Bien leí en Almanaque de Otoño que Vicky Cristina Barcelona era un estudio o reflexión sobre el amor y la vida, y dicha noción –que considero acertada- condicionó en cierto modo mi experiencia de visionado de la peli. En efecto: aquí se filosofa con baja intensidad sobre el amor y la condición humana: compromisos, fidelidad, promiscuidad, amor, sexo… al trío inicial pronto se sumará el personaje de Penélope Cruz, adición que es muy bienvenida y que da a la historia un apreciable toque almodovariano.
Otro posible título para esta peli podía haber sido Pintores al borde de un ataque de nervios. Los gritos e histerismos del dúo Bardem-Cruz resultan tan chabacanos que realmente funcionan: no sé si lo suyo es método pero no me cuesta imaginármelos chillando igual fuera de cámara. Ironías aparte, no voy a criticar su interpretación: es correcta y funciona, y ya estoy diciendo mucho. Pero a mi juicio la gran injusticia de esta peli es el ninguneo que se ha hecho en la promoción de Rebecca Hall, cuyo personaje sea quizás el más creíble de toda la peli. Rebecca (Vicky) supone un verdadero hallazgo, y se me ha antojado (por su dicción y las situaciones en que se ve envuelta) el alter ego femenino de Woody Allen.
Sabido es que desde hace diez años, Allen ya no sale haciendo de sí mismo en sus películas: pone a otro en su lugar, sea Kenneth Brannagh o Jason Biggs. Pues aquí quien hace de Woody Allen es la señorita Hall, y lo hace estupendamente. Atípico, ¿verdad? Otra cosa que se ha comentado acerca de Vicky Cristina Barcelona es que carece de los elementos tópicos de las pelis de Allen, a saber: rabinos, psicoanalistas, culturetismo. Todo lo demás sí esta: diálogos chispeantes, comeduras de tarro, escenas de cama, pero es verdad que no hay ni rastro de judaísmo, solo una mención al psicólogo, del jazz ya he hablado y en lugar de cultura aquí se habla de Gaudí y de Miró.
¿Quiere esto decir que Woody Allen ha hecho una peli “española” (o “catalana”)? Nanay de la china. Lo que ha hecho es una peli de yanquis ambientada en un sitio exótico, que bien podía haber sido Cuba, Egipto o un crucero por los fiordos. No hay trampa ni cartón, empero, el propio Allen así lo ha declarado con una desfachatez que le honra. Que su peli es una historia de amor que podría desarrollarse en cualquier lado. Pero ponle unas alpargatas, una guitarra española y una mijita pa amb tomaca y ya tenemos los marchamos de la Generalitat y el Ministerio de Cultura.
En cuanto a los personajes y su evolución, hay que decir que no son planos, sino que acaban (previsiblemente, por cierto) en las antípodas de sus posiciones de salida. Y no es un spoiler, no os preocupéis, no cuento más. Entonces, Porerror, ¿en qué queda esta historia de amor y expatriados insatisfechos sexualmente à la novela decimonónica ambientada en Barcelona y Oviedo? Pues mirad, para mí queda en una comedia divertida, que realmente funciona. Una especie de divertimento menor frente a una obra de calado como Match Point (2005), pero oye, Shakespeare también te alternaba obrones con comediotas.
10 comentarios:
UNA MENOS.....
GUAYANONE
Y que me dices como trio pupita Melendi, El bicho y la Romero (es que esta pobre no sale de algo pupita nunca...)???
SNQEV
Estimado porerror,
un poquito spoiler si que ha sido. Pero te lo perdonamos porque nos gustan tus cronicas cinematograficas.
Con respecto a la Romero, agenciate un ejemplar del dominical de El Pais y deleitate. Dice que esta tan metida en ser actriz que ya no se considera modelo y que su hija seguira sus pasos. Dios nos coja confesaos....
¿Y DÓNDE DEJÁIS A LEONOR WAITLIN?
Completamente de acuerdo en lo de la cantante de Marlango. Migue.
Grillo, no me gusta repetirme, pero eres un jrande!!!!
JAJA, PUES MIRA POR DÓNDE A MÍ SÍ QUE ME GUSTA QUE TE REPITAS :-P GRACIAS :- >>
Gracias por comentar.
-Ana, no he incluido a El Bicho en el trío del pupitismo cinematográfico porque no es actor (todo se andará, seguro). Bebe sí se las da de actora, pero tengo que admitir que el Grillo se ha superado con lo de Leonor Watling, Migue y Rocío, también tenéis razón.
Sobre Blanca Romero ya hablaré próximamente.
-Fantomas, no sé qué me quieres decir. he visto tu blog, veo que hablas de los Kinks y de Dylan, está muy chulo.
Porerror, el otro día me comentaron que, en el guión original, el papel que interpreta Javier Bardem era el de un torero (no un pintor). A mí me habría encajado todo mejor de esa manera (que un artistucho te proponga un viajecito en avioneta privada no pasa, pero que lo haga un torero... pues sí).
En general, la película me hizo bastante gracia. Hubo partes (sobre todo al principio) en las que me costó creerme lo que me estaban contando, pero otras (por ejemplo, las de la convivencia del trío imposible) me resultaron bastante divertidas.
En cuanto a la canción de Giulia y los Tellarinis... No sé muy bien por qué, pero a mí no acaba de gustarme. :-(
aupa porerror!
su crónica también me ha resultado muy amena de leer, pero como ya imaginará apenas puedo estar de acuerdo en nada.
sí que estoy con usted en lo referente a Rebecca Hall, verdadera protagonista de la película, y total olvidada en la promoción del film. A mí, personalmente, me pareció la mejor de todo el reparto.
si el personaje de Bardem hubiera sido torero, por cierto, yo me hubiera largado del cine al minuto 45.
Yo tamién volveré por su blog,
Un saludo!
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