Ya se habló aquí sobre la guerra de los libros, hoy le toca a la mafia. Es lo propio de estas cosas desagradables y sangrientas, que en papel pueden quedar todo lo desagradable que usted quiera, pero al menos se pueden racionalizar. La mafia de los libros viene a cuento de dos libros sobre el tema que me he leído este año, dos libros muy diferentes sobre dos mafias muy diferentes.
Uno es una novela, ¿Quién es Lou Sciortino? (2005, traducción 2008) de Ottavio Cappellani, periodista metido a escritor. El otro es el conocido reportaje Gomorra (2006, 2007) del también periodista metido a escritor Roberto Saviano. Sabido es que Gomorra (cuya adaptación cinematográfica ya se criticó aquí) versa sobre la Camorra napolitana, es una radiografía cruda, por usar uno de esos lugares comunes me tanto me complacen. Una denuncia, con nombre y apellidos, que ha motivado que su autor ahora viva permanentemente amenazado. ¿Quién es Lou Sciortino? en cambio se trata de una novela sobre la mafia siciliana, la Cosa Nostra (y sus conexiones con la mafia USA), que se vale de una trama y nombres supuestos.
Aparte del género literario, en estos dos libros nos encontramos con dos organizaciones criminales muy dispares. La Cosa Nostra siciliana, amiga de la extorsión, de poner bombazos, creadora de silencios. En la novela de Cappellani se nos presenta sin embargo envuelta en el folklore siciliano: la horchata de almendras, las frutas de mazapán, las boinas… La Camorra me da más miedo porque no se presenta como una organización criminal al margen del poder oficial, sino que pretende –cual virus- expandirse y penetrar en todas las estructuras del poder, para suplantarlas. En vez de bombas, kalashnikovs, en lugar de extorsiones, eficiencia comercial y financiera. El silencio conseguido no como omertà sino como una aquiescencia fatalista a un destino que es imposible cambiar.
Nos la han vendido como lo último en literatura pulp, pero la trama de ¿Quién es Lou Sciortino? es un poco flojoide: escenas llamativas de violencia, sexo y mafia recicladas de pelis de Coppola, Scorsese y, ejem, Tarantino. El estilo tampoco es muy allá, en plan “Esa zorra te agarra la polla tan fuerte que luego hay que llamar a la Policía Judicial para que te la devuelva”. Vamos, que Rubén Darío no es. Al final, nos quedamos con una novelita entretenida, escrita creo que con un ojo en la pantalla cinematográfica, pero llena de tópicos.
Gomorra libro (lamento caer en lo de siempre, pero es así) es infinitamente mejor que la película. Otra forma de verlo sería decir que ambas no tienen nada que ver. Gomorra peli es al libro lo que sería si se filmara una peli sobre la vida de una familia de parados a partir de los datos de la encuesta de población activa. El libro NO es una novela -digámoslo ya-más bien de ser algo sería un ensayo. Las pequeñas escenas autobiográficas tienen, a mi juicio, mal encaje en el cuerpo del libro pero supongo que el autor ha querido dejar aquí algo de su impronta personal antes que limitarse a hacer un mero tratado sociológico. Aun así, el retrato de la Camorra que se presenta está exento de folklore (aunque no falten menciones al D10S Maradona o a la mozzarella de búfala), es el retrato de una organización desapasionada (y por lo tanto despiadada), con su propia lógica interna, omnipresente.
Y responsable o copartícipe en todas las actividades del crimen organizado del Mundo, desde la ETA hasta las mafias chinas, pasando por conexiones americanas o africanas. El Sistema de la Camorra todo lo toca y todo lo trastoca: droga, usura, el ladrillo, tráfico de armas, prostitución, redes de inmigración, manufactura de ropa, juego, holdings empresariales, sector de la alimentación… hasta llegar a impregnar –según el libro- al 50% de todos los negocios legales de la región de Nápoles.
Lo que más me fascina de las historias de mafiosos es la hipocresía, la violencia extemporánea y el valor supremo de la lealtad al clan. Esas típicas escenas en las que dos se abrazan, uno le dice a otro “Todo está perdonado, compadre” y al darse la vuelta le pega tres tiros. O esas emboscadas que en un momento dado te mandan a “dormir con los peces”. Ejemplos de esto y de la típica “guerra entre familias rivales” los encontramos a punta pala en ambos libros: más dramatizados en Lou Sciortino y más terroríficos (por lo cotidiano) en Gomorra.
Los nuevos mafiosos del siglo XXI parecen ser hombres de negocios, con carrera universitaria (siempre dije que estudiar no podía traer nada bueno), alejados del arquetipo clásico del mangante-chulo de barrio. Su estética se asemeja a la de los gángsters de la gran pantalla, en lugar de ocurrir lo contrario: la realidad imita al arte y los mafiosos imitan a Scarface o a los Corleone. Esto queda muy claro en los dos libros: los mafiosos de Lou Sciortino son productores de cine, los de Gomorra se visten como Brandon Lee en El Cuervo (1994) o se hacen construir mansiones a imagen de la de Tony Montana.
Tal vez ya sea hora de que la literatura y el cine les hagan justicia a estos nuevos gángsters, y queden superados los estereotipos de la trilogía de El Padrino (1972-74-90). Mi dictamen: ¿Quién es Lou Sciortino?, regu tirando a bien; Gomorra, bien tirando a regu. Si queréis pasar un buen rato leed a Cappellani. Si queréis espeluznaros con un testimonio comprometido, leed a Roberto Saviano. Si queréis literatura de calidad, id a buscarla en otro lado.
Uno es una novela, ¿Quién es Lou Sciortino? (2005, traducción 2008) de Ottavio Cappellani, periodista metido a escritor. El otro es el conocido reportaje Gomorra (2006, 2007) del también periodista metido a escritor Roberto Saviano. Sabido es que Gomorra (cuya adaptación cinematográfica ya se criticó aquí) versa sobre la Camorra napolitana, es una radiografía cruda, por usar uno de esos lugares comunes me tanto me complacen. Una denuncia, con nombre y apellidos, que ha motivado que su autor ahora viva permanentemente amenazado. ¿Quién es Lou Sciortino? en cambio se trata de una novela sobre la mafia siciliana, la Cosa Nostra (y sus conexiones con la mafia USA), que se vale de una trama y nombres supuestos.
Aparte del género literario, en estos dos libros nos encontramos con dos organizaciones criminales muy dispares. La Cosa Nostra siciliana, amiga de la extorsión, de poner bombazos, creadora de silencios. En la novela de Cappellani se nos presenta sin embargo envuelta en el folklore siciliano: la horchata de almendras, las frutas de mazapán, las boinas… La Camorra me da más miedo porque no se presenta como una organización criminal al margen del poder oficial, sino que pretende –cual virus- expandirse y penetrar en todas las estructuras del poder, para suplantarlas. En vez de bombas, kalashnikovs, en lugar de extorsiones, eficiencia comercial y financiera. El silencio conseguido no como omertà sino como una aquiescencia fatalista a un destino que es imposible cambiar.
Nos la han vendido como lo último en literatura pulp, pero la trama de ¿Quién es Lou Sciortino? es un poco flojoide: escenas llamativas de violencia, sexo y mafia recicladas de pelis de Coppola, Scorsese y, ejem, Tarantino. El estilo tampoco es muy allá, en plan “Esa zorra te agarra la polla tan fuerte que luego hay que llamar a la Policía Judicial para que te la devuelva”. Vamos, que Rubén Darío no es. Al final, nos quedamos con una novelita entretenida, escrita creo que con un ojo en la pantalla cinematográfica, pero llena de tópicos.
Gomorra libro (lamento caer en lo de siempre, pero es así) es infinitamente mejor que la película. Otra forma de verlo sería decir que ambas no tienen nada que ver. Gomorra peli es al libro lo que sería si se filmara una peli sobre la vida de una familia de parados a partir de los datos de la encuesta de población activa. El libro NO es una novela -digámoslo ya-más bien de ser algo sería un ensayo. Las pequeñas escenas autobiográficas tienen, a mi juicio, mal encaje en el cuerpo del libro pero supongo que el autor ha querido dejar aquí algo de su impronta personal antes que limitarse a hacer un mero tratado sociológico. Aun así, el retrato de la Camorra que se presenta está exento de folklore (aunque no falten menciones al D10S Maradona o a la mozzarella de búfala), es el retrato de una organización desapasionada (y por lo tanto despiadada), con su propia lógica interna, omnipresente.
Y responsable o copartícipe en todas las actividades del crimen organizado del Mundo, desde la ETA hasta las mafias chinas, pasando por conexiones americanas o africanas. El Sistema de la Camorra todo lo toca y todo lo trastoca: droga, usura, el ladrillo, tráfico de armas, prostitución, redes de inmigración, manufactura de ropa, juego, holdings empresariales, sector de la alimentación… hasta llegar a impregnar –según el libro- al 50% de todos los negocios legales de la región de Nápoles.
Lo que más me fascina de las historias de mafiosos es la hipocresía, la violencia extemporánea y el valor supremo de la lealtad al clan. Esas típicas escenas en las que dos se abrazan, uno le dice a otro “Todo está perdonado, compadre” y al darse la vuelta le pega tres tiros. O esas emboscadas que en un momento dado te mandan a “dormir con los peces”. Ejemplos de esto y de la típica “guerra entre familias rivales” los encontramos a punta pala en ambos libros: más dramatizados en Lou Sciortino y más terroríficos (por lo cotidiano) en Gomorra.
Los nuevos mafiosos del siglo XXI parecen ser hombres de negocios, con carrera universitaria (siempre dije que estudiar no podía traer nada bueno), alejados del arquetipo clásico del mangante-chulo de barrio. Su estética se asemeja a la de los gángsters de la gran pantalla, en lugar de ocurrir lo contrario: la realidad imita al arte y los mafiosos imitan a Scarface o a los Corleone. Esto queda muy claro en los dos libros: los mafiosos de Lou Sciortino son productores de cine, los de Gomorra se visten como Brandon Lee en El Cuervo (1994) o se hacen construir mansiones a imagen de la de Tony Montana.
Tal vez ya sea hora de que la literatura y el cine les hagan justicia a estos nuevos gángsters, y queden superados los estereotipos de la trilogía de El Padrino (1972-74-90). Mi dictamen: ¿Quién es Lou Sciortino?, regu tirando a bien; Gomorra, bien tirando a regu. Si queréis pasar un buen rato leed a Cappellani. Si queréis espeluznaros con un testimonio comprometido, leed a Roberto Saviano. Si queréis literatura de calidad, id a buscarla en otro lado.
4 comentarios:
Aunque no tenga nada que ver (a priori), el otro día pasaron por la autonómica la peli "Cotton Club" (sí, esa que está rodada a pellizcos y el guión da más saltos que la mona Chita) y en ella se podía ver cómo en las mafias de gangsters americanos (irlandeses mayormente) se empezaba a temer por las organizaciones italo-americanas (más violentas, con menos escrúpulos, menos "educadas") que empezaban a emerger en el panorama gangsteril...
Nota desde el frente de Gullate al camarada Porerror: el frío ya no es algo de lo que hablar cuando no se tiene nada que hablar, sino que está alcanzando proporciones casi funestas (se ha estropeado, o han saboteado, la caldera). Piensa en mí como en el del anuncio de gas natural. Migue.
Interesantísimo este post. Yo lo tengo claro: la Mafia mola, la Camorra no.
En cuanto a libros, yo disfruté de "Mafia S.A: 100 años de Cosa Nostra" de Eric Frattini, que básicamente es un libro de historia.
Por cierto que se me ha ocurrido buscar a Eric Frattini en Wikipedia y su entrada está evidentemente escrita por él mismo. Incluye frases de una reseña de una novela suya en el diario "Qué!".
-Fran G. Matute: La implantación de las mafias italianas en los USA es un tema apasionante. Pensé que Bandas de Nueva York de Scorsese iba a tratar sobre eso pero en su lugar me encontré con una historia de señores con mostachos gigantes que no entendí bien... supongo que estaba en el siglo equivocado.
-Migue: Estimado hermano en el Frío, muchos son los que se disputan en estos tiempos la corona de "Hombre del anuncio de gas natural", es una figura de proporciones cuasimesiánicas bajo cuyos auspicios me estoy planteando muy seriamente fundar una religión. ¿Querrías formar parte de su episcopado?
Un saludo.
-Riggy: Lo que dices de que La Cosa Nostra mola y la Camorra no es turbador, pero te comprendo perfectamente. Supongo que por eso mismo Nápoles es un vertedero gigante y Sicilia un emporio turístico paradisíaco.
Gracias por tu recomendación, recuerdo haber visto el libro que citas de E. Frattini. Ahora lo buscaré para comprprlo y leerlo.
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