Lo siento amigos: pero este año tampoco os va a tocar la lotería. Que de qué hablo? En efecto, señora, del post tradicional sobre la Lotería de Navidad, the Spanish Lotto, Loterie Nationale (jouer et gagner), etc, etc, etc… Quitémonos la careta y aseveremos algo indudable bien que bastante triste: las dos únicas cosas que en España proporcionan la cohesión nacional son las 12 uvas de Nochevieja y la lotería de navidad (lo pondré con minúscula ahora para congraciarme con la RAE).
Ya en el lejano mes de agosto me vi en la tesitura de explicarle a una adolescente francesa, ávida por absorber nuestra cultura, lo que era el Gordo de la Navidad. Ante un cartel anunciador de que ya estaba a la venta, un Papá Noel estaba a punto de descendre du ciel sobre una piscina repleta de bañistas, recordáis el póster? Esta chica de 14 años, quien proclamaba su intención de ser profa de español en el futuro, no comprendía qué hacía un dibujo de Papá Noel en bañador en pleno agosto. Yo tampoco –vaya por delante- pero se lo expliqué.
El buen Harvest también les hablaba a sus alumnos yanquis acerca de la importancia simbólica de este premio. Aunque, en palabras de Oscar Wilde, “eso hoy día, señora, no es garantía de nada”: ya ni siquiera el Gordo es lo que era. Hoy escucho en la radio, entre el aluvión de trivia sobre el sorteo, que me fascina y espanta cada año a partes iguales, la equivalencia de El Gordo en poder adquisitivo a lo largo de la historia. Al parecer, hoy día los 300.000 euros del premio dan para comprarte una casa y dos o tres coches, mientras que hace solo diez años daban para dos casas y varios coches más. Y en 1920 el monto alcanzaba para comprarte una decena de inmuebles, una docena de haigas y sufragar un golpe de estado en un país sudamericano pequeño.
Más trivia del sorteo: este año por primera vez el evento se mueve del Salón de Sorteos para pasar al Palacio de Congresos. Motivo? Para que quepan más periodistas. Pero los locutores de Antena 3 (que daban la noticia hace semanas) nos tranquilizaban: aparecerán los personajes de siempre, los reyes de los botones, el del traje confeccionado con décimos… Los siempre estomagantes “Niños de San Ildefonso” habrán de cantar el dato, tras durísimas clases de 20 minutos de duración (escuchado en Onda Cero) en las que aprenden a atildar la voz y sonar repipis repartiendo una lluvia de millones que ya la querría Gaspar Zarrías para la comunidad autónoma andaluza.
Con la crisis, la peña el año pasado se privó y las ventas cayeron no sé si un tres o un cinco por ciento. En 2010 remontan, pero sin alcanzar las cifras de 2008. Yo mismo juego este año un 33% menos, que no está el dinerito como para irlo tirando por el váter. Pero donde la Lotería de Navidad no levanta cabeza es –definitivamente- en lo que a su publicidad se refiere. En palabras de la buena Cuidadora, “Desde que se fue el calvo, ya no es lo mismo”. Amén, amigos, nada más que añadir a esta lacónica aunque expresiva frase.
Sin embargo, la Providencia es generosa y no se podía olvidar de sus hijos los amigos de lo bizarro. Por eso, aunque los anuncios para televisión sean una mierda (con versiones blandengues de cuentos infantiles), sus counterparts radiofónicos nos han dejado dos perlas. 1) La voz del inmortal Pepe Carabias haciendo de Gato con Botas y 2) la de un locutor lamioso diciendo “El veintidor de diciembre”. No es una errata, escuchadlo: dice “veintidor”. Escuchadlo y partíos conmigo y luego reflexionad seriamente porque este año tampoco os va a tocar la lotería.
2 comentarios:
YO SOY MÁS DE BINGO...
Feliz Navidad! :)
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