Sé que le debo un post a Keira Knightley, y desde el sábado pasado lo sé más. Pero no es este. Digo lo del sábado porque fue cuando vi su última película, una cosa tan bonita y tan bien contada que no he parado de darle vueltas en cuatro días. Realmente esta película me ha impactado. Se llama The Duchess (2008), diremos aquí La duquesa, a falta de saber cuál será su título en España, pero tampoco hay que ser Sherlock Holmes para predecirlo. Duquesas hay muchas, aquí ya se habló de una. También estaba la “Duquesa roja”. Ambas tienen en común con la que interpreta Keira Knightley el ser mujeres rebeldes.
¡Uf, no sigas, Porerror, que ya sabemos lo que viene! Mujer rebelde, activa sexualmente, deslenguada, usa a los hombres, monta a caballo, va al parlamento y les saca los colores a los hombres… al final triunfa y/o muere injustamente. ¡NORL!
Craso error, amigo. Todo el que espere ver en La duquesa un panfleto feministoide (el cartel es un primer plano de la Knightley exclusivamente) se equivoca. La peli está basada en la biografía de una mujer que existió de verdad en el siglo XVIII: Georgiana, Duquesa de Devonshire. Mujer inteligente y de buen ver que supo usar para su ventaja las constricciones que la sociedad imponía en aquella época a las de su sexo. En un momento dado alguien le pregunta que por qué las mujeres utilizan esos corsés, vestidos y tocados tan bizarros, y ella argumenta, “A lo mejor es porque es nuestra única manera de hacernos notar, mientras que los hombres tenéis a vuestra disposición todas las demás”.
Georgiana/Keira se convierte en duquesa por un matrimonio concertado (esto se sabe en el minuto 1 de película) y ya no voy a contar más para no destriparla. El matrimonio sin amor es un tema de esta peli, como lo son el papel de los respectivos esposos (hombre y mujer), los deberes de la nobleza, la hipocresía de la sociedad, el mundo afectivo y familiar del siglo XVIII o los cambios políticos y sociales que se avecinaban a finales de siglo. La protagonista de la historia es ella, sin duda, en su faceta de esposa, amante, madre, hija, mujer pública (famosa, no puta) pero su interacción con los hombres y con otras mujeres no es un grueso retrato profeminista. Hay matices, contradicciones, debilidades, en suma, elementos de humanidad, más que de género o sexo.
La peli en sí está contada con una agilidad y una economía de recursos que pasma en el cine actual. No hablo de ella cinematográficamente, no me veo capacitado. Pero narrativamente es la hostia, a pesar de estar narrada a saltos (en orden cronológico, no asustarse) y de no cubrir la vida completa de la duquesa, apenas 20 años –o a lo mejor por eso. Por no hablar del trabajo de Ralph Fiennes y Charlotte Rampling. La fotografía y la ambientación también resultan superiores, con un vestuario, una banda sonora y unos detalles cuidadísimos. No recuerdo una peli tan auténtica sobre el siglo XVIII desde aquella obra maestra de Kubrick llamada Barry Lyndon (1975).
De hecho, hay muchas cosas en común entre esta película y aquella: los trajes, las escenas que parecen sacadas de cuadros de Gainsborough o Reynolds, la música clásica (Telemann, Haydn, Haendel, Mozart…), el follisqueo, los juegos de azar dieciochescos, el mundo afectivo de la infancia y sus diversiones, el telón de fondo de la política… El siglo XVIII me encanta, modestamente lo he estudiado, y el inglés ya me parece el acabóse. Mientras en España por ejemplo teníamos a Fray Gerundio de Campazas, a José Cadalso y a la Inquisición, en Inglaterra estaban Newton, el ferrocarril, la Revolución Industrial, andaban inventando la novela y, aunque perdieron las colonias de USA, ya iban conquistando media Asia y forjando su imperio del siglo posterior.
Los personajes de La duquesa están bien conectados con la cultura de su tiempo: bailan piezas de Telemann, conversan con líderes del partido Whig -liberal- como James Fox o Charles Grey (desde el episodio de las elecciones trucadas de Blackadder III no veía nada igual), o van a ver una obra de Sheridan (La escuela del escándalo, 1777). Pero es en la esfera de lo privado, de lo íntimo –frente al mundo de las apariencias- donde me parece que brilla más esta película. La condición de la mujer oprimida (mejor digamos, “puteada”) aparece de manera objetiva, sin molestos subrayados. No tiene que salir una pava diciendo lo mal que está la cosa: hay situaciones e ideas que caen por su propio peso, y el simple hecho de mostrarlas tal y como eran hace 250 años ya constituye una denuncia.
Yo he hecho trampa porque la vi el sábado pasado en un cine de Leicester Square, en España todavía no tiene título oficial ni fecha de estreno pero cuando salga, por favor no os la perdáis.
¡Uf, no sigas, Porerror, que ya sabemos lo que viene! Mujer rebelde, activa sexualmente, deslenguada, usa a los hombres, monta a caballo, va al parlamento y les saca los colores a los hombres… al final triunfa y/o muere injustamente. ¡NORL!
Craso error, amigo. Todo el que espere ver en La duquesa un panfleto feministoide (el cartel es un primer plano de la Knightley exclusivamente) se equivoca. La peli está basada en la biografía de una mujer que existió de verdad en el siglo XVIII: Georgiana, Duquesa de Devonshire. Mujer inteligente y de buen ver que supo usar para su ventaja las constricciones que la sociedad imponía en aquella época a las de su sexo. En un momento dado alguien le pregunta que por qué las mujeres utilizan esos corsés, vestidos y tocados tan bizarros, y ella argumenta, “A lo mejor es porque es nuestra única manera de hacernos notar, mientras que los hombres tenéis a vuestra disposición todas las demás”.
Georgiana/Keira se convierte en duquesa por un matrimonio concertado (esto se sabe en el minuto 1 de película) y ya no voy a contar más para no destriparla. El matrimonio sin amor es un tema de esta peli, como lo son el papel de los respectivos esposos (hombre y mujer), los deberes de la nobleza, la hipocresía de la sociedad, el mundo afectivo y familiar del siglo XVIII o los cambios políticos y sociales que se avecinaban a finales de siglo. La protagonista de la historia es ella, sin duda, en su faceta de esposa, amante, madre, hija, mujer pública (famosa, no puta) pero su interacción con los hombres y con otras mujeres no es un grueso retrato profeminista. Hay matices, contradicciones, debilidades, en suma, elementos de humanidad, más que de género o sexo.
La peli en sí está contada con una agilidad y una economía de recursos que pasma en el cine actual. No hablo de ella cinematográficamente, no me veo capacitado. Pero narrativamente es la hostia, a pesar de estar narrada a saltos (en orden cronológico, no asustarse) y de no cubrir la vida completa de la duquesa, apenas 20 años –o a lo mejor por eso. Por no hablar del trabajo de Ralph Fiennes y Charlotte Rampling. La fotografía y la ambientación también resultan superiores, con un vestuario, una banda sonora y unos detalles cuidadísimos. No recuerdo una peli tan auténtica sobre el siglo XVIII desde aquella obra maestra de Kubrick llamada Barry Lyndon (1975).
De hecho, hay muchas cosas en común entre esta película y aquella: los trajes, las escenas que parecen sacadas de cuadros de Gainsborough o Reynolds, la música clásica (Telemann, Haydn, Haendel, Mozart…), el follisqueo, los juegos de azar dieciochescos, el mundo afectivo de la infancia y sus diversiones, el telón de fondo de la política… El siglo XVIII me encanta, modestamente lo he estudiado, y el inglés ya me parece el acabóse. Mientras en España por ejemplo teníamos a Fray Gerundio de Campazas, a José Cadalso y a la Inquisición, en Inglaterra estaban Newton, el ferrocarril, la Revolución Industrial, andaban inventando la novela y, aunque perdieron las colonias de USA, ya iban conquistando media Asia y forjando su imperio del siglo posterior.
Los personajes de La duquesa están bien conectados con la cultura de su tiempo: bailan piezas de Telemann, conversan con líderes del partido Whig -liberal- como James Fox o Charles Grey (desde el episodio de las elecciones trucadas de Blackadder III no veía nada igual), o van a ver una obra de Sheridan (La escuela del escándalo, 1777). Pero es en la esfera de lo privado, de lo íntimo –frente al mundo de las apariencias- donde me parece que brilla más esta película. La condición de la mujer oprimida (mejor digamos, “puteada”) aparece de manera objetiva, sin molestos subrayados. No tiene que salir una pava diciendo lo mal que está la cosa: hay situaciones e ideas que caen por su propio peso, y el simple hecho de mostrarlas tal y como eran hace 250 años ya constituye una denuncia.
Yo he hecho trampa porque la vi el sábado pasado en un cine de Leicester Square, en España todavía no tiene título oficial ni fecha de estreno pero cuando salga, por favor no os la perdáis.
8 comentarios:
pero q s sto d hblar d duksismo y no dcir nada d ¡¡mi duke!! t kierooooooo.
xik wapa
Esta actriz me cae gorda y eso ya es dificil....
La verdad es que veo sus películas porque desde hace tiempo se ha encasillado en protagonista de periodos de la historia contemporánea, y parece que ahora no es una excepción.
Adoro esa época, sobretodo el siglo XIX pero me gustaría que hubiera actrices alternativas en este cliché.
Aún así la veremos.
Un saludo
Inma
A mí la única Duquesa que me mola es la "duquesa de diseño"... ;)
Yo tampoco le veo el mérito interpretativo a esta actriz, aunque reconozco que algunas de sus pelis, como Expiación, me han gustado mucho.
Aprovecho para darle la enhorabuena a Fernando Savater por el Premio Planeta....Porerror: esperamos un post sobre este tema como agua de mayo :)
Silvia
Pues... A pesar de la ola de críticas que le ha caído a Keira Knightley en estos comentarios... Quería decir que, a mí, la peli me ha olido a Oscars. Añado también que es la mejor película que he visto en lo que va de año... Por lo que ya ha dicho Porerror: la peculiaridad del personaje (fuera de clichés), la forma de contar la historia, la ambientación, el vestuario, la música... Me ha encantado (no esperaba que fuera así). ;-)
No deja de ser curioso que, en Inglaterra, en lugar de calificar a Keira Knightley de "encasillada" en películas del s. XVIII la tildan de "especialista" en este área. ;-)
No si es bueno o malo, cuanto menos es raro, pero estoy con Matute:la mejor la "duquesa de diseño" (;P).
Con respecto a Keira Knightley (sigo sin saber pronunciar su apellido, por cierto) me ocurre que sin gustarme casi nada ella varias de sus pelis me han gustado bastante últimamente. Sobretodo "Expiación".
SNQEV
-xik wapa: Bienvenida a Estatuas Verdes. Efectivamente, tuve en mente al Duque para citarlo en este post, pero no me pareció propio de la película sobre la que hablo. Sería como hacerte un bocadillo de jamón serrano pata negra extremeño y untarlo con Tulipán: cuestión de decoro (algo muy del siglo XVIII).
-Inma, Silvia, Karmen y Ana: ¿Qué queréis que os diga? A mí Keira Knightley me parece que actúa bastante bien, lo que le he visto me ha parecido más que correcto, cuando no directamente bueno. Tal vez se encasille o especialice (como lo queráis ver) pero aparte de todo, por favor, id a ver La duquesa cuando se estrene -sin prejuicios- y me contáis.
-Silvia: Lo del Planeta...uuuff, me viene un poco grande. Pero algo se podría hacer, desde la indignación.
-Fran G. Matute y Ana: Gracias por acordaros de la "Duquesa de diseño". Ella sí que entendía como nadie las políticas sexuales.
baya.mira pa otra bz tu ablas del duke y yo a kmbio pngo una foto de la xik esa de las pelis n mi krpeta¿vle?
bsosssssssssssss
xik wapa
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