“Al arder la rama las estrellas ardieron también”.
-Quique González
Dado a la hipérbole, una vez más me presento ante vosotros. Pero lo que os digo ahora no es una exageración: he aquí el post que llevaba un año queriendo escribir, el que más ganas tenía de compartir con vosotros. No exagero si digo que fue uno de los motivos por los que me decidí a empezar un blog. Para compartir estas experiencias. Llevaba trece meses deseando volver a asistir a un concierto de Quique González, el cantautor eléctrico. Hubo un amago cancelado el pasado abril, creo, que me dejó con el mal sabor de boca de un conciertus interruptus. Pero ya ha vuelto a ocurrir.
¿Conocéis la sensación de acudir a un concierto y corear las letras de todas las canciones hasta quedaros roncos? ¿De que se os pongan los pelos de punta al escuchar tal o cual trozo “clave” de una letra? ¿De estar nervioso en la cola de entrada hora y media antes de empezar la actuación? Como un puto colegial, creo que La Casa Azul dieron con el símil definitivo: “Como un fan”.
Hace trece meses asistí a mi primer concierto de Quique González, había escuchado su último disco varias veces, me gustaba mucho. Pero era un concierto más. Entonces me senté en una butaca de aquel teatro, vi un escenario oscuro, solo iluminado por una lamparita de pie, escuché la canción “Y los conserjes de noche” y tuve una de las mayores epifanías musicales de toda mi vida. A día de hoy mi novia (autora de las fotos que veis) me lo dice admirada: “A ti este hombre te ha llegado, ¿eh?”. O: “Milagroso: subir al coche de Porerror en días diferentes y que tenga en el CD sonando al mismo artista”. Sí, que me ha llegado, sí, como solo me llegaran Los Beatles, Brian Wilson, Elvis Costello y Fito Páez. Dado a la hipérbole pero no estoy exagerando.
La verdad es que no os voy a intentar convencer de lo bueno que es o no es Quique González, como hago con otros artistas (anteayer mismo, Cooper). Solo pretendo contaros cómo me ha afectado a mí. Hoy no voy a decir “El XXXXX español”, “Suena como XXXXX” o “Lo mejor desde XXXXX”. ¿Para qué? Anoche tuve la inmensísima suerte de ver en concierto a uno de mis artistas favoritos, de verlo en segunda fila, de fundirme con la masa de peña que allí había al son de unas canciones que significan muchísimo para muchísima gente.
Anoche detrás de mí había una pareja de novios jovenzuelos, entre pijos y universitarios (el público medio de Quique) a la que sinceramente deseé faringitis crónica de por vida, tales fueron los desafinados berridos que vertieron en mi oído durante todo el concierto, igual que Claudio vertió el veneno en el oído del padre de Hamlet. Pero esta mañana pienso, ¿qué derecho tengo a censurar sus emociones? De acuerdo con que fueron un coñazo, pero me siento al 100% identificado con ellos. Yo también me encontraba transportado.
La ocasión reservaba más sorpresas agradables: yo esperaba un concierto fin de gira basado en el repertorio de su último disco Avería y redención #7 (2007) –como fue el del año pasado-, en estos nunca faltan canciones antiguas pero, claro, te tienes que mamar el disco nuevo entero. En este caso, sin embargo, se trataba de una gira “Décimo aniversario” con un repertorio moldeado por las peticiones de los fans en la web, algo a lo que Quique siempre ha sido muy aficionado. Hubo una canción inédita (la estupenda “La luna debajo del brazo”) y el resto estuvieron sacadas de sus siete álbumes, además de “Paloma”, versión del temazo de Andrés Calamaro.
¡Qué fantasía! Por allí desfilaron “Personal”, “Cuando éramos reyes”, “Se nos iba la vida”, “Y los conserjes de noche”, “Pájaros mojados”, “Avión en tierra”, “La ciudad del viento”, “Calles de Madrid”, “Kamikazes enamorados”, “Pequeño rock & roll”, “El campeón”, “Miss camiseta mojada”, “Salitre”, “Crece la hierba”, “Caminando en círculos”, “Hotel Los Ángeles”, “Rompeolas”, “Avería y redención”, “Hay partida”, “En el backstage”, “Palomas en la quinta”, “Me agarraste”, y la que abrió el concierto para frenesí colectivo: “Vidas cruzadas”. Creo que no me dejo ninguna, en cualquier caso solo quería dar una idea de los extensivo y variado del repertorio, que como siempre basculó entre el rock “americano” con raíces, la canción de autor acústica y el power pop (impresionante labor de guitarras a cargo de Javi Pedreira).
Después de la actuación, dos horas netas con dos bises de cuatro y tres canciones (Quique no es Van Morrison con un cronómetro de ajedrecista encima del piano, si sabéis lo que quiero decir), los fans tuvimos la oportunidad de entrar al backstage y saludar a los músicos. “Me encanta firmar vinilos” – me dijo Quique al ver mi copia de Avería y redención #7. El backstage, con su humilde empanada, sus blisters de jamón y queso, sus frutos secos, me recordó al testimonio Chanante de Axl Rose y su “panizo” o kikos de maíz gigantes.
Y en fin, que fui, vi, disfruté. Es lo que hacen los fans, ¿no? Hice cola, me desgañité, vi a un hombre tocar un piano que era el frontal de un Ford Capri (con faros encendidos y todo), le di la mano y, una vez en calma, me largué.
-Quique González
Dado a la hipérbole, una vez más me presento ante vosotros. Pero lo que os digo ahora no es una exageración: he aquí el post que llevaba un año queriendo escribir, el que más ganas tenía de compartir con vosotros. No exagero si digo que fue uno de los motivos por los que me decidí a empezar un blog. Para compartir estas experiencias. Llevaba trece meses deseando volver a asistir a un concierto de Quique González, el cantautor eléctrico. Hubo un amago cancelado el pasado abril, creo, que me dejó con el mal sabor de boca de un conciertus interruptus. Pero ya ha vuelto a ocurrir.
¿Conocéis la sensación de acudir a un concierto y corear las letras de todas las canciones hasta quedaros roncos? ¿De que se os pongan los pelos de punta al escuchar tal o cual trozo “clave” de una letra? ¿De estar nervioso en la cola de entrada hora y media antes de empezar la actuación? Como un puto colegial, creo que La Casa Azul dieron con el símil definitivo: “Como un fan”.
Hace trece meses asistí a mi primer concierto de Quique González, había escuchado su último disco varias veces, me gustaba mucho. Pero era un concierto más. Entonces me senté en una butaca de aquel teatro, vi un escenario oscuro, solo iluminado por una lamparita de pie, escuché la canción “Y los conserjes de noche” y tuve una de las mayores epifanías musicales de toda mi vida. A día de hoy mi novia (autora de las fotos que veis) me lo dice admirada: “A ti este hombre te ha llegado, ¿eh?”. O: “Milagroso: subir al coche de Porerror en días diferentes y que tenga en el CD sonando al mismo artista”. Sí, que me ha llegado, sí, como solo me llegaran Los Beatles, Brian Wilson, Elvis Costello y Fito Páez. Dado a la hipérbole pero no estoy exagerando.
La verdad es que no os voy a intentar convencer de lo bueno que es o no es Quique González, como hago con otros artistas (anteayer mismo, Cooper). Solo pretendo contaros cómo me ha afectado a mí. Hoy no voy a decir “El XXXXX español”, “Suena como XXXXX” o “Lo mejor desde XXXXX”. ¿Para qué? Anoche tuve la inmensísima suerte de ver en concierto a uno de mis artistas favoritos, de verlo en segunda fila, de fundirme con la masa de peña que allí había al son de unas canciones que significan muchísimo para muchísima gente.
Anoche detrás de mí había una pareja de novios jovenzuelos, entre pijos y universitarios (el público medio de Quique) a la que sinceramente deseé faringitis crónica de por vida, tales fueron los desafinados berridos que vertieron en mi oído durante todo el concierto, igual que Claudio vertió el veneno en el oído del padre de Hamlet. Pero esta mañana pienso, ¿qué derecho tengo a censurar sus emociones? De acuerdo con que fueron un coñazo, pero me siento al 100% identificado con ellos. Yo también me encontraba transportado.
La ocasión reservaba más sorpresas agradables: yo esperaba un concierto fin de gira basado en el repertorio de su último disco Avería y redención #7 (2007) –como fue el del año pasado-, en estos nunca faltan canciones antiguas pero, claro, te tienes que mamar el disco nuevo entero. En este caso, sin embargo, se trataba de una gira “Décimo aniversario” con un repertorio moldeado por las peticiones de los fans en la web, algo a lo que Quique siempre ha sido muy aficionado. Hubo una canción inédita (la estupenda “La luna debajo del brazo”) y el resto estuvieron sacadas de sus siete álbumes, además de “Paloma”, versión del temazo de Andrés Calamaro.
¡Qué fantasía! Por allí desfilaron “Personal”, “Cuando éramos reyes”, “Se nos iba la vida”, “Y los conserjes de noche”, “Pájaros mojados”, “Avión en tierra”, “La ciudad del viento”, “Calles de Madrid”, “Kamikazes enamorados”, “Pequeño rock & roll”, “El campeón”, “Miss camiseta mojada”, “Salitre”, “Crece la hierba”, “Caminando en círculos”, “Hotel Los Ángeles”, “Rompeolas”, “Avería y redención”, “Hay partida”, “En el backstage”, “Palomas en la quinta”, “Me agarraste”, y la que abrió el concierto para frenesí colectivo: “Vidas cruzadas”. Creo que no me dejo ninguna, en cualquier caso solo quería dar una idea de los extensivo y variado del repertorio, que como siempre basculó entre el rock “americano” con raíces, la canción de autor acústica y el power pop (impresionante labor de guitarras a cargo de Javi Pedreira).
Después de la actuación, dos horas netas con dos bises de cuatro y tres canciones (Quique no es Van Morrison con un cronómetro de ajedrecista encima del piano, si sabéis lo que quiero decir), los fans tuvimos la oportunidad de entrar al backstage y saludar a los músicos. “Me encanta firmar vinilos” – me dijo Quique al ver mi copia de Avería y redención #7. El backstage, con su humilde empanada, sus blisters de jamón y queso, sus frutos secos, me recordó al testimonio Chanante de Axl Rose y su “panizo” o kikos de maíz gigantes.
Y en fin, que fui, vi, disfruté. Es lo que hacen los fans, ¿no? Hice cola, me desgañité, vi a un hombre tocar un piano que era el frontal de un Ford Capri (con faros encendidos y todo), le di la mano y, una vez en calma, me largué.
6 comentarios:
Amigo Porerror, has de creerme cuando te digo que este post me ha emocionado. Llevo siendo seguidor de Quique muchos años y no sabía que compartíamos este sentimiento. Sin duda es al artista que más veces he visto en directo (alrededor de diez, calculando rápido), en toda clase de lugares.
Con Quique he llegado a comportarme "como un fan" en muchas ocasiones: un día le pedí que me firmara un disco, otro día me hice una foto con él, más de una vez le he visto tomando una cerveza en algún bar y he ido a comentarle cualquier cosa de su último concierto.
Contagié esta afición a mi compañero bloguero, y cualquier día de estos iremos en peregrinación a un portal del barrio de Lavapiés, el nº48 de la calle Salitre, donde Quique compuso el disco homónimo.
En fin, para no hacer esto más largo, otro día te cuento batallitas como un concierto en una terraza de bar para 30 personas donde estuvo tocando durante más de tres horas en solitario, salvo algunas canciones en las que le acompañaba un violinista.
Vaya, Riggy, ¡esto sí que es una sorpresa agradable!
No esperaba que nadie comentara en este post (este no era para eso), pero tu comentario me ha llenado de alegría. Por favor, cuenta batallitas, yo estoy fascinado con la obra musical de Quique González y en verdad solo soy un fan de (pen)última hora.
Poco a poco me voy haciendo con su discografía: ¡ya solo me falta La noche americana, que no lo encuentro por ninguna parte!
Muy interesante todo lo que cuentas, gracias de verdad.
A mí también me gusta Quique (aunque debo reconocer que no soy tan fan como vosotros). Le he visto dos veces en directo. El último concierto fue impresionante. Cantó más o menos las que mencionas. No sé si quizás sonó alguna más. ¡Ah! Y la guitarra de Javi es de primera. ¡Qué talento!
Hace poco he tenido ocasión de escuchar un poquito de su disco "Kamikazes enamorados". Me sorprendió un montón. Está genial.
"Jugadoras de rugby en la Calle Cielito..."
Guitar Woman.
-Gracias, Guitar Woman, por tu comentario. Sí, lo de "jugadoras de hockey" o "de rugby" en la canción "Hay partida" es algo en lo que Quique vacila, supongo que será una broma privada suya.
Pensando en el repertorio del otro día, creo que me dejé en el tintero "Suave es la noche " y "Nos invaden los rusos".
Un saludo
Un par de meses despues de que escribieras esto, te comento.Amo a Quique gonzalez, amo su música y su "mundo", yo estuve en el concierto de su gira de los 10 años de carrera en Valladolid y te puedo decir que se me puso la carne de gallina con practicamente todas las canciones, en espcial con "en el backstage" pero bueno, ya te digo que fué inolvidable.
Siempre es grato encontrar mseguidores de este tipo de música, que no se dejan anestesiar por el Bisbal del momento.
Un saludo.
Bienvenido a Estatuas Verdes, Jacko. Me alegra mucho que hayas escrito tu comentario. Siempre es un puntazo compartir este tipo de experiencias y encontrar a gente que comprende los códigos de uno. Me consta que la música de Quique significa mucho para mucha gente.
Un saludo!
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