Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

lunes, 31 de diciembre de 2007

La mejor noche del año


Veo en el telediario de Antena 3, ese auténtico zoco donde se da cita lo más bizarro, que la agencia de viajes Neyzen (término turco que significa “maestro de la interpretación”) ofrece paquetes de lujo para que sus elitistas clientes pasen la Nochevieja de la manera más exclusiva. Las posibilidades incluyen viajar al Polo Norte, conducir un Fórmula 1, pilotar un avión de caza o ver la tierra desde el espacio, por no nombrar lo más “trillado”: playas privadas, safaris o excursiones de submarinismo.

Estos mismo días, hemos visto en el telediario lo de todos los años: cotillones, cenas con orquesta en hoteles, macrofiestas, barra libre primeras marcas, servicio de guardarropa, asegúrense de que la fiesta tiene licencia… todo se conjura persiguiendo un único objetivo, hacer de la noche del 31 de diciembre al 1 de enero no solo la última sino la mejor noche del año. A priori no estoy en absoluto en contra de esta formulación, lo malo es que esto haya de ser así por cojones. Y la realidad nos dice que, queramos o no, la de Fin de Año no suele ser la mejor, sino una noche más.

Todo el que haya visto Memorias de África sabe cómo puede ser una Nochevieja que no mola, y para evitarlo parece que es obligatorio celebrar a lo grande el paso al nuevo año. Este imperativo a mi juicio alcanzó su paroxismo en la Nochevieja de 1999, con el tan temido “Efecto 2000” (por cierto, recomiendo el tratamiento de este tema en las series Padre de familia y Me llamo Earl). Había gente que de verdad pensaba que el mundo se iba a sumir en el caos, ¿os acordáis? Menos mal que estaba ahí Jennifer López con sus videoclips para explicarnos que no fue así.

Sé que ahora sueno como un Scrooge del Fin de Año, y muchos de los que me leéis sabéis que yo he festejado esa noche como el que más, llegando incluso a organizar fiestas. He probado de todo: cotillones, fiestas privadas, reuniones con amigos, salir de bares, botellonas en pisos, y he pasado la Nochevieja en familia, en pareja, solo, con poquita gente, rodeado de peña… bailando, cantando, bebiendo, pinchando música, jugando al Trivial… por eso sé de lo que hablo. Como diría F. Scott Fitzgerald, yo hablo del fiasco de la Nochevieja “con la autoridad que me concede el fracaso”.

Nunca la cosa resulta tan buena como se la espera, pero creo que el problema no es de la festividad en sí, ni siquiera de las celebraciones, sino de las desmesuradas expectativas que uno le pone. En la adolescencia (bueno, hoy día sé de buena tinta que hasta los niños de doce años alquilan locales para hacer fiestas, pero en mi época era otra cosa) y en la primera juventud supongo que Fin de Año tiene un componente especial, que lo da la novedad, el ir arregladitos, ellas con sus vestidazos y nosotros de traje y corbata (salvo un amigo mío que iba en chándal), salir y quedarse por ahí toda la noche.


También ayuda que el ambiente es de fiesta oficial, todo el mundo va a lo mismo, hay ganas de juerga, se bebe y se baila con desenfreno. Pero claro, si uno va y se arregla, sale, bebe y baila con desenfreno casi todos los fines de semana, y resulta que no tiene hora de volver a casa, pues ya me diréis dónde reside el encanto o la magia de esta noche en concreto. Al revés, la Nochevieja puede convertirse en una de las noches más incómodas del año, con esas colas interminables para barras/servicios/guardarropa, ese frío si vas de ruta de bares, esos tacones, esa proverbial falta de taxis… ¡brbrbrbrbr!

Continuando con las referencias audiovisuales, hay un capítulo de Cómo conocí a vuestra madre que ejemplifica a la perfección esto de lo que estoy hablando. El protagonista alquila una limusina y organiza para sus amigos una maratón de fiestas de Fin de Año planeada al minuto para que todo resulte perfecto. Al final, todo acaba siendo un desastre y terminan charlando y comiendo perritos calientes. En esa línea, yo este año todavía no tengo plan, pero me veo en mi queli comiendo uvas y tarareando la canción de Mecano “Un año más”. ¡Feliz año a todos!

3 comentarios:

GRILLO SOLITARIO dijo...

PERO A VER, LO IMPORTANTE: ¿QUÉ ES UNA NOCHEVIEJA SIN RAMÓN GARCÍA NO ESTÁ EN TVE1? ¡ES COMO SI NO CAMBIÁRAMOS DE AÑO! VAYA MIERDA QUE ES ESTO.

Porerror dijo...

Está claro que "los señores de La Sexta" (como dice Patricia Conde) leen Estatuas Verdes. Hoy han repuesto los capítulos de Fin de Año de Cómo conocí a vuestra madre ("La limusina") y Padre de familia ("El bum") que comentaba yo en el post de hoy. ¡Gracias, Milikito!

Anónimo dijo...

COMO ARTISTA INVITADO AGUSTÍN BRAVO.....

 
click here to download hit counter code
free hit counter