Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

viernes, 25 de enero de 2008

Bravioli, o: Arañar la niebla


Mi fiel lector Grillo Solitario, asiduo comentarista, doble de Neil Young (¡ahí lo llevas!) y suministrador de ideas me mandó ayer un link de mucho interés. Se trataba de una noticia de The Wall Street Journal del 19 de enero titulada (“La patata caliente de España”). El contenido de dicha noticia, amén de mi gusto por las patatas, me ha fa-fa-fa-fa-fascinado tanto que por fin hoy me decido a coger por lo cuernos un espinoso tema de actualidad al que confieso que no le había hincado ya el diente porque no sabía bien cómo (al contrario que las patatas).

Me estoy refiriendo, lo digo ya, a la iniciativa recientemente frustrada de dotar de una letra al himno de España. “¡Ya tardabas!” –estaréis pensando los que me conocéis en persona. Ya tardaba, sí, porque consideraciones políticas y patrióticas aparte, opino que se trata de un tema megafriki. El asunto no es ya si el himno de España necesita de una letra o no, ni siquiera el valorar si la que se propuso era buena. Lo grande para mí (y lo digno de figurar en Estatuas Verdes) es el pitote que se ha montado y las bizarras circunstancias que han rodeado el caso.

Los hechos someros: el himno de España está sin letra oficial desde que se desestimó una que había hecho el poeta derechón y gaditano José María Pemán. El COE –supuestamente a iniciativa de nuestros deportistas de éxito, quejumbrosos por no poder cantarlo cuando les dan sus medallas, copas y ensaladeras- propuso que se le hiciera una letra, y para ello se puso en marcha un oscuro concurso público al que han acudido miles de escritores, de éxito, de prestigio (nunca faltó en la lista el Sabina, por ejemplo) y también –ahora lo hemos sabido- aficionados a la pluma de muy diverso plumaje.


Uno de ellos, un criminólogo en paro de La Mancha llamado Paulino Cubero, tuvo la suerte de que su propuesta de letra resultó ganadora (no la reproduzco aquí porque ha salido en prensa hasta la saciedad). Un tipo anónimo, corriente, pero que curiosamente en las entrevistas tiene más peligro que Don Quijote en La Casa del Libro. Se expresa como Góngora, ¿no lo habéis oído, cojones? Interrogado sobre si esta popularidad sobrevenida iría a cambiarle la vida, el vate contestó “la fama es arañar la niebla”, respuesta digna del Oráculo de Delfos y de un anuncio de compresas a partes iguales.

Como es bien sabido, su descafeinada y si me apuran pueril letra (que, pese a todo, a mí me gustaba: ¿habéis leído la que hicieron Jon Juaristi y Luis Alberto de Cuenca, por Dios? Rimaban “Que alas de lino/ te abrieron camino”), la premiada letra de Paulino Cubero, digo, iba a ser estrenada por Plácido Domingo con toda la pompa y boato que la ocasión requería el pasado 21 de enero en una ceremonia. Supongo que también haría falta la aprobación parlamentaria para que esta letra se convirtiera en oficial, pero ya no importa porque parece que la iniciativa ha quedado en agua de borrajas. Ya solo resta imaginar qué suerte hubiera corrido el himno de no haber sido filtradas la letra y la identidad de su autor antes de tiempo por el ABC.

Y ahora, confundidos lectores, estaréis diciendo “¿y todo esto que tiene que ver con las patatas y el Wall Street Journal?” Pues tiene que ver. Esto viene a cuento porque la “patata caliente” a la que ese periódico se refería, era la afamada tapa de patatas bravas. Se puede hacer un chiste con el tema del himno y los símbolos de identidad nacional española, ya que esto de la nueva letra se ha convertido en un humeante plato de bravas que varias instancias (políticos, periodistas, el COE, el propio Domingo…) pugnan por quitarse de encima. Y no solo lo digo yo, según el Wall Street Journal, las patatas bravas juegan un nuevo papel simbólico en la vertebración de España: proceden de la clase obrera, ahora las sirven en bares pijos, las patatas vienen de Galicia, el aceite del sur, etc… El dueño de un bar en Cataluña, un tal Betorz, se atreve a decir que “las bravas mezclan las muchas y diferentes culturas de España en un solo plato”. Ahora va a resultar que la bandera española es una ración de bravioli.

3 comentarios:

Fran G. Matute dijo...

Yo sólo te digo que lo acontecido la noche del sábado 12 de enero de 2008 en la Calle Alhóndiga fue digno del Ultraismo...

Karmen dijo...

Coincido contigo, Fran G. Matute... Para que luego venga Plácido Domingo a decirnos que al Himno le sobraban algunas sílabas... Yo no me había dado cuenta... ;-)

GRILLO SOLITARIO dijo...

SI EL DEL WALL STREET JOURNAL SE HA MONTADO TODO ESO CON EL CAMARERO DE BARCELONA, NO QUIERO NI PENSAR LO QUE HUBIERA PASADO DE HABER HABLADO CON EL PRIMO DE RAJOY...

 
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