Cara A. There Goes the Neighborhood: The Jet Set (1985) Comenzamos con este interesantísimo grupo británico de revival, quienes a veces me pregunto si no creían de verdad estar viviendo veinte años antes de lo que les correspondió. Llegaron a fabricar discos flexibles para felicitar la Navidad a su club de fans, chapas, tazas, muñequitos y demás parafernalia de merchandising, igual que los Beatles. Su música, además de a estos nos remite a los Kinks, los Who, los Small Faces, los Monkees… ¡casi nadie! Y cómo serán de desconocidos que no tienen ni entrada en la Wikipedia (y yo no he tenido narices de encontrar la portada del disco para colgarla aquí). Es una tontería hablar sobre ellos, lo mejor es escucharlos. Si alguna vez veis este disco en una tienda, compradlo sin dudarlo y vuestras almas tal vez tengan salvación posible. Imprescindible su “The Jet Set Theme” o aquel memorable azucarillo “Wednesday Girl”. En palabras de All Music Guide, “si nunca has escuchado a The Jet Set, nada puede prepararte para la experiencia”.
Cara B. Psonic Psunspot: Dukes of Stratosphear (1987) Los miembros del grupo nuevaolero británico XTC decidieron gastarle una broma al mundo y darse el gustazo de tener una carrera musical paralela grabando música sesentera bajo el nombre de Dukes of Stratosphear. Nos movemos aquí en terrenos más psicodélicos: una pizca de garage, un poquitín de Syd Barrett, un pellizco en el culo al Sgt. Pepper’s. En otras palabras, si el disco de The Jet Set era un falso de 1965, este hubiera debido editarse en el 67. El tema que abre el disco (“Vanishing Girl”) tiene el honor de inaugurar también la fabulosa caja Children of Nuggets (2005), además de ser una de las “25 más escuchadas” en mi ordenador, según las estadísticas de iTunes. Cuando aparecieron las primeras canciones de este grupo, los integrantes firmaban con seudónimo para fingir no ser XTC sino un genuino producto de veinte años atrás. La verdad es que si te vendan los ojos y te ponen este disco te puedes llegar a creer que es un clásico perdido.
Cara C. The Complete Pet Soul: Splitsville (2001) Cuando sacaron su cuarto álbum Splitsville (que ya hacía un lustro que se habían hecho un nombre en el rock alternativo), a mí se me fue la cabeza. Aparte de los guiños en el título al Pet Sounds (Beach Boys) y al Rubber Soul (Beatles), este disco hubiera salido en 1966. Aquí hay pop de cámara: orquestación y armonías vocales a raudales, con canciones como “Caroline Knows” o “The Love Songs of B. Douglas Wilson” (la “B” es de “Brian”, por si os quedaba alguna duda). Esta última es, según All Music Guide una “miniopereta en varias partes tipo SMiLE”. Perdonad que cite tanto a esta web pero es que no se me ocurre una mejor definición. Curiosamente, el más genuino producto sixties de todo el álbum resulta también el menos retro: una power versión del clásico de Bacharach/David “I’ll Never Fall In Love Again”, grabada para la banda sonora de la peli de animadoras A por todas (Bring It On, 2000).
Cara D. The Sidelong Glances of a Pigeon Kicker: Bronco Bullfrog (2002) Empezando por el título, este álbum nos remite a la psicodelia tardía del Reino Unido en 1968-69. Hablamos de Blossom Toes, de los Who, de Small Faces, incluso de Cream. También podemos estar hablando de grupos yanquis como Fapardokly o Honeybus, a quienes por cierto Bronco Bullfrog deparan un precioso homenaje en la exquisita canción “Honeybus”. Dicen del grupo de Colin Hare y Pete Dello que “contaban la historia más dulce y cantaban el más dulce cuento”. Luego están esos personajes absurdos tipo “Matthew and Son”, “Silas Stingy” o “Mean Mr. Mustard”, tan del regusto victoriano/eduardiano del pop británico de la época. En este disco tenemos al mezquino patrón-explotador “Barnaby Slide”, o a la misteriosa bruja mala del cuento infantil “Witch’s Garbage”. Pero no todo aquí es pasteleo, ¿eh? También hay destacado espacio para temazos de guitarra con riffs como “Look at Me” o “I’m Not Getting Through”, que no desentonarían en cualquier recopilación de freakbeat. Bronco Bullfrog habían grabado antes y lo seguirían haciendo después, pero nunca con este nivel de magia.
Todos estos discos tienen en común el hecho de que podrían haber sido realizados en aquella década de los 60, y no es casualidad sino un calculado ejercicio de estilo. Llamadlos retro, eso es precisamente lo que pretendían ser. Más allá de etiquetas como indie, power pop o neogarage, queda claro que las personas que compusieron, interpretaron y grabaron estas canciones desearon haber vivido la época dorada del pop-rock de guitarras y armonías vocales. Y que aman la música.
1 comentario:
Ya me has devuelto la de Cary Grant. Me has pisado uno de mis "Discos Ocultos"... jejeje...
Publicar un comentario