Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.

lunes, 7 de enero de 2008

Viaje a Darjeeling


Este Año del Señor de 2008 lleva con nosotros apenas una semana. Pues bien, aun a riesgo de exagerar me atrevo a decir que ya he tenido mi momento cumbre del año en lo que a cine se refiere. Estoy hablando de la película Viaje a Darjeeling (The Darjeeling Limited), dirigida por el norteamericano Wes Anderson en 2007. Esta peli me ha producido una impresión tal que dudo mucho que ninguna otra pueda siquiera acercársele en los próximos doce meses.

Como no entiendo de cine, no voy a hacer una crítica ni a hablar de su técnica cinematográfica. Sí voy, en plan “Estética de la recepción”, a explicar qué efecto ha tenido en mí como espectador/lector esta película y por qué me ha gustado tanto. No hay que irse muy lejos, la misma Wikipedia nos recuerda que “un texto (ya sea un libro, una película, o cualquier otro trabajo creativo) no es simple y pasivamente aceptado por la audiencia, sino que el lector interpreta los significados del texto basado en su bagaje cultural individual y experiencias vividas”.

A mediodía, chateo con mi amigo indio, quien me dice una sencilla receta del sur de su país (se fríen patatas cortadas en dados, se zambucan en una lata de leche de coco, se añade curry en polvo, chile en polvo, sal y se deja que dé un chup-chup durante diez minutos). Por la noche, veo una película ambientada en la India. Este dato no es casual, ya que se trata de la historia de tres hermanos (Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman) muy diferentes pero condenados a soportarse a cuenta de un viaje de convivencia y espiritualidad que uno de ellos propone a raíz de su distanciamiento durante el último año. La India aparece así como el telón de fondo ideal para toda esa espiritualidad new age y buenrrollista mal entendida en la que se sumergen los hermanos (mal entendida por los occidentales, porque los indios siguen a lo suyo en sus templos y con sus ceremonias, tan normales allí como aquí una misa católica).

La premisa de la peli es, pues, un viaje en tren, y ya sabemos que toda peli/novela es en el fondo un viaje, pero es que esta lo es además en la forma. Si se me permite, es una rail movie. Luego está el asunto de las familias mal avenidas (por decirlo suavemente), que Anderson ya trató de manera inquietante en su peli Los Tenembaums: Una familia de genios (2001). Prefiero no desvelar más datos de la trama o las relaciones entre los personajes porque parte del atractivo de Viaje a Darjeeling se encuentra en ir descubriendo uno las cosas, en paralelo al viaje de conocimiento y autoexploración llevado a cabo por el trío protagonista.

Sensorialmente la película impacta: el colorido es estridente, la música tiene un gran protagonismo (esos Kinks, Rolling Stones, Joe Dassin o Peter Sarstedt), y también son importantes a su modo el tacto (hay escenas de dolor y de placer sensual), el olfato (el personaje de Adrien Brody hace referencia a cómo huele la India) y el gusto (los hermanos se pasan toda la peli bebiendo, comiendo, fumando o tomando “medicinas”).

En cuanto al tono, yo diría que Viaje a Darjeeling es fundamentalmente una comedia, pero gasta bastante mala leche. Hay humor negro a raudales, y un magistral uso del bathos, esa figura retórica consistente en un cambio repentino en la narración pasando de un tema serio o importante a uno ridículo u ordinario. O como dijo un amigo mío sobre Wes Anderson, “el tío juega con las emociones del espectador como le da la gana”. ¿Recordáis el final de El gran Lebowski (1998), cuando están en el funeral de Donny y Walter trata de hacerle un panegírico y al final todo degenera en farsa, con Walter y el Nota peleándose? Pues imaginaos una película entera a base de momentos así.

Habría muchísimo que decir sobre esta peli, de hecho no descarto volver a hablar de ella en algún momento, pero por hoy no me quiero enrollar más. Solo me queda recomendarla muy encarecidamente y esperar que os guste a vosotros.

2 comentarios:

Karmen dijo...

¡Claro que sí, Porerror! Viaje a Darjeeling me ha dejado a mí también un regusto exquisito, similar al de Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Gondry, 2004) y Garden State (Braff, 2004): ¡Genialidades las tres!
Ayer me bajé la banda sonora y escuché la canción de Peter Sarstedt dos veces seguidas (cuatro en total durante todo el día...):
You live in a fancy apartment
Off the Boulevard Saint-Michel
Where you keep your Rolling Stones records
And a friend of Sacha Distel, yes you do...

Fran G. Matute dijo...

A mí me ha gustado... ;)

 
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