[Exterior. Noche] Pensad en el festival de Glastonbury, EL festival. Pensad en que el cabeza de cartel, el rapero Jay-Z aparece en el escenario con una guitarra y unas gafonas de sol y se arranca a cantar “Wonderwall” de Oasis. ¿Mentalizáis la escena? Pues dejadla ahí.
[Interior. Día] La otra tarde estuve en esa tienda de discos de mi ciudad donde a veces te quieren vender y a veces no, en plan Alta fidelidad (1994 el libro; 2000 la peli). Reconozco que la cosa no deja de tener su morbo, y el otro día tocaba que sí. Me fijé en que habían bajado los precios de los CDs de segunda mano, y ya se sabe, con los discos pasa como con los ligues de las discotecas. Lo que rechazas a las once a las cuatro te parece un bellezón; el CD que por 8 euros resultaría un robo es la gran ganga por 3. ¿Quién se priva?
Mirando mirando encontré una serie de disquitos que me hicieron gracia, todos tenían en común el ser guitarreros, de grupos de los años ochenta/noventa y costar 3 ó 4 euros. ¿Quién se priva? Mis acompañantes no dejaban de darme caña por mis frikadas: “¿Por qué no te compras este single de la sintonía de Heidi? ¿O este otro de Los Payasos de la Tele?” Yo ni caso, aunque claro está iba pensando por dentro “No me interesa, ya tengo los LPs en vinilo”.
Entresaqué de los montones cinco discos, cinco perlitas perdidas de muy poco valor pero que para mí lo tuvieron. Empiezo por The Rockfords (2000) de The Rockfords. Desconocía a este grupo americano, pero por el folleto descubrí que en él militaba Mike McCready, el guitarra de Pearl Jam. Luego estaba Fireproof (1994) de That Petrol Emotion, ese grupo norirlandés descendientes de los Undertones que hacían esa especie de rock-pop-psicodélico de baile tan en boga en las islas durante los primeros nineties.
Siguió el Hydrophonic (1994) de los Soup Dragons, escoceses que también confundían las nociones de “rock and roll” y “música de baile” con escandalosos resultados. Luego Construction for the Modern Idiot (1993) de The Wonder Stuff, otros que tal bailaron (y tocaron la guitarra), pero esta vez desde Inglaterra. Y del último confieso que me cautivó el título: ¿Sí o Sí, Qué? (1994) de los americanos White Trash, rockeros más duretes de los que por supuesto no había oído hablar en mi vida.
Hubo un tiempo en que solo con ver la portada de un disco se podía saber de qué estilo o subgénero era la música contenida en su interior. De hecho, recuerdo una conferencia en la universidad por un profe de Historia del Arte analizando portadas de jazz de los años 50 y 60. Pensad en las típicas portaditas estilosas de John Coltrane, Herbie Hancock, Duke Ellington y demás. Pensad en las portadas típicas del rock and roll añejo, del soul, del hip-hop, del power pop. Pensad en las portadas de los álbumes de sevillanas, coño.
[Exterior. Noche] Volvemos a la escena del comienzo: un rapero americano cantando el mayor éxito que consagró a un grupo de pop-rock inglés, sobre el mismo escenario que los hizo realmente grandes. Lo que a lo mejor no sabíais es que la semana pasada Noel Gallagher (líder de Oasis) había dicho que no le parecía bien que un artista de hip-hop fuese cabeza de cartel en Glastonbury. O que Jay-Z cantó “Wonderwall” en plan cachondeo, burlándose del rockero. Son las cositas de la postmodernidad. Desde que Frank Zappa se mofó de los Beatles y parodió el Sgt. Pepper’s… (1967) con la portada del We’re Only in It for the Money (1968), ya uno no se puede fiar de los estilos de los discos solo con ver los diseños de portada.
[Interior. Día] Aquella tarde en la tienda estaba de turno el dependiente adecuado con el estado de ánimo adecuado. Compré los cinco discos porque me llamó la atención su portada, sí, pero antes le pedí al tipo que me dejara escuchar la primera canción de cada uno para cerciorarme de lo que me estaba llevando.
[Interior. Día] La otra tarde estuve en esa tienda de discos de mi ciudad donde a veces te quieren vender y a veces no, en plan Alta fidelidad (1994 el libro; 2000 la peli). Reconozco que la cosa no deja de tener su morbo, y el otro día tocaba que sí. Me fijé en que habían bajado los precios de los CDs de segunda mano, y ya se sabe, con los discos pasa como con los ligues de las discotecas. Lo que rechazas a las once a las cuatro te parece un bellezón; el CD que por 8 euros resultaría un robo es la gran ganga por 3. ¿Quién se priva?
Mirando mirando encontré una serie de disquitos que me hicieron gracia, todos tenían en común el ser guitarreros, de grupos de los años ochenta/noventa y costar 3 ó 4 euros. ¿Quién se priva? Mis acompañantes no dejaban de darme caña por mis frikadas: “¿Por qué no te compras este single de la sintonía de Heidi? ¿O este otro de Los Payasos de la Tele?” Yo ni caso, aunque claro está iba pensando por dentro “No me interesa, ya tengo los LPs en vinilo”.
Entresaqué de los montones cinco discos, cinco perlitas perdidas de muy poco valor pero que para mí lo tuvieron. Empiezo por The Rockfords (2000) de The Rockfords. Desconocía a este grupo americano, pero por el folleto descubrí que en él militaba Mike McCready, el guitarra de Pearl Jam. Luego estaba Fireproof (1994) de That Petrol Emotion, ese grupo norirlandés descendientes de los Undertones que hacían esa especie de rock-pop-psicodélico de baile tan en boga en las islas durante los primeros nineties.
Siguió el Hydrophonic (1994) de los Soup Dragons, escoceses que también confundían las nociones de “rock and roll” y “música de baile” con escandalosos resultados. Luego Construction for the Modern Idiot (1993) de The Wonder Stuff, otros que tal bailaron (y tocaron la guitarra), pero esta vez desde Inglaterra. Y del último confieso que me cautivó el título: ¿Sí o Sí, Qué? (1994) de los americanos White Trash, rockeros más duretes de los que por supuesto no había oído hablar en mi vida.
Hubo un tiempo en que solo con ver la portada de un disco se podía saber de qué estilo o subgénero era la música contenida en su interior. De hecho, recuerdo una conferencia en la universidad por un profe de Historia del Arte analizando portadas de jazz de los años 50 y 60. Pensad en las típicas portaditas estilosas de John Coltrane, Herbie Hancock, Duke Ellington y demás. Pensad en las portadas típicas del rock and roll añejo, del soul, del hip-hop, del power pop. Pensad en las portadas de los álbumes de sevillanas, coño.
[Exterior. Noche] Volvemos a la escena del comienzo: un rapero americano cantando el mayor éxito que consagró a un grupo de pop-rock inglés, sobre el mismo escenario que los hizo realmente grandes. Lo que a lo mejor no sabíais es que la semana pasada Noel Gallagher (líder de Oasis) había dicho que no le parecía bien que un artista de hip-hop fuese cabeza de cartel en Glastonbury. O que Jay-Z cantó “Wonderwall” en plan cachondeo, burlándose del rockero. Son las cositas de la postmodernidad. Desde que Frank Zappa se mofó de los Beatles y parodió el Sgt. Pepper’s… (1967) con la portada del We’re Only in It for the Money (1968), ya uno no se puede fiar de los estilos de los discos solo con ver los diseños de portada.
[Interior. Día] Aquella tarde en la tienda estaba de turno el dependiente adecuado con el estado de ánimo adecuado. Compré los cinco discos porque me llamó la atención su portada, sí, pero antes le pedí al tipo que me dejara escuchar la primera canción de cada uno para cerciorarme de lo que me estaba llevando.
5 comentarios:
Leyéndote me han venido a la cabeza Ramon Trecet y Andrés Montes.
Qué tal andamos de balon-ces-to?
Recuerdos a Antoni Daimiel.
Un saludo
(presentesemele en el blog de Trueba III, merci!)
ahhh... quien tuviera dinero para disquitos, pelis y cosas frikis...
de momento busco Grace, de Jeff Buckley, en vinilo. Alguien sabe donde encontrarlo??
Yo suelo comprar CDs por sus portadicas, la verdad. Por pura intuición, más o menos. El último que compré así fue el single "Foundations", de Kate Nash. ¡Y resultó muy bueno! No suelo acabar decepcionada.
Me parecen brutales las de Aramburu (no hay un solo CD con una portadica de este hombre que no me llevaría a casa...).
Rukia, no puedo ayudarte con tu pregunta pero quería decirte... ¡qué buena elección! ;-)
Te comento que JaY-Z se le fue el tiro por la culata.
Su idea de burla para la banda Oasis con Wonderwall fue al final un homenaje de parte del publico. Él sin pensar en las consecuencias, la cantó.
Vi el video y realmente, él queda lelo por esta respuesta del publico en la parte del 2do coro de la cancion y decide pararla. Su rostro lo dice todo.
Saludos
Tano!
Gracias a todos por vuestros comentarios.
-Tano, mmmmmmhhhh... puede que tengas razón en lo de Jay-Z/"Wonderwall", pero está claro que el tipo lo intentó como una broma, ¿no? Por lo que había dicho Noel Gallagher sobre el rap en Glastonbury, ¿o no?
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