¿Nos ponemos tristes? Se acaba un ciclo en mi vida laboral, dentro de muy poco me trasladan. Han sido dos años muy buenísimos en mi actual puesto de trabajo, cerca de mi casa, buen ambiente, buenos compañeros. La verdad es que los compis de trabajo han sido lo mejor del curro, entre una cosa y otra he conocido a mucha gente interesante de la que he aprendido un montón. Y además me llevo amigos.
Después de las vacaciones tendré que enfrentarme a un nuevo sitio: nuevo centro de trabajo, nueva localidad, nueva casa, nuevos compis, nuevos jefes… Como se puede suponer, la cosa no me hace la más mínima ilusión, máxime cuando –como he contado- ahora estoy tan bien donde estoy. Pero llevo varias semanas tratando de decirme que tampoco es el fin del mundo, y la verdad es que no lo es.
No es el fin del mundo, solo es que hoy mismo, tras mi intenso periodo de preparación mental, me he visto recorriendo los tan familiares pasillos y despachos por (casi) última vez. Son los últimos informes, las últimas fotocopias, los últimos cafés a media mañana, los últimos disgustos y también las ultimitas alegrías.
Uno de los aspectos que menos me molan del cambio es dejar atrás mi ambiente de trabajo. Los compañeros, que tantos buenos ratos me han hecho pasar, se quedan atrás o se van también a otros lugares. Los dos últimos años han sido muy especiales para mí en lo personal, los que me conocen lo saben, y ellos han sido (muchas veces sin saberlo) un gran apoyo en las horas altas y las bajas.
Lo peor sin duda será la separación de los seres queridos: mi novia, mi familia, la cercanía de algunos amigos… y luego el tema de abandonar mi ciudad (personaje de tantos posts) y tener que empezar en un sitio nuevo. Al menos no está tan lejos, el sitio al que me han mandado, podré venir de vez en cuando.
Lo mejor, la posibilidad de cambiar de aires, de reinventarme un poquito (que ya me va haciendo falta), de dejar la antigua casa llena de fantasmas, y quién sabe, lo mismo el nuevo puesto me ofrece mejores oportunidades de crecer laboralmente. No tiene por qué ser todo negativo, ya lo he dicho. El futuro traerá nuevas estatuas, esperemos que verdes, y, aunque provengan de un pueblecito más pequeño, esperemos que también se encuentren sobre el techo de Notre Dame.
Después de las vacaciones tendré que enfrentarme a un nuevo sitio: nuevo centro de trabajo, nueva localidad, nueva casa, nuevos compis, nuevos jefes… Como se puede suponer, la cosa no me hace la más mínima ilusión, máxime cuando –como he contado- ahora estoy tan bien donde estoy. Pero llevo varias semanas tratando de decirme que tampoco es el fin del mundo, y la verdad es que no lo es.
No es el fin del mundo, solo es que hoy mismo, tras mi intenso periodo de preparación mental, me he visto recorriendo los tan familiares pasillos y despachos por (casi) última vez. Son los últimos informes, las últimas fotocopias, los últimos cafés a media mañana, los últimos disgustos y también las ultimitas alegrías.
Uno de los aspectos que menos me molan del cambio es dejar atrás mi ambiente de trabajo. Los compañeros, que tantos buenos ratos me han hecho pasar, se quedan atrás o se van también a otros lugares. Los dos últimos años han sido muy especiales para mí en lo personal, los que me conocen lo saben, y ellos han sido (muchas veces sin saberlo) un gran apoyo en las horas altas y las bajas.
Lo peor sin duda será la separación de los seres queridos: mi novia, mi familia, la cercanía de algunos amigos… y luego el tema de abandonar mi ciudad (personaje de tantos posts) y tener que empezar en un sitio nuevo. Al menos no está tan lejos, el sitio al que me han mandado, podré venir de vez en cuando.
Lo mejor, la posibilidad de cambiar de aires, de reinventarme un poquito (que ya me va haciendo falta), de dejar la antigua casa llena de fantasmas, y quién sabe, lo mismo el nuevo puesto me ofrece mejores oportunidades de crecer laboralmente. No tiene por qué ser todo negativo, ya lo he dicho. El futuro traerá nuevas estatuas, esperemos que verdes, y, aunque provengan de un pueblecito más pequeño, esperemos que también se encuentren sobre el techo de Notre Dame.
7 comentarios:
POCO SE PUEDE DECIR... ¡SUERTE! Y POR SUPUESTO, QUE NO SE TE CAIGAN LAS ESTATUAS :- >>
Recuérdame otra vez por qué me tuve que aprender el ciclo de Krebs de memoria???
ánimo porerror!! los cambios los hay malos y buenos, pero muchas veces depende de como los miremos!! mucha suerte!!
ILLO TE VEO MELANCÓLICO...OFÚ....TE QUIERO FUERTE DE MENTE Y LISTO PARA EL COMBATE...
gott mint uns
Hasta que pueda leer este post sin llorar, solo diré: siempre nos quedará "estatuas verdes".
:(
¡¡ÁNIMO!!
Yo también viví una emigración forzosa. Al principio da cosica pero en cuanto te habitúas pues guay. Verás como todo va bene. Iyo y mi family materna es de por ahí cerca, todos viven felices cogiendo gurumelos y cazando perdices.
Te recomiendo una peli francesa reciente llamada "Bienvenue chez les ch'tis" que va de eso más o menos.
Sabéis la sensación de no querer que ocurra algo aunque sea inminente? Lloras desgarradamente cuando nadie te ve, tienes pesadillas nocturas, incluso siesteras, tines una tristeza que se te mete en el estómago que confundes con el hambre, intentas explicar a tus familiares lo que sientes pero ellos estan a mil kilometros de distancia y finalmente, te intentas hacer a la idea, te intenta hacer a la idea, te intentas hacer a la idea, te intentas hacer a la idea, te intentas hacer a la idea...Sab
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