Vivencias polimórficas de un treintañero perplejo.
miércoles, 4 de junio de 2008
Con el Maestro
En aquel tiempo, Risto subió a la planta primera de una tienda FNAC y atrajo allí a una muchedumbre ansiosa por ser instruida. La multitud hizo cola ordenadamente para presentarse ante el Maestro, pero un grupo de zelotes de la “Academia de Artistas” fue iluminado por el espíritu de la Picaresca y tuvo a bien saltarse la formación a la torera y ocupar las mejores localidades. Un subalterno hizo la presentación del Maestro, y entregó un micrófono al público para que escuchara la palabra y luego la discutiera.
Un modernote con gomina preguntó: “Maestro, soy artista. ¿Qué es más fácil de sobrellevar, el éxito o el fracaso?”. A esto Risto respondió: “Aleluya, hermano, yo el fracaso lo llevo de puta madre. El éxito cuesta mucho más. En verdad os digo que en mi vida he fracasado tropecientas veces y solo así he aprendido”.
Una chica de barrio alzó la voz, “Maestro, ¿compensa la fama?” “En verdad, en verdad os digo que la fama no compensa. El éxito lo tenemos todos si hacemos las cosas bien, mientras que lo difícil de alcanzar es el reconocimiento de los demás. Hay gente que vive pendiente de la opinión de los demás y os digo que esa gente son en verdad muy pobres”.
Dióse el turno de palabra a un joven picado de acné, que planteó la siguiente cuestión. “Maestro, tú nos has enseñado que además de insultar a gente por la tele te acuestas con muchas mujeres. ¿Significa eso que también eres un ser tierno?” Risto se mesó la incipiente calva y contestó… “Todas nuestras relaciones sentimentales son un fracaso salvo la que mantenemos actualmente. Yo no puedo decir que por mi cama han pasado muchas hembras, sino más bien que yo he pasado por las camas de ellas”.
Entonces, una chica de colegio religioso que pasaba por allí retó al Maestro. “Maestro, tú has dicho que en el sexo, como en los negocios, improvisar es mejor que planificar. ¿No es necesario entonces prepararse? Risto entonces le contestó con una parábola: “En verdad os digo que la preparación es importante pero que corren malos tiempos para los estudiantes de Publicidad. Conoced la historia del publicista y jurado de un concurso de talentos que concertó una cita amorosa con una modelo de Los Ángeles. Un guapo publicista y jurado de OT con fama de mala leche recordaba a cierta modelo maciza de California, quedó con ella por email y reservó una suite de lujo con la cama en forma de corazón para agasajarla.
Henchido de tensión sexual, el hombre alquiló un Hummer amarillo, compró un gran ramo de rosas y fue a recoger a la modelo. Al verla resultó que la chica llevaba seis meses sin trabajar y se alimentaba con una dieta a base de McDonald’s y Häagen Dazs. En verdad os digo que aunque yo no tenga nada contra el sobrepeso, mi líbido sí. De este modo, el hombre guapo y con mala leche evitó todo contacto íntimo con la modelo con la excusa del cansancio y de salir a pasear. En última instancia, flirteó con el camarero de un bar gay de San Francisco para parecer invertido a los ojos de la no-tan-atractiva modelo. Desde aquel entonces, la mujer le dejó en paz y ahora ambos son solo amigos”.
Entonces se levantó una petardilla y se dirigió al auditorio. “Maestro: mi nombre es Raquel y doy el tiempo en el canal autonómico público de esta región. Ruego al auditorio me permita colarme y a ti que me firmes tu libro porque si no no llego a tiempo de dar la previsión de esta noche, y se me caen el pelo y el tiempo”. La multitud enfervorizada montó en cólera, y reprochaban a la mujer su indecencia. Algunos decían “Si tanto te preocupa el talento, Risto, ¿qué haces en OT?”, y otros clamaban por la multiplicación de los autógrafos.
El Maestro tomó entonces la palabra para apaciguarlos y dictó sus cuatro mandamientos. “En verdad os digo, hermanos, que lo importante no es ser un buen artista sino ser un producto. Para lograrlo es imprescindible ofrecer algo nuevo, sorprendente, mejor que lo que había, y que sea percibido por la gente como una necesidad”. Muchos asentían con la cabeza, pero una chica de la ESO increpó al maestro de nuevo.
“Tú enseñaste que cantar un tema de Nirvana en Operación Triunfo es como montar una orgía con los Teletubbies. ¿Estás en contra del rock alternativo?” Risto entrecerró los ojos y le dijo: “Hermana, aunque a todos nos pese, los días del rock independiente han pasado. Ya no hay compañías indies como Subterfuge que sacaban cada semana grupos indies como Dover para triunfar. Quedaos con esta frase: en verdad crecer significa aprender a despedirse cada vez mejor de las cosas y de las personas”. La multitud asentía, y una muchacha dijo “Maestro, en lo que dices hay verdad y hay sabiduría”. Es Palabra de Risto.
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3 comentarios:
Je, je, je...
Porerror, qué buena referencia al descubrimiento más sorprendente del año pasado: "La iglesia de la Ristología". Este año, sin embargo, no estoy siguiendo mucho Operación Triunfo (vale, soy fan... so what?). :-(
¡Tú sí que eres el gran Maestro... de lo friqui!
Tienes todo mi respeto y admiración.
¡¡Te alabamos, óyenos!!
je,je,je,je,je
Que post más bueno. En cuanto al maestro para mi es una producto que ya no sorprende, una de sus odiadas marcas blancas.
Karmen yo también soy fan, que le vamos a hacer...
Porerror, eres pata negra (uis!, perdón ;P jejejeje)
En esta edición de OT solo he visto la parte de las nominacionanes en algunas de ocasiones, y si soy sincera, mis oídos prestan atención al turno del maestro, obviando las palabras del resto del jurado: dejo de masticar el chocolate nocturno o dejo el cigarro en el cenicero o atraso la llamada de buenas noches a mi novio... y mi boca esboza una sonrisa que encierra más de un pensamiento que no voy a poner aquí por aquello de los menores...y mira que es petardo el tío. Sab
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