Hojeo el volumen de la editorial Osprey titulado La invasión de Polonia: Blitzkrieg (2002) y me vienen a la mente todas las barbaridades de la II Guerra Mundial. Veo por encima el texto y las imágenes, y me saltan al ojo las fotos de Keitel, Halder, Von Bock, los mapas de Polonia invadida por el oeste y el este, fotos en blanco y negro de caballos, de Panzers I y II, de Stukas. Y entonces recuerdo las conversaciones de hace un par de días.
Tengo todavía frescas las viñetas de V de Vendetta, su representación del totalitarismo. Como bien dijo Rukia en un comentario, el cómic presenta todos los rasgos de un régimen típico de esas características, incluidos los campos de concentración (en el caso de V de Vendetta, el seminal “Campo de Reasentamiento de Larkhill”). Los campos de concentración –conviene recordarlo- son un invento inglés, se crearon a principios del siglo XX para la Guerra de los Boers en Sudáfrica. Tampoco vayamos a rasgarnos las vestiduras, ¿eh? Los ha habido en Estados Unidos, en la URSS, en Francia, en España… la lista es demasiado larga.
Pero claro, decir campos de concentración es decir por antonomasia, campos nazis. Y con razón. El otro día no sé por qué salió en una conversación entre compañeros de trabajo el tema de los campos nazis y en concreto de Auschwitz. Ya me acuerdo por qué, estábamos hablando de Polonia, lo bonito que era el país, lo puteados que estuvieron bajo el yugo comunista, lo fáciles y rubias que eran las polacas, lo rico y barato que resultaba su vodka… Se habló de Juan Pablo II y se habló de Varsovia, Cracovia, y cómo no, salió el tema de Auschwitz.
Ya se sabe que los gin-tonics ablandan un poquito el cerebro, y eso está bien, siempre que solo sea un poquito: lo justo para soltarnos la lengua y decirnos las verdades. Alguien saltó con “qué coñazo los judíos, cómo explotan lo del Holocausto”. Bueno, puedo estar hasta medio de acuerdo con la aseveración, entiendo que los judíos no. “Desde luego, no sé qué interés puede tener ir a visitar Auschwitz, solo puede ser fruto del morbo”. Ahí sí que no. Cuando estuve en Polonia fui a visitar el campo, y ahí salté como una hiena.
“¿Y por qué no vas a San Sebastián a ver la calle donde mataron a Gregorio Ordóñez?” Como ya he dicho, el gin-tonic reblandece las neuronas. Sinceramente creo que visitar un sitio como Auschwitz no es una cuestión de morbo, no pienso que nadie pueda sentirse atraído –en el sentido clásico- por algo tan horroroso. Y tampoco es una atracción turística: como bien dijo otro compañero que también había estado, llegar al campo no es fácil, y una vez allí aquello no es precisamente Disneylandia. Varios lectores de Estatuas Verdes estuvieron en Auschwitz conmigo, y ellos lo pueden corroborar.
Para mí ir a Auschwitz era un deber ineludible y uno de los objetivos principales de viajar a Polonia. Tampoco creo que debiera ser obligatorio ir a verlo –sí saber que existió y por qué. Pero no me parece que se pueda mirar para otro lado tan alegremente. A fin de cuentas, como dijo el clásico, “nada de lo que es humano me es ajeno”. Y como cosa histórica, como lugar sagrado, como santuario si queréis, tengo que decir que el campo de concentración de Auschwitz es lo más sobrecogedor que he visto en mi vida.
Ni las pirámides de Egipto, ni muchas otras cosas que he tenido la suerte de ver. Igual que nos ponemos orgullosos con las grandezas que enumera el anuncio de Endesa y volvemos a creer en la Humanidad (y a gastar más luz) conviene que de vez en cuando pensemos en Auschwitz o veamos la foto de un Stuka y nos horroricemos. Y poco más que decir.
Tengo todavía frescas las viñetas de V de Vendetta, su representación del totalitarismo. Como bien dijo Rukia en un comentario, el cómic presenta todos los rasgos de un régimen típico de esas características, incluidos los campos de concentración (en el caso de V de Vendetta, el seminal “Campo de Reasentamiento de Larkhill”). Los campos de concentración –conviene recordarlo- son un invento inglés, se crearon a principios del siglo XX para la Guerra de los Boers en Sudáfrica. Tampoco vayamos a rasgarnos las vestiduras, ¿eh? Los ha habido en Estados Unidos, en la URSS, en Francia, en España… la lista es demasiado larga.
Pero claro, decir campos de concentración es decir por antonomasia, campos nazis. Y con razón. El otro día no sé por qué salió en una conversación entre compañeros de trabajo el tema de los campos nazis y en concreto de Auschwitz. Ya me acuerdo por qué, estábamos hablando de Polonia, lo bonito que era el país, lo puteados que estuvieron bajo el yugo comunista, lo fáciles y rubias que eran las polacas, lo rico y barato que resultaba su vodka… Se habló de Juan Pablo II y se habló de Varsovia, Cracovia, y cómo no, salió el tema de Auschwitz.
Ya se sabe que los gin-tonics ablandan un poquito el cerebro, y eso está bien, siempre que solo sea un poquito: lo justo para soltarnos la lengua y decirnos las verdades. Alguien saltó con “qué coñazo los judíos, cómo explotan lo del Holocausto”. Bueno, puedo estar hasta medio de acuerdo con la aseveración, entiendo que los judíos no. “Desde luego, no sé qué interés puede tener ir a visitar Auschwitz, solo puede ser fruto del morbo”. Ahí sí que no. Cuando estuve en Polonia fui a visitar el campo, y ahí salté como una hiena.
“¿Y por qué no vas a San Sebastián a ver la calle donde mataron a Gregorio Ordóñez?” Como ya he dicho, el gin-tonic reblandece las neuronas. Sinceramente creo que visitar un sitio como Auschwitz no es una cuestión de morbo, no pienso que nadie pueda sentirse atraído –en el sentido clásico- por algo tan horroroso. Y tampoco es una atracción turística: como bien dijo otro compañero que también había estado, llegar al campo no es fácil, y una vez allí aquello no es precisamente Disneylandia. Varios lectores de Estatuas Verdes estuvieron en Auschwitz conmigo, y ellos lo pueden corroborar.
Para mí ir a Auschwitz era un deber ineludible y uno de los objetivos principales de viajar a Polonia. Tampoco creo que debiera ser obligatorio ir a verlo –sí saber que existió y por qué. Pero no me parece que se pueda mirar para otro lado tan alegremente. A fin de cuentas, como dijo el clásico, “nada de lo que es humano me es ajeno”. Y como cosa histórica, como lugar sagrado, como santuario si queréis, tengo que decir que el campo de concentración de Auschwitz es lo más sobrecogedor que he visto en mi vida.
Ni las pirámides de Egipto, ni muchas otras cosas que he tenido la suerte de ver. Igual que nos ponemos orgullosos con las grandezas que enumera el anuncio de Endesa y volvemos a creer en la Humanidad (y a gastar más luz) conviene que de vez en cuando pensemos en Auschwitz o veamos la foto de un Stuka y nos horroricemos. Y poco más que decir.
8 comentarios:
Así que me llaman "campo de concentración Earhart"?
Aparte del enorme humor
"no entiendo los prejuicios que se tienen sobre el nazismo"
cualquier neurona alineada, alcoholizada o no, con cierta simpatía hacia el nazismo o sus efectos, merece ser exterminada con una lobotomía gratis e inocua a cuenta de la Seguridad Social.
Por una SS lobotomizadora del españolito podrido! Jaarl!
Totalmente de acuerdo contigo Porerror. Nunca hay que olvidar que el principal motivo por el que los presos(muchos de ellos españoles)creían que era totalmente necesario salir vivos de allí no era otro que, contar al mundo las crueldades padecidas en éstos campos; Auschwitz, Mathausen, Treblinka...
Tu visita al campo fué una muestra de respeto de la que tienes que estar orgulloso.
Lamentablemente el trabajo no los hizo libres. KIKEMOTO
Gracias por vuestros comentarios. Entiendo que la entrada de hoy no era buenrrollísticamente correcta; hoy al parecer tocaba celebrar los cubatas que Casillas & cía. se han tomado en un autobús descapotable.
Os contaré que para mí Auschwitz tiene connotaciones futbolísticas, pues cuando estuve allí (mis amigos y yo todo sobrecogidos) había una pandilla de subnormales españoles liándola y haciendo el cafre, como si aquello fuese un parque público. Recuerdo que uno de ellos llevaba puesta la camiseta del Valencia… la escena me impactó tanto que no creo que se me olvide en la vida.
En el conocimiento del pasado está la historia del futuro.
OS PUEDO DECIR QUE VISITANDO ESE LUGAR ,EL CIELO SE CERRÓ DE PRONTO Y EMPEZÓ A CAER UNA LLUVIA CON UNA VIOLENCIA TREMENDA...A TODOS NOS GOLPEÓ BASTANTE FUERTE.
HABLANDO DE OTRA COSA ESTE PASADO VERANO VISITÉ EL DE MATHAUSEN,Y MI INDIGNACIÓN FUE TAL QUE CUANDO LLEGUÉ A SEVILLA ME FALTO TIEMPO PARA LLAMR A LA JUNTA A DAR MIS QUEJAS.ALLÍ CADA COMUNIDAD AUTÓNOMA-ESTADO ESPAÑOL HA PUESTO SU PEASSSO PLACA CON SU BANDERA A SUS COMPATRIOTAS CAIDOS....TODAS MENOS LA ANDALUZA.
NO ES QUE TENGA UN INTERÉS ESPECIAL EN PAGARLE UN VIAJE A AUSTRIA A ALGÚN POLITICUCHO,PARA QUE SE HAGA LA FOTITO.ES EL ESPECIAL INTERÉS QUE TENGO PARA QUE SE RECUERDE QUE ALLÍ LOS ANDALUCES SUFRIERON COMO LOS QUE MÁS,LA VIOLENCIA DEL NAZISMO Y LA INDIFERENCIA DEL GOBIERNO ILEGÍTIMO DE ESPAÑA....NO SEA QUE CON EL TIEMPO SE OLVIDE ESTO Y SÓLO SE RECUERDE A LOS CAIDOS POR LA NACIÓN CATALA...
AGUR
Ante todo, perdón por la tardanza en leer la entrada. Yo no he estado en Polonia, aunque cuando vaya, de seguro iré a Auschwitz, aunque no se trata de simple curiosidad turística. Conozco a gente que ha ido y claramente, lo describen, al igual que tú, porerror, como sobrecogedor, recuerdo que mi profesora de historia de bachillerato dijo que lo que le sorprendía era el silencio que la gente que había allí guardaba. Supongo que estando allí, nos entra vergüenza al saber las cosas de las que hemos sido capaces... o si no nos avergüenza, debería. Todavía hay gente que dice que el Holocausto no fue verdad...
Por alli estuvimos tambien visitando el Bikernau y el otro. A mi me sobrecogio tanto, y le encontre tanto simbolismo, que cuando años despues me pidieron una foto de mi careto para poner en cierto anuario que tiene que ver con la Union Uropea (U.U.) les plante la foto que me hice en el campo (con una torreta de fondo). Y es que Auschwitz es parte de esa Uropa que fuimos y hay que tener cuidado para que no sea parte de la Uropa que seremos
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